*Guillermo Quintero, periodista de guerra de la Caravana Antifascista / Agencia Bolivariana de Prensa (ABP)
Para ir al barrio de Petrovski, en la ciudad de Donetsk, nos ponen muchas trabas por nuestra seguridad. Sin embargo muchas personas todos los días viven, entran y salen de este barrio, que es de los más castigados por el fuego de misiles y artillería de las tropas ucranianas. No son cuarteles, bases, baterías artilleras ni depósitos de armas o municiones. Son casas de civiles con niños, mujeres, hombres y ancianos, que hacen su vida intentando sobrevivir a los inconvenientes de la guerra y esperando tener la suerte de que una noche durmiendo o yendo a comprar al mercado, o saliendo de la escuela, no les caiga la muerte encima. Se respira la tensión. La gente aunque es muy amable, mantiene una expresión un tanto triste.
Llegamos a nuestro objetivo para el día de hoy, es visitar la casa que ayer fue víctima de la artillería. Ayer cayó un misil aquí matando a un niño de dos años, uno de diez, y uno de 14, así como dejando gravemente herida a su madre. Es una casa baja y sencilla, con una cocina y un jardín, que ha quedado completamente destrozada. Aún a la vista los libros infantiles de cuentos y de dibujos para colorear nos recuerdan quiénes estaban aquí.
Mientras hacemos fotografías y vídeos, se escucha al fondo los ruidos de la artillería sonando. Hablamos con los vecinos de al lado que están reconstruyendo su propia vivienda y nos cuentan de esta familia que ya había perdido al padre y que deja ahora a una mujer entre la vida y la muerte, sin familia y sin su hogar.
De pronto se oye el estruendo de los aviones caza que vienen a castigar las posiciones de artillería ucranianas, volando rasantes quizás a un kilómetro o dos de donde nos encontramos, dejan su carga explosiva y se les ve tirar unas bengalas para despistar al fuego antiaéreo. En la salida pasan por encima de nuestras cabezas con un ruido ensordecedor.
Nos marchamos y nos paramos a comprar cosas en un mercado. Pasamos a ver unos heridos que son atendidos en un hospital improvisado. Ahí nos cuenta un hombre que fue herido en la pierna y su hija en el brazo. Otro hombre se recupera también de las heridas de la artillería. A la vuelta hay un accidente en las vías del tranvía que todavía circula por aquí. Es una cotidianidad complicada, a merced de la suerte, donde la gente hace todo lo posible por continuar con su vida.