Amparo Lasheras / NAIZ
Howard Zinn, en su libro «La otra historia de EEUU», comenta como Theodore Roosevelt, presidente de EEUU entre 1901 y 1909, en una carta a un amigo escribió: «Agradecería cualquier guerra, creo que este país necesita una». En su opinión, un conflicto bélico «desviaría la rebeldía de las huelgas» y ayudaría a resolver las consecuencias de las crisis económicas de la década de 1890. Aunque solo sea el eco de una época pasada, el comentario subraya el proceder histórico del capitalismo, que cambia en formas, razones y tiempo, pero no en esencia. La reciente intervención en el Parlamento Europeo de la presidenta de la CE, Úrsula von der Leyen, asegurando que «Europa debe de dar un paso adelante» para detener un posible ataque de Rusia… viene a ser lo mismo. Sobre todo, porque ello supone un rearme y un incremento en el gasto militar y, por lo tanto, mayores beneficios para las empresas armamentistas, élite del sistema, que ya han aumentado su producción en un 40%. Se acercan las elecciones europeas y los mensajes para familiarizar a la opinión pública con la probable necesidad de una guerra contra Rusia están ya en los grandes titulares de la prensa. Europa se encamina hacia unos comicios muy cruciales, sin ningún pensamiento crítico que agite los principios dormidos de la izquierda europea.