Guillermo Quintero, periodista de guerra de la Caravana Antifascista / Agencia Bolivariana de Prensa (ABP)
En un lugar discreto en la ciudad de Donetsk hay un centro de refugiados: familias y personas que han tenido que huir de zonas cercanas a las líneas de contacto del frente de guerra, de ciudades como Artiomovsk o Avdivka o barrios periféricos de la ciudad de Donetsk.
Llegan en condiciones de mal estado de salud, desnutrición y con secuelas psicológicas tras vivir semanas o meses de aislamiento, escondiéndose en los sótanos de los bombardeos, el asedio de francotiradores y de la artillería, con poca agua, sin luz, o incluso en ocasiones heridos de distinta gravedad y sin atención médica.
Al llegar al centro son recibidos y atendidos en sus necesidades más apremiantes, hasta que poco a poco se van recuperando y consiguen vivienda y condiciones para reorientar sus vidas en un nuevo lugar.
La ayuda humanitaria se reúne en diferentes almacenes en el centro: ropa y zapatos, alimentos, electrodomésticos para el buen funcionamiento del centro, entre muchas otras cosas. Esta ayuda llega desde diferentes lugares e instituciones. Hemos visto cajas de la Cruz roja internacional, así como de instituciones oficiales, mezcladas con aportes de solidaridad de colectivos, asociaciones y personas anónimas. Un caso especial es el de algunas ciudades rusas que están hermanadas para financiar y trabajar en la reconstrucción, como es el caso de San Petersburgo, que se ha hermanado con Mariupol.
Después de conocer el centro, nos presentamos los miembros de la Caravana, y les contamos de las experiencias que hemos vivido en la cobertura de su situación y compartiendo su suerte por poco tiempo en lugares como Mariupol. Nos aclaran que los refugiados miran a cualquier visitante con desconfianza, siguen marcados por el miedo.
«Algunos de los periodistas que venimos en la Caravana hemos visto las condiciones en las que han tenido que sobrevivir y la forma en que han sido maltratados por los batallones neonazis. No queremos hacerles recordar todas las atrocidades por las que han pasado, solo queremos que sepan que estamos haciendo todo lo posible por contarlo a las personas que no saben lo que en realidad está pasando en esta guerra.»
Algunos de ellos se emocionan por estas palabras, nos piden por favor que no grabemos sus caras, y comienzan a compartirnos sus testimonios.
Una de las refugiadas nos dice: «No hemos querido hablar con periodistas, porque cada vez que venían periodistas nos bombardeaban, quedamos con mucho miedo de ver a los periodistas porque eso significaba que nos iban a bombardear nuevamente.»
«Queremos que ustedes digan a la gente que pida a sus gobiernos que no manden más armas para Ucrania, ellos están asesinando principalmente a la población civil, esas armas están matando a personas que no participan en la guerra.»
Esta mujer cuenta que ellos estaban en la ciudad de Artiomovsk, conocida por el nombre ucraniano de Bajmut: «Nosotros vivimos la experiencia de ver que los militares ucranianos, especialmente los batallones neonazis como Azov o Aidar, disparaban a la gente y les lanzaban granadas desde las iglesias. Todos sabemos que los gobiernos de Europa están suministrando armas a Ucrania, pero nadie está diciendo que usan esas armas contra los civiles.»
Mientras ella nos narra su testimonio una mujer mayor llora y poco a poco más refugiados quieren hablar.
«Ahora hemos quedado traumados para siempre, cuando escuchamos un avión o un disparo o simplemente un ruido fuerte, sentimos mucho miedo por el recuerdo de lo que hemos vivido. Y todavía hay mucha gente rusa viviendo en Ucrania que viven bajo este mismo miedo.»
Un miembro de la Caravana e integrante del Partido Comunista alemán les dice: «Desde el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, Alemania tiene una deuda grande con estas tierras y con su gente y no pararemos de exigir con manifestaciones y combatiendo la propaganda guerrerista de los gobiernos de la Europa, en especial de Alemania, para que paren su aventura guerrerista en Ucrania.
Sabemos que la guerra beneficia y da grandes ganancias a la industria armamentística alemana. Esto y el suministro de armas no son ninguna contribución para la paz.»
Uno de los miembros de la Banda Bassotti de Italia comenta: «Cada vez más gente de nuestros países se pronuncia en contra de la guerra y los gastos que está generando, dejando desprotegida a la gente y quitando dinero de los gastos sociales y los subsidios para enriquecer a la industria armamentística.»
Un integrante de la Caravana que viene desde Francia, es miembro de uno de los más importantes sindicatos franceses, y manifiesta: «Las declaraciones que ha dado el presidente Manuel Macrón están en contra de lo que mucha gente quiere en Francia. Existe en los trabajadores una visión muy diferente y muchos trabajadores de Francia no quieren que se mande gente a luchar, a asesorar o a entrenar a batallones nazis en una guerra, mientras que en el propio territorio se están perdiendo cada vez más los derechos laborales por los que se ha luchado tanto. El presidente de Francia y otros partidos están tomando acciones para reprimirnos y amedrentarnos con el fin de evitar que podamos denunciar o protestar contra estas políticas, pero viendo el coraje que tienen ustedes para seguir adelante, tenemos claro que lo seguiremos haciéndolo.»
Varios miembros de la Caravana que vienen del Estado español han estado también en Palestina y una de las compañeras es de Gaza y se dirige a los refugiados: «Yo nací en un campo de refugiados y junto con mi familia siempre hemos vivido de un campo a otro y sabemos lo que significa ser refugiado. Aunque cada persona lo vive de una manera distinta, y la causa del pueblo palestino es muy diferente, todas sabemos lo que es luchar contra el fascismo y el racismo. Mi familia lleva seis meses viviendo bajo de un bombardeo continuo. Y sabemos que cuando los refugiados tienen que huir de sus casas, muchas veces se convierten en la voz de lo que allí está ocurriendo.»
Los refugiados dan grandes muestras de cariño y solidaridad con el pueblo palestino.
Un hombre mayor de los refugiados nos pide: «Por favor cuenten la verdad cuando regresen a sus países. Es muy importante que digan todo lo que está pasando y las cosas que están haciendo sus gobiernos aquí.»
Otra mujer que se expresa en ucraniano: «Zelenski ha traicionado a su propio pueblo y a su propio país. Yo he visto como las tropas de Ucrania han bombardeado a su propio pueblo y ha puesto a las tropas a cazar a los civiles como si fuera un safari. Cuando venían a aprovisionarse de las ayudas humanitarias los soldados los cazaban, cuando van a buscar agua les disparan y ellos se daban cuenta que eran ucranianos de los batallones neonazis.»
Otra mujer dice: «Nos quedamos sin nada, sin ropa, sin casa; nos han traído aquí sucios y hambrientos, a algunos de nosotros heridos. Afortunadamente ahora ya hemos podido recuperarnos de todo esto, pero todavía tenemos miedo.»
Otro refugiado afirma: «También queremos decir que nosotros no queremos vivir de las ayudas, queremos vivir bien, queremos vivir sin miedo, tener nuestras cosas, nuestra casa, nuestro trabajo y poder tener una vida con paz. Queremos vivir bien con todos los países, porque esta guerra no hace bien a nadie.»