Macron atiza la hoguera en Ucrania

*Ricardo Arenales / VOZ

En una estrategia internacional que algunos califican como “una diplomacia personalista y sin estrategia”, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha dado un dramático viraje en torno al conflicto en Ucrania y a sus relaciones con Rusia, padeciendo una metamorfosis, de ‘paloma’ a ‘halcón’ en su postura frente a la guerra.

El punto crítico de esa actitud se dio cuando en febrero de este año, en el marco de la Cumbre Internacional sobre Ucrania, celebrada en París, el mandatario galo habló de la posibilidad de enviar tropas de la OTAN, y en primer lugar de Francia al escenario ucraniano.

Una propuesta que sorprendió a muchos. Que ni siquiera fue consultada con sus socios de la OTAN. Y que provocó, desde luego, una seguidilla de declaraciones de otras potencias europeas, deslindándose de la postura de Macron e indicando que un paso en este sentido ni siquiera se había considerado.

Metamorfosis

De acuerdo con un artículo reciente de The Daly Telegraph, las declaraciones del presidente francés sobre el envío de tropas a Ucrania son producto de sus ambiciones personales de restablecer el prestigio de Francia a nivel internacional y de proyectarse él mismo como líder regional.

Macron, no mucho tiempo antes, abogaba por mantener abiertos los canales diplomáticos con Rusia, señala el periódico. Apenas en dos años, el presidente francés ha pasado de encarrilar un diálogo con Putin, a no descartar el envío de tropas de la OTAN a Ucrania, buscando completar el cerco militar agresivo de Occidente a Rusia.

Todavía en la primavera de 2022, Macron se preciaba de conversar por teléfono varias veces en el mes con Putin. Desde entonces, no ha habido ninguna conversación, aseguran fuentes del Palacio del Elíseo.

Pocos dirigentes de la Unión Europea han variado tanto su posición respecto a la guerra en Ucrania como Macron. “En política internacional, lo que ha caracterizado al presidente francés desde 2017, no ha sido su coherencia ideológica ni estratégica, sino su estilo personalista y oportunista”, dice desde París el analista Enric Bonet.

Un asunto de defensa

Según el mismo Macron, el cambio en su pensamiento obedece al ‘endurecimiento’ de Rusia en el conflicto ucraniano. No habría tal si se tiene en cuenta que el país euroasiático debería responder al incremento de la belicosidad por parte de las fuerzas de la OTAN. En realidad, más que endurecimiento, lo que preocupa al mandatario francés es el desgaste del Ejército, la sociedad y el gobierno ucranianos en la ya larga confrontación con su vecino.

“La contraofensiva no salió como esperábamos”, dijo Macron el 16 de mayo pasado en conversación con un grupo de periodistas. En los mismos términos habló el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, durante una visita a París.

La respuesta de Rusia a la belicosidad del gobernante francés no se ha hecho esperar. El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, dijo al respecto que no tiene duda de que Rusia es para Francia un adversario. “Debido a que Francia ya está implicada en la guerra de Ucrania; de hecho, indirectamente participa en esta guerra. Y a juzgar por las declaraciones del presidente (Macron), no le importa aumentar el grado de su implicación”, precisó Peskov.

Fomenta tensiones

Con su posición, en el manejo de asuntos domésticos, Macron ha logrado unificar criterios de la extrema derecha, de la izquierda y de sectores populares en el rechazo a esa escalada guerrerista. “El presidente de Francia está dirigiendo al país no solo hacia el caos, sino también a la guerra, como lo ha dado a entender con sus últimas declaraciones”, dijo Marine Le Pen, fundadora del partido Agrupación Nacional.

Además de pronunciamientos similares de otras formaciones políticas, la opinión pública se ha expresado en forma contundente. De acuerdo con un sondeo de la encuestadora Elabe para el canal BFMTV, “el 57 por ciento de los franceses afirman que Macron no tuvo razón al hablar de un posible envío de tropas a Ucrania y llamar a los aliados a «dar un salto», lo que crea discrepancias entre los aliados y fomenta las tensiones entre Francia y Rusia”, señala el estudio.

La mitad de los encuestados se opone también a la ayuda de 3000 millones de euros que el gobierno francés ofreció al régimen de Zelenski. Con indignación se oponen también a un acuerdo de seguridad firmado en febrero pasado entre Francia y Ucrania.

En el atolladero

En una posición realista se coloca también la opinión de Doug Bandow, miembro destacado del Instituto Cato ─un tanque de pensamiento de la derecha dura norteamericana─, exasistente especial del presidente Ronald Reagan, Bandow en artículo de prensa reciente afirmó:

“Si la OTAN termina en guerra con Rusia, todos sabemos quién cargaría con la mayor parte de los combates y muertes: los estadounidenses. Si el conflicto se volviera nuclear, sabemos a quién apuntarían los misiles balísticos intercontinentales rusos: nuevamente a los estadounidenses”.

La opinión de este personaje no es de derecha ni de izquierda. Es simplemente de sentido común, y se refiere a una realidad conocida: la OTAN es Estados Unidos. Sin el poder que aporta Estados Unidos, la OTAN es pólvora mojada. Ni siquiera juntando los cinco mayores ejércitos europeos se podría construir un ejército competente que enfrente a Rusia.

Macron y el resto de dirigentes occidentales admiten que Ucrania está perdiendo la guerra. Pero a pesar de la altísima cifra de bajas entre las tropas de Kiev, no quieren aceptar que ha llegado el momento de la negociación diplomática y de aceptar una Ucrania ‘neutral’, para cimentar el camino de la estabilización. En vez de eso, en una actitud miope, apuestan a una escalada del conflicto.

En vista de tal terquedad, Moscú ha advertido de un nuevo curso inevitable. Ha dicho a Occidente: prepárense para la rendición de Ucrania, para la caída del régimen de Zelenski. Será un destino inevitable, cuyo desenlace será cuestión de meses.