Diez años de la Caravana Antifascista en el Donbass. Testimonio del periodista mexicano Guillermo Quintero

En días los periodistas Alejandro Cifuentes y Beatriz Guerrero, del medio VOZ (La verdad del pueblo), mantuvieron una interesante conversación sobre la situación del Donbass con el periodista mexicano Guillermo Quintero, quien trabaja con el periódico Unsere Zeit, del Partido Comunista Alemán (DKP). Guillermo cubre el conflicto en Ucrania desde su inicio y acaba de regresar de un viaje a la cuenca del Donetsk junto a la Carava Antifascista, una iniciativa de solidaridad internacional que ya cumple diez años de labores.

Guillermo  contó sobre la experiencia de la Caravana y la situación que se vive actualmente en el Donbass. Pero antes dio sus apreciaciones sobre la naturaleza y características de la guerra en Ucrania.

Antes que nada, ¿nos podrías contar más sobre el lugar del Donbass en el conflicto?

Lo primero hay que tener muy claro es que la guerra no empieza en el 2022, sino que esto es un conflicto que se inicia a partir del año 2014 con el golpe de Estado, organizado con el llamado euromaidán, que es promovido y financiado a través de la USAID y de las embajadas de países europeos y de los Estados Unidos.

Durante el euromaidán, occidente comienza a financiar grupos de hooligans y a partir de ahí es que empiezan a crear un movimiento fascista neonazi muy importante que reivindica a Stepán Bandera. Primero tenían un papel dentro de la coalición que habían conformado los norteamericanos y los europeos. Pero poco a poco se empiezan a hacer con el control y a desarrollar acciones terribles. Una de esas fue la masacre de la Casa de los Sindicatos en Odesa.

En ese sitio se reunieron espontáneamente organizaciones sindicales, el Partido Comunista y los partidos de izquierda, para hacer una gran manifestación contra el euromaidán. Para enfrentar la manifestación, las autoridades llamaron y armaron a los hooligans. La policía no intervino allí y entonces empezaron a atacar la manifestación. La gente se refugió en la casa de los sindicatos y ahí fueron atacados nuevamente, quemando el edificio. La gente que iba saliendo y escapando, fue asesinada a palos, entre ellas mujeres embarazadas.

Esta masacre por supuesto que horroriza a gran parte de la sociedad ucraniana, porque esto les trae recuerdos de la lucha que vivieron sus abuelos contra la Europa fascista, que buscó destruir el proyecto que ellos vivieron y que aún conservan en la memoria con mucha nostalgia, el proyecto socialista de la Unión Soviética. Entonces las zonas rusófonas del sur organizaron un referéndum para independizarse de Ucrania y formar estados independientes que ellos llamaban repúblicas populares.

¿Entonces el detonante que llevó a la creación de las repúblicas populares fue la masacre en Odesa?

Sí. Varias regiones hicieron referéndums para independizarse: Járkov, Odesa, Crimea, por supuesto Lugansk, Donetsk, etc. Todos ellos hicieron estos referéndums, pero el Ejército de Ucrania, ya financiado y controlado por la OTAN, reacciona inmediatamente.

Ucrania ataca militarmente todas estas regiones, y comienzan a surgir las milicias populares. Antes de la agresión había gente movilizada, obreros, mineros, gente de los negocios, carpinteros, panaderos, que estaba defendiendo los monumentos soviéticos vandalizados, pues para ellos significaba defender la memoria de sus abuelos. Así empiezan a surgir las milicias populares. Y la gente estaba organizada para defender los monumentos, luego decide ir al parlamento, al gobierno de la ciudad. Y entonces empezaron a tomar el control, empezaron a crear las repúblicas populares. Y al mismo tiempo comenzó a llegar una oleada de personas, sobre todo comunistas y antifascistas de toda Europa y, después, de otras partes del mundo, a apoyar estos ejércitos populares, que eran milicias realmente.

Un fermento de poder popular, ¿y qué pasó entonces en Lugansk y Donetsk?

Al darse una situación de autogobierno la gente empieza también a cuestionarse muchas cosas y buscan mantener vivas las repúblicas populares, que tenían un carácter de clase, pues varios de los dirigentes incluso formaron parte del Partido Comunista. Pero todo va cambiando y muchos de estos líderes son asesinados, tanto los mandos militares como los jefes políticos, lo que complica la situación.

Además, la guerra va avanzando. El entrenamiento y el equipamiento de la OTAN al ejército ucraniano aumenta, pero también este ejército sufre varias derrotas en Lugansk y Donetsk, creando un cierto nivel equilibrio de fuerzas. Y ahí es cuando comienza a pensarse en una integración formal de Ucrania en la Alianza Atlántica.

De igual forma, en las repúblicas populares ya había mucho personal ruso, aunque en su gran mayoría voluntarios que habían ido igualmente que los voluntarios comunistas y antifascistas de otros países. Muchísimos de estos voluntarios rusos eran militares o habían sido militares, de las fuerzas especiales, de diferentes rangos y con mucha formación. Antes de 2022 había armamento ruso, aunque no un apoyo directo de la Federación, y en las repúblicas populares había cierta simpatía. Pero también se mantenía cierta distancia, porque precisamente Putin también habló claramente sobre la descomunización, dejando atrás todo lo que había sido la Unión Soviética.

No olvidemos que Putin es de un sector de los oligarcas que aparecieron una vez destruido el aparato socialista y el Partido Comunista en la Unión Soviética. Él siempre ha dicho que Rusia es capitalista, que no van a volver al socialismo y que, en ese sentido, lo que quieren es formar parte de la comunidad de Estados del nuevo comercio internacional.

Teniendo claro el panorama del conflicto, hablemos ahora de la Caravana Antifascista

Mira la Caravana Antifascista Donbass nace de los compañeros de Banda Bassotti. Ellos, luego del euromaidán, están muy atentos a la situación. Y después de la masacre de la Casa de los Sindicatos, realizan los primeros viajes. Primero van con una gran cantidad de compañeros y compañeras sindicalistas, de grupos musicales, de la solidaridad, a conocer la situación, a tratar de verla de primera mano. Ha habido gente de América latina de diferentes lugares, compañeros y compañeras de Europa, compañeros y compañeras turcos, del grupo Yorum, y en esta última Caravana había una compañera de Palestina, de Gaza.

Y con la Caravana vamos algunos periodistas que tratamos también de sacar algo de información, totalmente independiente. O sea, hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de control ni por parte de las repúblicas populares, ni tampoco por parte del gobierno ruso. Para llegar a las zonas que visitamos pasamos todos los controles, por supuesto, igual que todo el mundo. La policía nos interroga, pero jamás nos ha dicho “debes hablar con este o no debes hablar con este”; hemos ido a donde hemos querido, a donde hemos podido y claro, con las mismas restricciones de seguridad que tiene toda la población de ahí. La Caravana no es un ente político, sino que su trabajo es, ante todo, humanitario y para documentar lo que está pasando.

¿Y qué han podido documentar?

Yo he estado en los cuarteles abandonados por los batallones neonazis y donde he documentado también toda su parafernalia fascista. Hemos documentado el armamento utilizado para atacar a la población civil y cómo este viene a veces de países europeos como Alemania. También yo fui uno de los primeros periodistas extranjeros en entrar a la central nuclear de Zaporiyia y entrevistar al responsable.

Hemos estado en contacto con colectivos que trabajan en los orfanatos y hemos tenido contacto con algunos partidos de la izquierda, de los exiliados que llegaban de Ucrania y que han tenido que rehacer vida en las repúblicas populares que hoy son parte de Rusia. Yo conseguí el testimonio de Alexei, uno de los sobrevivientes de la masacre de Odesa, y que era también uno de los militantes del Partido Comunista que siempre intentó luchar por mantener un tipo de organización en Ucrania.

También entrevisté a un par combatientes antifascistas de Odesa. Ellos eran personas comunes y corrientes y que, debido a la masacre de los sindicatos, decidieron iniciar ataques clandestinos en su ciudad, que organizaron por sí mismos, contra Pravy Sektor y los batallones neonazis que tenían sus sedes allí. Ellos sobrevivieron durante 2 o 3 años haciendo atentados y siendo perseguidos. Fueron detenidos por la inteligencia ucraniana. Pasaron algunos años en la cárcel en Ucrania y en un intercambio de prisioneros fueron liberados, pasando a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, donde se unieron a milicia popular y combatieron durante un tiempo hasta recibir la baja como veteranos.

¿Cómo es el trabajo humanitario de la Caravana?

Primero se empezó a trabajar en el apoyo a algunos orfanatos porque se vio que la situación en algunos era terrible. Cuando desaparece el Estado todos estos lugares quedan desprotegidos, al cuidado de gente voluntaria, y sin recursos. Contribuimos con lo poco que hay, porque todos somos trabajadores, gente obrera, y con lo que se junta a través de los conciertos, de fiestas y cosas así.

Cuando todo empezó, fuimos a un orfanato con chicos con discapacidades psíquicas y físicas. Luego, cada vez que íbamos a Donbass, volvíamos a ese orfanato y nos hacían un festival, que era como el festival de fin de curso que hacen los niños en las escuelas. Estos niñitos discapacitados y huérfanos no tienen a nadie en el mundo, muchos de ellos son huérfanos o discapacitados por la guerra. Y nosotros ahí éramos como sus papás, los que van a verlos. Y ellos se presentaban ahí cantando, bailando, haciendo cualquier cosa, y nosotros éramos el público y ellos las grandes estrellas. Éramos sus papás en ese momento, entonces no te puedes imaginar lo que significa. Ya nos conocen, y por eso, cada año cuando vamos allí, nos esperan con esa alegría y es algo realmente muy lindo, muy reconfortante, aunque sea algo mínimo y que no vaya a trascender ni cambiar nada, pero para ellos es todo. Entonces ese tipo de cosas son muy lindas de poder hacer.

Toda una labor internacionalista. Y a propósito, ¿qué nos puedes contar de los combatientes internacionalistas?

Desde la Caravana siempre tuvimos una relación con algunos internacionalistas, como Texas, mi amigo Alexis Castillo, el colombiano que tenía como seudónimo Alfonso Cano, un mexicano que estudió en la URSS o el italiano Eddie.

El mexicano se fue a estudiar agronomía en la Unión Soviética, y se quedó. Después que su país adoptivo se transformó, él hizo lo que tenía que hacer y se metió en las milicias de defensa. Eddie el italiano era su amigo, murió hace 2 años; estaba con él en la trinchera y se tiró encima de una granada, que estalló y, bueno, lo salvó.

¿Y qué nos puedes decir de Alexis?

Fue militante de las juventudes comunistas del Partido Comunista de los pueblos de España. De hecho, el PCPE lo reivindica como militante suyo. Yo lo conocí en el 2017-18, no me acuerdo bien y bueno, siempre tuvimos muy buena relación, hablábamos mucho. Teníamos bastante debate político porque los dos hemos sido migrantes latinoamericanos. Yo por exilio, él por la situación económica de su familia.

A él le gustaba mucho estudiar, quería seguir formándose y tenía bastantes proyectos para seguir trabajando en la construcción de un partido en España. También estaba muy atento a lo que estaba pasando en Colombia. El cayó en un momento en que se estaba dando el cambio con Petro. Y era un momento interesante y él siempre tenía, o teníamos, la sintonía en una visión comunista. Él tenía esperanzas en que las cosas mejoraran, pero con la claridad también de que el proceso colombiano es un proceso difícil, largo y además con muchas necesidades. Sobre todo, la construcción de una conciencia de clase más profunda y de una ruptura con el pensamiento neocolonial.