Entrevista a Luis Gonzalo Segura, autor del libro «La trampa ucraniana. El relato occidental a examen»

«Los conglomerados mediáticos de Occidente han evitado contar a los ciudadanos la totalidad del contexto en torno al cual gira la guerra que se libra en suelo ucraniano para evitar que puedan hacerse una idea exacta de lo que esta significa.»

*Globalter (globalter.com)

Luis Gonzalo Segura es exteniente del Ejército español. Fue expulsado de las Fuerzas Armadas por denunciar su corrupción de manera pública en 2015. Ahora es escritor y colabora en varios medios de comunicación. En su último libro, La trampa ucraniana. El relato occidental a examen (Akal, 2023), plantea cuáles son los hechos clave del conflicto entre Rusia y Ucrania desde 2014. Hablamos con él sobre la guerra y los últimos acontecimientos.

Inicias tu nuevo ensayo diciendo que Occidente está acostumbrado a juzgar lo que pasa en el resto del planeta desde un plano de falsa superioridad moral. ¿Lo está haciendo con la guerra entre Rusia y Ucrania?

Por supuesto. Es algo que se percibe con mucha claridad. Hay un elemento clave que deberíamos tener en cuenta para analizar este asunto, que es el de lo que está ocurriendo entre Palestina e Israel.

Si intentamos comparar el posicionamiento del mundo occidental respecto a la guerra de Ucrania con el que sostiene en cuanto a este conflicto de Oriente Medio, podemos observar la hipocresía, la falsedad y el cinismo que lo caracterizan. La opinión que ha emitido sobre la contienda ha ido variando en proporción a la manera en que esta afectaba a sus intereses.

Esa opinión es difundida a través de los medios de comunicación, a los que tú criticas por construir un relato monolítico sobre lo que acontece en Ucrania. ¿Están engañando a su público?

Yo creo que sí. Los conglomerados mediáticos de Occidente han evitado contar a los ciudadanos la totalidad del contexto en torno al cual gira la guerra que se libra en suelo ucraniano para evitar que puedan hacerse una idea exacta de lo que esta significa.

También se han dedicado a ejecutar operaciones propagandísticas tan burdas como la de relacionar la figura de Vladimir Putin con la de Adolf Hitler. Desde luego, el presidente ruso no es un buen tipo. Me sorprende que haya personas dentro de la izquierda española que sientan admiración por él, ya que es un ultraderechista sin escrúpulos que vulnera todos los derechos humanos habidos y por haber.

Sin embargo, creo que hay una diferencia enorme entre la Rusia actual y la Alemania nazi. El símil es un disparate, y lo que no entiendo es como la gente que dice estas barbaridades puede quedarse tan tranquila.

¿Qué partes del contexto del conflicto no han descrito los medios?

Ninguno de ellos ha querido hacerse la pregunta de por qué Rusia ha invadido Ucrania. Estoy de acuerdo en que es un acto intolerable, pero nadie se ha cuestionado los motivos que las autoridades rusas tenían para iniciar el ataque.

La información que se nos ofrece sobre el tema está tan sesgada que con ella solo podemos establecer juicios de valor. No nos han explicado lo que ha pasado en este país durante los últimos 30 años, ni que Rusia se ha sentido amenazada por la intromisión de Occidente en Ucrania, que pertenece desde hace décadas a su esfera de influencia.

¿Podemos y debemos discutir que siga habiendo áreas de influencia? Sí. ¿Podemos y debemos discutir que a día de hoy haya estados que son vasallos de otros? Claro. Pero lo cierto es que, hasta hace unos años, Ucrania era un Estado vasallo de Rusia. Y, si ganara la guerra, lo sería de Estados Unidos.

¿Cómo ha llegado Europa a la situación actual?

Nosotros hemos querido arrebatar Ucrania a Rusia, y Moscú ha advertido en múltiples ocasiones que no iba a permitirlo. Los rusos siempre han marcado este asunto con una línea roja porque consideran que Ucrania no es un país soberano. Y tienen argumentos con los que defender su postura.

Aunque, más allá de que estos sean o no ciertos, los países occidentales siempre han tenido muy claro lo que podrían generar sus estrategias en Europa del Este. Lo que intentaban era aislar a Rusia en términos geopolíticos. Querían convertirla en una potencia regional que se orientara hacia Asia para que, además, compitiera con su otro gran enemigo: China.

Su intervención en Ucrania en la primera década de este siglo respondió a esta dinámica, y acabó derivando en una de esas revoluciones de colores que se supone que son tan bonitas y democráticas.

Todo eso es lo que ha hecho que Rusia se sienta justificada para invadir a su vecino. Como decía antes, no hay razonamientos jurídicos en los que pueda apoyarse para haber emprendido tal acción, pero sí que es verdad que su decisión es entendible en términos geopolíticos.

Occidente no es el más indicado para denunciar lo que está pasando allí. ¿Acaso Estados Unidos no ha usado ese mismo tipo de razonamiento para lanzar a sus tropas sobre Irak, Libia o Afganistán? El Gobierno de Washington ha tenido la oportunidad de liderar el planeta y de imponer unas nuevas leyes geopolíticas, pero lo único que ha hecho ha sido abusar de las que rigen el mundo actual. Ahora estamos viviendo las consecuencias.

En La trampa ucraniana, afirmas que las fuentes utilizadas por los periodistas para crear el relato sobre la guerra son muy parciales y están contaminadas desde el principio. ¿Cómo es posible?

Yo tampoco me lo explico. Estas personas deberían tener un mínimo de respeto por los ciudadanos y sus propios medios. Por ejemplo, está el caso de María Ramírez, la redactora jefa de la sección internacional de elDiario.es. Sus artículos sobre el tema no tienen ni un mínimo de criterio…

También podríamos hablar de Francis Fukuyama, que, de repente, publicó un vídeo en las redes sociales asegurando que el Ejército ruso colapsaría en cuestión de días. Muchos medios de comunicación comenzaron a distribuir esa «información» por sus propias redes, aseverando que Putin no iba a llegar a Navidad. Dos años después, vemos que estas declaraciones no tenían ningún sentido.

Y, por otra parte, todos esos generales norteamericanos ultraderechistas que creían que Rusia había ganado el conflicto una o dos semanas después de que este se iniciara tampoco se han mostrado acertados.

Por desgracia, vivimos inmersos en una vorágine de opiniones elaboradas sin argumentos racionales. Hay muy pocas personas que analicen la contienda de forma independiente porque hacerlo tiene un coste muy alto, tanto a nivel profesional como personal. Al final, te acabas quedando fuera del juego.

Por lo que cuentas, parece que no se garantiza el derecho a la libertad de expresión en ningún lugar del mundo…

Claro. En Occidente, hay leyes que dicen que existe, pero es mentira. Y, en Rusia, si escribes algo que no le gusta al Gobierno, ingresas en prisión. Por lo menos, sus autoridades son más honestas, dado que expresan con claridad que lo único que se escribe allí es lo que ellas quieren que se escriba.

Aquí, nadie necesita censurar a los periodistas porque ya lo hacen ellos mismos. Saben a la perfección lo que pueden decir y lo que no. Fijémonos en el diario El País, que tiene una gigantesca cantidad de despidos a sus espaldas. Uno de los últimos ha sido el de Fernando Savater, que fue uno de sus fundadores.

De hecho, voy a ir más lejos. No es que no haya libertad de expresión, es que tampoco hay democracia. Lo que la gente conoce con ese nombre no es más que una herramienta que permite a Estados Unidos y a las élites occidentales controlar a la ciudadanía.

Según tú, ¿cómo lo hacen?

Que los lectores investiguen acerca de los procesos de transición democrática en Europa, Asia, África o América Latina. Es evidente que lo único que Estados Unidos ha buscado con ellos es la instauración de sistemas «democráticos» diseñados para que los restantes países del mundo se conviertan en sus vasallos.

El mejor ejemplo para probar que a sus líderes no les interesa que sus «aliados» posean una verdadera soberanía democrática quizá sea el de la España franquista. ¿Por qué permitieron los líderes del «mundo libre» que el régimen subsistiera? Muy sencillo. Preferían que aquí gobernara un dictador a que los ciudadanos votaran y llegaran a un hipotético acuerdo con la URSS.

En Alemania pasó algo parecido. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los dirigentes estadounidenses prefirieron que esta quedara fraccionada a que se convirtiera en un Estado democrático y pudiera ejecutar un viraje hacia la Unión Soviética.

Eso era algo que no les convenía, ya que habían alcanzado su prominente posición geopolítica posicionándose en Europa, a la que concebían como una cabeza de puente sobre Eurasia.

Entonces, ¿crees que no ha habido ningún verdadero régimen democrático en el mundo?

Quizás el más cercano a ese ideal fue el de la Atenas de Pericles. A pesar de ello, esa ciudad-Estado solo era democrática para sus ciudadanos. Fuera de su territorio, mantuvo las mismas reglas geopolíticas que cualquier potencia actual.

Al final, lo que cualquier mandatario pretende de otros territorios es la extracción y la explotación. En ese sentido, Estados Unidos utiliza la democracia como una herramienta de succión que le proporciona enormes beneficios.

Antes mencionabas que piensas que relacionar a Putin con Hitler es un error. Algunas personas también han establecido asociaciones entre el conflicto ucraniano y la Segunda Guerra Mundial. El líder nazi fue uno de los principales causantes de la destrucción del orden internacional de Versalles, y, de alguna forma, Putin está intentando fomentar la creación de un nuevo sistema multipolar. ¿Estas situaciones son comparables?

Sí y no. No podemos hablar de verdades absolutas. Creo que, la mayoría de las veces, esa clase de símiles se fabrican con meros fines propagandísticos. Lo que se pretende al describir de esa manera la figura de Putin es infundir miedo al ciudadano, exaltarle para que pida ir a la guerra.

Es muy fácil decirnos que tenemos que vender armas a Ucrania porque sus gobernantes son muy buenos y demócratas y porque, al fin y al cabo, ha sido invadida de manera injusta por el nuevo Hitler del siglo XXI. Mucho más que explicarnos la realidad geopolítica…

Pasa lo mismo con Palestina. Es más factible que la gente compre la explicación de que todos los palestinos son unos terroristas y que pertenecen a Hamás que la de que Israel lleva décadas financiando a esa organización porque quiere que el territorio que ahora mismo está bombardeando esté lo más radicalizado posible para justificar las vulneraciones de derechos que está llevando a cabo.

Aunque estas últimas semanas han matizado más sus palabras, los dirigentes de Occidente han afirmado repetidas veces que Ucrania ganará la guerra desde que esta comenzó. ¿Tienen razón?

Nadie la tiene. Una de las principales premisas de mi último ensayo es la de que no debemos creer en ninguna predicción hecha más allá del corto plazo. Es imposible saber quién va a ganar.

Aun así, Kiev no podrá obtener la victoria si Occidente sigue bloqueando la ayuda económica que le ha proporcionado hasta hace poco. Los partidos políticos que pueden ordenar el envío de dinero, armamento y otros suministros no son más que herramientas del poder económico occidental, y este ya se está dando cuenta de que derrotar a Rusia no va a ser tan fácil como pensaba.

Es cierto que, hasta ahora, Moscú no ha podido con Ucrania. Pero eso no significa que esta pueda derrotar a Rusia. Eso solo sería posible si Estados Unidos y sus aliados invirtieran muchísimo más dinero en su «socio».

Por otro lado, Rusia se juega la vida en Ucrania. No la va a abandonar así como así. De este modo, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿cuán dispuesto está Occidente a sacrificar su bienestar por mantener a Ucrania en el juego y hacer que esta desangre a Rusia?

Imagino que no es algo fácil de calcular, pero, ¿en qué medida son importantes los últimos avances militares rusos en el este de Ucrania?

Yo diría que son bastante relevantes. Aunque considero que lo es más el hecho de que Rusia no haya colapsado, ya que todo el mundo tenía muy claro que su derrumbe iba a materializarse tras el inicio de la contraofensiva ucraniana de 2023.

Lo único que ha quedado demostrado es que el contraataque ha sido un completo desastre, y ello a pesar de la manipulación aplicada por ciertos medios de comunicación como el The New York Times, que ha estado publicando mapas modificados sobre los territorios recuperados por los ejércitos de Zelenski durante los últimos 9 meses.

Creo que ahora mismo nos encontramos en un periodo de incertidumbre. Si el Congreso estadounidense sigue bloqueando los intentos de financiación del presidente Biden a Ucrania, lo más probable será que esta se vea en un grave apuro. Sin embargo, la continuación de la lucha depende de su voluntad y de la capacidad que muestre Rusia para doblegarla. Como mínimo, habrá que esperar unos meses para ver qué es lo que va a pasar.