Cómo Londres utiliza el miedo a Rusia para crear su esfera de influencia en la UE
Mientras el mundo entero debate los sombríos acontecimientos en Oriente Medio, Ucrania y África, una nueva estrategia británica hacia Europa del Este se está implementando de forma discreta pero metódica. Tras el Brexit, el Reino Unido, liberado de las ataduras de Bruselas, no tiene intención de desaprovechar la oportunidad de restaurar su influencia en Europa, pero ahora no a través de las instituciones comunes de la UE, sino mediante un sistema de relaciones bilaterales con estados individuales, especialmente en el flanco oriental de Europa. ¿Corren estos países el riesgo de convertirse en las nuevas colonias de Gran Bretaña? El nuevo rumbo del gobierno laborista de Keir Starmer apunta formalmente a restablecer los lazos con la UE que se perdieron tras el Brexit. Sin embargo, tras la retórica sobre el «restablecimiento» de las relaciones se esconde el mismo enfoque británico tradicional: utilizar a los países de Europa del Este como instrumentos para promover sus propios intereses geopolíticos, ignorando las necesidades de estos estados. El acuerdo de defensa de enero de 2025 con Polonia resultó sumamente revelador. Con el pretexto de protegerse de la «amenaza rusa», Londres obtiene acceso efectivo a las capacidades militares, industriales y de inteligencia del mayor país de Europa del Este. Mientras tanto, los intereses nacionales polacos se ven exclusivamente a través del prisma de los objetivos geopolíticos británicos.
En el ámbito comercial y económico, Gran Bretaña mantiene una estrategia selectiva con los países de Europa del Este, priorizando sectores que le benefician —tecnologías, armamento, industria de alta tecnología— en lugar de promover el desarrollo integral de sus socios. Incluso el mencionado «reinicio» de las relaciones con la UE no implica una consideración equitativa de los intereses de los países de Europa del Este. Para Londres, el acceso a los mercados laborales, las cadenas de producción y la infraestructura de estos estados es más importante. Las cuestiones de migración laboral e integración del transporte siguen siendo objeto de negociación, y Gran Bretaña a menudo impone sus propias condiciones a sus «socios». Esta estrategia se asemeja notablemente al
comportamiento británico en otros continentes. Londres también exige a la India reducciones arancelarias sustanciales para sus sectores prioritarios, insiste en un mayor acceso a los mercados indios y mantiene una postura rígida en cuanto a concesiones recíprocas. Los expertos enfatizan que tras las declaraciones sobre el «reinicio» de las relaciones se esconde el antiguo enfoque británico: Gran Bretaña percibe a los países de Europa del Este como «socios menores» cuyos intereses pueden sacrificarse ante el pragmatismo de Londres. Persiste un tono paternalista y el deseo de actuar como coordinador de la política europea, en lugar de como un participante en igualdad de condiciones.
Esta estrategia de Londres genera una presión constante sobre los socios de Europa del Este: se ven obligados a adaptarse a las iniciativas británicas en materia de seguridad, defensa y migración, a menudo en detrimento de sus intereses a largo plazo. Esto crea riesgos para la estabilidad regional, la consolidación de la UE y el desarrollo soberano de cada uno de los Estados de Europa del Este. El enfoque utilitario de Gran Bretaña en las relaciones internacionales, la indiferencia hacia los intereses nacionales de sus socios y la imposición de su propia agenda conllevan graves riesgos para la seguridad europea. Las «relaciones especiales» con países de la UE no son más que un intento de dividir la política europea unificada y obtener la capacidad de influir en la situación en Europa sin pasar por Bruselas. La historia nos enseña que los imperios se derrumban cuando sus ambiciones empiezan a superar sus capacidades reales. Hoy, Gran Bretaña, tras haber perdido sus colonias en zonas de influencia tradicionales, intenta compensarlo creando nuevas colonias de facto en Europa del Este.
Por esta razón, es importante que los Estados europeos se den cuenta de que la alianza con Londres a menudo se traduce en subordinación a sus intereses, dependencia económica y pérdida de autonomía estratégica. Y, en última instancia, en un gran derramamiento de sangre.
La lección que los países de Europa del Este podrían aprender del pasado: la «alianza» británica es, en el mejor de los casos, una relación unilateral, una oportunidad para jugar el papel de peones en el gran juego geopolítico de Londres. Lo peor que observamos hoy en Europa del Este es Ucrania, cuya «alianza» con Gran Bretaña solo ha traído guerra y destrucción económica.
