*Angel Modesto Navarro / GeopolitikaZ
En Febrero de 2023, se cumplía el primer año de la invasión rusa en Ucrania y dentro de la de la estrategia europea de seguir apoyando el esfuerzo de guerra ucraniano, se daba un paso significativo y mediático, al anunciar el suministro de los primeros carros de combate Leopard-2 a las Fuerzas Armadas de Ucrania. El publico general, que se informaba a través de los medios de comunicación, entendía que esto iba a significar un vuelco determinante en el desarrollo de las operaciones militares y que el defensor ucraniano lograría aprovecharse de semejante sistema de armas para derrotar al atacante.
Pero no sucedió, cierta sensación de frustración y desconcierto volvía a reaparecer entre la opinión publica y la opinión publicada en Europa y Norteamérica. La realidad es que no era una sensación nueva, sucedió lo mismo durante el segundo semestre de 2022, cuando se desplegó el sistema de artillería tipo M142 HIMARS (High Mobility Artillery Rocket System) sobre la llanura ucraniana y, volverá a suceder lo mismo a lo largo de 2024, cuando el avión de combate F-16 Fighting Falcon se empiece a suministrar a la Fuerza Aérea de Ucrania, y se le quiera convertir, en el factor decisivo que pongan fin al conflicto, a favor de Ucrania.
La propia estrategia de guerra de propaganda desarrollada por la UE desde el comienzo del conflicto en Ucrania, funcionando como caja de resonancia, ha sido el principal causante de haber generado el desconcierto dentro de la población europea cuando uno de los principales objetivos era generarlo sobre uno de los tres puntos de la trinidad del adversario, su población.
De aquellas arenas, estos lodos o cómo explicar (brevemente) las cosas bien. El estudio de la guerra no es una cosa menor y no se debe tomar a la ligera, requiere entender y comprender sus principios y dinámicas que la articulan desde una posición sosegada y reflexiva, no son amigas del ritmo acelerado y frenético en la que estamos inmersos, a través de un singular ‘bucle de Boyd’ permanente.
Dicho esto, ¿Por qué no han fallado los Leopard-2?. Empecemos definiendo lo que es un Carro de Combate (o Tanque de Batalla Principal / MBT – Main Battle Tank):
El carro de combate es un vehículo de combate blindado autopropulsado, dotado de una gran potencia de fuego, a través de su arma de fuego principal, el cañón, necesario para atacar tanto objetivos blindados como no blindados, que dispone de una gran movilidad campo a través y un alto nivel de autoprotección.
El Leopard-2, es una plataforma que cumple sobradamente para lo que fue diseñado e indudablemente se encuentra entre los mejores carros de combate del mundo en la actualidad pero hay que tener en cuenta lo siguiente, es un sistema de armas que por si solo no es determinante y necesita integrarse dentro de una estructura de ‘armas combinadas’, en la que como si de un equipo de futbol se tratase, cada sistema de armas (carro de combate, infantería, artillería, aviación, ingenieros) opera de manera conjunta bien sincronizada, reduciendo sus vulnerabilidades individuales e impulsando sus virtudes colectivas para alcanzar el objetivo seleccionado.
Para llegar a cumplir con ello, previamente, empieza un proceso visualmente difícil de publicitar pero que es el mas importante, comenzando con la formación de tripulaciones y de tropas, que interioricen y asimilen las tácticas, técnicas y procedimientos (TTP) dictadas por el tipo de doctrina requerida que se ajuste a los objetivos políticos indicados y que, determinan el punto esencial en cualquier conflicto, la logística necesaria para mantenerse y sostenerse en el espacio y en el tiempo.
Cualquier tipo de desajuste en alguno de los puntos anteriores, conlleva en resultados catastróficos, independientemente del sistema de armas que se disponga. El lector debe entender que esto es un medio para alcanzar un fin, no un fin en si mismo como se ha intentado promocionar por parte de la UE a través de las diversas campañas de propaganda que ha venido desarrollando, como si de una serie de Wunderwaffe o armas milagrosas se tratase, que con su sola mención o presencia sobre el campo de batalla, resultaría determinantes. Y eso nunca ha sido así, ni lo es ahora, ni lo sera en el futuro.
El conflicto en Ucrania ha puesto encima de la mesa que factores tan clásicos como la Inteligencia (y el correcto empleo de las herramientas de Mando y Control a través de la sensorizacion del campo de batalla), la Logística (para disponer y mantener los sistemas de armas disponibles) y la Moral (que cohesiona la voluntad por seguir combatiendo para imponerse al adversario) siguen siendo los pilares fundamentales de la fuerza militar que manejan los estados.
Como en el cuento de Hans Christian Andersen, la guerra en Ucrania ha señalado al rey desnudo y nos recuerda a través de su clásica moraleja que:
“No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad”