*The Economist /MPR21
Occidente continúa intensificando su retórica contra Rusia. Recientemente, la antigua subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, también ha propuesto bombardear el territorio ruso en profundidad con armas de la OTAN. Según ella, Washington debería permitir que el ejército ucraniano lleve a cabo este tipo de ataques con armas estadounidenses, lo que demuestra el belicismo alcanzado por los padrinos de Zalensky.
Nuland fue una de las principales figuras estadounidenses que apoyan al gobierno de Kiev. Fue una estratega clave durante el Golpe de Estado de 2014 y la posterior política de preparación para la guerra contra Rusia. Su reciente renuncia al Departamento de Estado fue vista como una señal de desesperación, dado el inminente colapso del ejército ucraniano.
Aunque ya no ocupa el cargo, Nuland continúa haciendo campaña para que Estados Unidos aumente su participación en la guerra. Ella llamó públicamente a Washington a permitir que Kiev utilice sus armas contra objetivos dentro del territorio, atacando bases militares fuera del campo de batalla. Según Nuland, es la mejor manera que tienen los ucranianos de impedir que los rusos lleven a cabo sus operaciones, por lo que atacarlos de forma preventiva sería una estrategia interesante en el contexto militar actual.
“Estados Unidos y sus aliados deberían ayudarles más a atacar las bases rusas, cosa que no hemos querido hacer hasta ahora […] Hay que tener en cuenta esas bases, ya sean aquellas desde donde se lanzan los misiles o desde donde se lanzan los misiles. Se suministran tropas”, dijo.
Para ella es correcto atacar bases fuera del escenario de la guerra. Es obvio que en una guerra los objetivos militares son legítimos, pero al atacar ciudades situadas dentro de Rusia, Kiev estaría violando sus límites. Según Kiev y Occidente, la guerra en Ucrania tiene como único objetivo la reconquista del territorio ucraniano dentro de las fronteras de 1991. Por lo tanto, en tal situación, Kiev violaría sus propios límites de acción militar.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, está en la misma línea que Nuland. También ha pedido a los países miembros de la Alianza que no pongan restricciones a los ataques del ejército ucraniano contra objetivos dentro de territorio ruso.
“Ha llegado el momento de que los aliados piensen si deberían levantar algunas de las restricciones sobre el uso de armas donadas a Ucrania”, dijo Stoltenberg. “Especialmente ahora, cuando se están librando muchos combates en Jarkov, cerca de la frontera, negarle a Ucrania la oportunidad de utilizar estas armas contra objetivos militares legítimos en territorio ruso hace que su defensa sea muy difícil”, añadió (*).
Si bien reconoce el riesgo de una escalada, Soltenberg “establece una distinción entre el suministro de armas, el entrenamiento y el compromiso militar”, comenta el medio. “Ofrecemos entrenamiento, suministramos armas y municiones a Ucrania, pero no participaremos directamente desde el territorio de la OTAN en operaciones de combate arriba o en Ucrania”, declaró el noruego.
De paso reiteró su rechazo a la idea defendida desde hace varios meses por Macron de enviar tropas a Ucrania. “Ese no es el plan”, dijo. “No pretendemos enviar tropas terrestres de la OTAN a Ucrania porque nuestro objetivo… es doble: apoyar a Ucrania como lo hacemos, pero también garantizar que esto no se intensifique en un conflicto a gran escala”.
Sin embargo, cada día se producen ataques ucranianos en ciudades rusas fuera de la zona del escenario de guerra. Ya sea que Estados Unidos las “permita” o no, los ucranianos llevan a cabo operaciones dentro del territorio ruso, casi siempre dirigidas contra civiles, razón por la cual estas incursiones se pueden clasificar como “terroristas”. Nuland y Stoltenberg están pidiendo a Estados Unidos que “permita” que Kiev haga lo que ya hace todos los días: matar a civiles rusos en las zonas desmilitarizadas.
Incapaz de ganar en el campo de batalla y con un ejército al borde del colapso, Ucrania apuesta por utilizar el terror contra la población civil en Rusia como estrategia para ganarse el apoyo de Occidente. A eso se suma el hecho de que cuanto más profundos son los ataques en Rusia, más capaz es la maquinaria de propaganda occidental de describir la artillería ucraniana como “efectiva” y “capaz de vencer”, renovando así el esfuerzo militar de Occidente. En este sentido, Nuland y Stoltenberg están tratando de hacer avanzar la guerra en un momento en el que las potencias occidentales han perdido cualquier esperanza en Ucrania.
Del lado ruso, los comentarios de Nuland y Stoltenberg subrayan que no habrá una solución diplomática y pacífica y que la única manera de proteger las ciudades rusas no violentas de la agresividad ucraniana es la fuerza militar. Si es necesario, Moscú utilizará su artillería y aviación de manera aún más incisiva contra las instalaciones estratégicas ucranianas para evitar nuevos ataques contra la población civil.