Café Donetsk. Siluetas de una guerra civil

Un relato sobre internacionalismo y los «otros ucranianos», los «separatistas pro-rusos», la gente más estigmatizada de Europa

“Esta gente no quiere volver nunca más a formar parte de esa Ucrania que quieren construir las nuevas autoridades impuestas por Washington en Kiev. Los «otros ucranianos» podían vivir sin demasiados problemas bajo la Ucrania que existía hasta el año 2014. Pero no pueden vivir en la Ucrania que pretenden inventarse quienes reivindican la figura de Stepan Bandera y enarbolan las banderas del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) (4) y de la 14.ª División de Granaderos Waffen-SS Galizien”

«Nous vivons dans le monde où il y a de plus en plus d’information et de moins en moins de sens» Jean Baudrillard, Simulacres et Simulation .

Nota del editor: El texto que se publica a continuación fue publicado en el número 425 de junio de 2023 de la revista político-cultural «El Viejo Topo». Fue publicado con alguna pequeña modificación del texto original que se publica aquí de manera íntegra.

Nota previa del autor: Este texto es una recreación de situaciones, diálogos y vivencias personales que proceden de mi experiencia en la ciudad de Donetsk. Allá estuve viviendo y trabajando entre los años 2016 y 2018. Los nombres y apellidos de las personas que se citan en el texto pertenecen a personajes públicos o bien conocidos. Los nombres de los milicianos que aparecen en el texto corresponden a personas de carne y hueso que todavía están vivas. Pero son nombres ficticios o impostados. Oculto su verdadera identidad por motivos obvios. No oculto los nombres y apellidos de los milicianos Alexis Castillo y Edy Ongaro porque murieron en combate en el año 2022. También falleció uno de los personajes que aparecen en el relato, el profesor Sergey Dzhura. Murió de un infarto en el año 2020.

Para referirme al régimen político instalado en Kiev tras la denominada «Revolución de la Dignidad» utilizo las expresiones «Régimen del Maidan» y «régimen maidanita». Utilizo «Donbass» y no la denominación españolizada «Dombás» porque la primera forma me resulta más natural y se ajusta mejor al nombre original en ruso de esa región. Además «Donbass» es el término que se utiliza en lengua inglesa.

Dedicado a la memoria de Alexis Castillo, Edy Ongaro y Sergey Dzhura.

Estoy sentado en una mesa del Don Kalyan, un garito kitsch de Donetsk donde se fuma shisha y se puede comer y beber casi de todo. Me estoy tomando una Sarmat, una cerveza elaborada en Donetsk. También pedí una sopa solianka y un lodochka. Un pan caliente con forma de piragüa que tiene un huevo medio crudo flotando sobre un lecho de queso fundido y que es bastante popular por aquí. El huevo se cuaja y se acaba de hacer al removerlo y mezclarlo con el queso caliente. Es un sábado cualquiera de abril y son las cuatro de la tarde. Afuera está lloviznando aunque hace sol. Las rosas ya están floreciendo en los numerosos parques de esta ciudad.

Donetsk, la ciudad de las rosas. Así es como la llaman por aquí. La rosa es uno de los símbolos de la capital del Donbass. Como lo es también la antracita negra que se extrae desde el siglo XIX en esta región. Dicen que hay también enormes depósitos de litio y que se han encontrado diamantes en algunas minas. El Donbass es una tierra rica en recursos naturales, dominada por clanes de oligarcas rivales y bajo un Estado central débil y carcomido por las disputas políticas y la corrupción. El caldo de cultivo perfecto para una guerra civil. Hoy se huele la primavera por todos lados y a nadie parece importarle demasiado las fuertes detonaciones que se escuchan al fondo en la zona del aeropuerto. Es el sonido de la artillería pesada de las tropas enviadas por el hombre fuerte de Kiev, el oligarca Petro Poroshenko(1). Dicen que intentan retomar el aeropuerto (2). El aeropuerto de Donetsk fue uno de los más modernos de Ucrania. Ahora mismo no es más que un amasijo de escombros.

“El Donbass es una tierra rica en recursos naturales, dominada por clanes de oligarcas rivales y bajo un Estado central débil y carcomido por las disputas políticas y la corrupción. El caldo de cultivo perfecto para una guerra civil”

El Don Kalyan empieza a llenarse. Es un local muy concurrido durante los fines de semana. El resto de la semana está medio vacío. Comer y beber aquí resulta algo caro. Caro para lo que es el bolsillo medio de un ucraniano «separatista pro-ruso» que vive y trabaja en una ciudad medio sitiada y sometida a un bloqueo económico casi total. El Don Kalyan no es un garito para venir todos los días. Aquí la feligresía acude un poco para aparentar y para hacer postureo en Vkontakte, la red social más popular en Ucrania, Rusia y otros países post-soviéticos. Es un sitio para olvidarse de la guerra durante un rato. Y para regalarse una cena o pasar la velada en un entorno que pretende ser lujoso. El café se encuentra situado en los bajos de la residencia de estudiantes de la Universidad Nacional Técnica de Donetsk (DonNTU), el antiguo Instituto Politécnico. En esta institución, por cierto, estudiaron políticos famosos como el líder soviético Nikita Krushev o Viktor Yanukovich, el último presidente legítimo de Ucrania. Y dio clases nada menos que Dmitry Mendeleyev, el ilustre químico ruso inventor de la tabla periódica de los elementos. El profesor Sergey Dzhura, jefe de la oficina de relaciones internacionales de la DonNTU, me dijo una vez que esta universidad es muy buena formando ingenieros mecánicos e ingenieros de minas. Pero que formando a políticos es un desastre. El profesor Dzhura es la persona que me trajo aquí a Donetsk. Él fue quien me invitó a trabajar como profesor en esta institución y quien me vino a recoger a Rostov-on-Don.

Todavía me acuerdo de la primera vez que lo vi. Nos encontramos en el ID, un hostel bastante popular ubicado en el centro de la capital de los cosacos del Don. Era un día caluroso de junio. Sergey caminaba renqueando. Llevaba una gorra irlandesa gris y una pequeña y anticuada maleta negra de piel sintética. Y sudaba la gota gorda. Llegó siete horas tarde a la cita. Cruzar la frontera entre la República Popular de Donetsk y Rusia por el paso de Uspenka no es tarea sencilla. Se trata de una frontera dura. Una frontera de un país que vive una guerra civil desde el año 2014. Sergey me estrechó la mano y se excusó por llegar tan tarde al encuentro. Había pedido una habitación en el mismo ID Hostel y acordamos vernos por la noche para ir a cenar. El hombre estaba echo polvo por el viaje. Yo había llegado a Rostov-on-Don hacía dos días desde Lituania con una mochila y una bolsa de deporte cargadas hasta los topes de mis cosas y mis recuerdos. Y aunque estaba más descansado que Sergey me sentía emocionalmente destrozado. Había dejado atrás más de 10 años de vida en Kaunas y no sabía muy bien lo que me iba a encontrar en Donetsk. Ni lo que iba a ser de mi vida. Me fui también a dormir aunque eran las cuatro de la tarde. Puse el aire acondicionado a toda pastilla porque el calor era insoportable. A las nueve nos encontramos en la pequeña recepción del hostel. Sergey se había afeitado y mudado de ropa. Él es vegetariano y me preguntó si quería acompañarlo a cenar a un café vegetariano cercano. Un pequeño café ubicado en la avenida Pushkin. En Rusia todos los garitos que merecen la pena parecen estar situados en la Pushkin prospekt o en la Lenin ulitsa. Le dije que me parecía bien. Tampoco soy un adicto a la carne. Sergey seguía renqueando al caminar. Me dijo que tuvo un accidente de moto hacía unos años y que se rompió la cadera. Desde entonces cojeaba. Hablaba un inglés de nivel B1 con un fuerte acento ruso. A veces resultaba difícil entenderlo. Creo que a él le pasaba exactamente lo mismo cuando yo le hablaba con mi peculiar Spanglish. Sergey es un buen tipo. Un seguidor de la teosofía pacifista del pintor y filósofo ruso Nikolai Roerich y miembro de una asociación filantrópica vinculada a este conocido pensador, aventurero y artista ruso.

“McCartney nunca fue Lennon. Seguramente por eso está todavía vivo”

En la universidad, Sergey a veces participa en eventos culturales donde toca la guitarra e interpreta viejas canciones de los Beatles. Sergey me dijo que le había enviado varias cartas a Paul McCarthney pidiéndole que mediara en el conflicto. Un conflicto que está desangrando la región del Donbass desde el año 2014 cuando el Régimen del Maidan (3) envió tropas y artillería pesada para aplastar a la gente de esta región. Para acabar con la resistencia de lo que yo denomino «los otros ucranianos». Es lo que Petro Poroshenko, el oligarca del chocolate Roshen y hombre fuerte del régimen filonazi impuesto por la administración Obama en Kiev, llama «Operación Antiterrorista» o «ATO».

Ese carnicero considera terroristas a más de cuatro millones de ciudadanos ucranianos que viven en las zonas controladas por la rebelión popular del Donbass. Una rebelión contra el régimen surgido tras un sangriento golpe de Estado marketizado por el complejo mediático-tecnológico occidental como «Revolución de la Dignidad». Un cambio de régimen que se hizo en contra de la Constitución y del legítimo gobierno del país. Y ejecutado siguiendo los dictados de Victoria Nuland, esposa de Robert Kagan, el conocido ideólogo neocon norteamericano. Una señora que ejercía por entonces las funciones de virreina en el Protectorado Europeo del Imperio del Bien. El otro patio trasero del Tío Sam.

Paul McCartney obviamente nunca le respondió a Sergey. No creo que ni siquiera se haya leído la carta. Probablemente ni siquiera le haya llegado. Y si la hubiera leído estoy seguro que no le habría respondido. McCartney nunca fue Lennon. Seguramente por eso está todavía vivo. Por cierto, al lado del Don Kalyan se encuentra el Liverpool. Una discoteca que era muy popular antes de que estallase la guerra civil en el Donbass. Y que ahora permanece cerrada. En la entrada del Liverpool hay una estatua en bronce de los cuatro Beatles en su primera época. Su época dorada antes de que viajasen a la India para hacer meditación y fumar porros con el gurú aquel, el Maharishi Mahesh Yogi. La estatua reproduce a los cuatro de Liverpool a tamaño natural. Tocando en un concierto. Y tras la estatua, en la pared, hay pintada una enorme Union Jack. Cerca de los Beatles se apilan varios montones de sacos terreros. Los sacos terreros no están ahí para proteger a los cuatro de Liverpool de las bombas sino para proteger la entrada del night-club transformado en cuartel de una de las milicias que controlan la ciudad de Donetsk. Cada vez que hay cambio de guardia se ven entrar y salir milicianos armados. Es extraño ver a los Beatles en este entorno cuartelero. Parecen estar cantando el «Love me do» mientras unos milicianos ataviados con sombreros ushanka se fuman unos cigarrillos.

Los Beatles en Donestk 

 

Acaba de entrar en el Don Kalyan un grupo de milicianos extranjeros que conozco muy bien. Se trata de Alexis Castillo, Edy Ongaro alias «Bozambo», Txema, Adolfo y Renaud. Los cinco magníficos. Me ven en la mesa del fondo. Txema alza el brazo y me saluda con la mano. Y todo el grupo viene a la mesa donde estoy sentado tomándome mi Sarmat y acabando de comer. Todos van vestidos con pantalones y abrigos de camuflaje verde oliva. Y calzan botas militares negras. Excepto Renaud que va de traje y corbata y lleva unos zapatos Oxford legate de piel marrón oscuro. Alexis se quita su boina verde y la deja sobre la mesa. Pide también una Sarmat. Y se sienta frente a mí. Alexis es un joven comunista de origen colombiano que se crió y educó en España. Al poco tiempo de llegar a Donetsk tuvo un affaire con una dyevuska local. La chica quedó embarazada y Alexis se casó con ella. Se casó con ella por presión de los comandantes de su batallón y, la verdad sea dicha, sin demasiado entusiasmo. Tiene un hijo que se llama Miguel como yo. Alexis es, sin duda, un comunista devoto. Militó durante años en los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC), la organización juvenil del PCPE. Y vino a Donetsk a combatir del lado de la gente del Donbass. En el bando de los «otros ucranianos». De toda esta gente que está a nuestro alrededor. Personas que nacieron, se educaron, se casaron y construyeron su vida aquí en Donetsk. Y que llevan años siendo bombardeados, masacrados, humillados, bloqueados, estigmatizados y transformados, por la propaganda del régimen maidanita, en poco menos que monstruos.

“Alexis es un comunista devoto. Militó durante años en los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC), la organización juvenil del PCPE. Y vino a Donetsk a combatir del lado de la gente del Donbass. En el bando de los «otros ucranianos»”

Esta gente no quiere volver nunca más a formar parte de esa Ucrania que quieren construir las nuevas autoridades impuestas por Washington en Kiev. Los «otros ucranianos» podían vivir sin demasiados problemas bajo la Ucrania que existía hasta el año 2014. Pero no pueden vivir en la Ucrania que pretenden inventarse quienes reivindican la figura de Stepan Bandera y enarbolan las banderas del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) (4) y de la 14.ª División de Granaderos Waffen-SS Galizien (5). Alexis ahora es zapador en la milicia Sut’ vremeni  (Esencia del Tiempo). Un batallón vinculado al movimiento ruso homónimo liderado por el político y pensador Sergey Kurginyan. Un movimiento político que mezcla marxismo clásico, antiglobalismo y nacionalismo ruso a partes iguales. Alexis es un buen tipo con un gran corazón. Y parece haber encontrado aquí en el Donbass un sentido a su vida de militante comunista.

Alexis Castillo “Alfonso”

 

Edy también dice ser comunista. Es un italiano pequeño, enclenque, fumador y, como buen italiano, bastante gesticulador y locuaz. Edy es un hombre divertido y afable pero tiene mal carácter cuando bebe. Nació en un pueblo cercano a Venecia. Y se define a sí mismo como “proletario figlio di proletari”. Un trotamundos que no ha tenido demasiada suerte en la vida. Antes de venir a Donetsk combatió en una milicia de la República Popular de Lugansk. La brigada Prizrak (Fantasma) liderada, por entonces, por el comandante rebelde Aleksey Mozgovoy. Una leyenda por aquí. Txema, el más animado del grupo, es un punkie anarquista navarro. Aunque él se define como vasco. Un navarro alto, delgado y desgarbado de la Ribera que no habla euskera y que nunca hizo la mili porque está en contra de los ejércitos. Un fan de RIP, Eskorbuto, MCD y otros grupos adscritos a eso que se denominó «Rock Radikal Vasco». Sus convicciones antifascistas lo llevaron a venir al Donbass y a tomar las armas contra el régimen maidanita. Él no ve ninguna contradicción en todo eso. Estuvo en la Brigada Carlos Palomino, una unidad de milicianos formada exclusivamente por combatientes españoles antifascistas. Luego pasó un tiempo en el batallón Interunit liderado por el comandante comunista italiano conocido por el alias de «Nemo». Y finalmente se incorporó al grupo miliciano donde combate Alexis, el batallón Sut’ vremeni. Hace poco le impusieron una medalla. La medalla al combatiente internacionalista. Y se siente muy orgulloso de ello.

Adolfo es un mulato brasileño alto y fuerte. Un aventurero que estudió Derecho y fue miembro del ejército brasileño en su São Paulo natal. Y que vino al Donbass movido por el horror de las primeras imágenes que fueron apareciendo en redes sociales relacionadas con la denominada «ATO», la «operación anti-terrorista» lanzada por el Régimen del Maidan contra la población civil de Donetsk y Lugansk. Imágenes terribles algunas de ellas. Adolfo tiene el grado de teniente y más medallas que el Mariscal Zhukov. Es el único oficial extranjero que conozco aquí. Su condición de oficial de las milicias populares de Donetsk le da derecho a ir por la calle o entrar en los establecimientos públicos con pistola. Eso sólo lo pueden hacer los oficiales. Los milicianos sin graduación lo tienen terminantemente prohibido. Adolfo hace valer su condición de teniente y siempre lleva su Makarov en el cinto. Una pistola que es un trofeo de guerra. La tomó a uno de los militantes del batallón Aydar que fue apresado por la unidad de milicianos de la que Adolfo forma parte. Adolfo es un hombre noble, educado, ordenado y de carácter suave. Que no fuma ni bebe. Y que ama la vida castrense. Sueña con casarse algún día con una dyevuska guapa y decente y formar una familia. Dice que no le gustan demasiado las garotas de Ipanema.

Edy Ongaro “Bozambo”

El último del grupo, Renaud, aunque suene extraño, es un barítono y ha venido de un pueblo de la región de Champagne, donde nació, a cantar en la Ópera de Donetsk y a vivir la experiencia de su vida. Renaud, como la mayoría de franceses que he conocido aquí, pertenece o estaría vinculado a la Nouvelle Droite o derecha antiglobalista francesa. Renaud suele leer textos del filósofo Alain de Benoist y poemas de Céline. Y generalmente vota por Marine Lepen en las elecciones francesas. En estos momentos no forma parte de ninguna unidad de milicianos. Aunque sí estuvo combatiendo por unos meses en la Unité Continentale liderada por el ex-militar francés Victor Lenta. Una unidad de milicianos que llegó a tener una treintena de combatientes, en su mayoría procedentes de Francia, Serbia y Brasil. Y que ideológicamente podríamos calificar como euroasianistas(6).La Unité Continentale tuvo un papel muy destacado al principio de la rebelión armada en el Donbass. Trabajaban muy bien el tema de las redes sociales. Dicen que fueron ellos quienes crearon el hashtag #SaveDonbassPeople. Aunque creo que eso no es del todo cierto.

En todo caso, esos euroasianistas abrieron la puerta de todo este mundo en ebullición a muchos activistas y aventureros occidentales interesados en viajar a Donetsk para echar una mano o para tomar las armas contra el régimen salido del golpe de estado del Maidan. Un régimen que, casi de inmediato, empezó a lanzar bombas sobre las poblaciones que le resultaban hostiles y a cometer todo tipo de barbaridades contra el pueblo ucraniano al que decía representar. La masacre de Odessa del 2 de mayo de 2014, perpretada contra sindicalistas y activistas de izquierda ucranianos, fue lo que me movió a mí mismo a posicionarme frontalmente contra el Régimen del Maidan. Y a venir a Donetsk desde Lituania con la intención de grabar vídeos, hacer entrevistas, dar difusión de todo lo que ocurría aquí y echar una mano en lo que buenamente pudiera. Sin las terribles imágenes de aquella masacre de izquierdistas ucranianos organizada y ejecutada fríamente por las nuevas autoridades de Kiev, nunca me habría convertido en un activista contra el Régimen del Maidan. Y todavía estaría llevando una vida tranquila y regalada en Lituania.

“Ninguno de ellos ha venido al Donbass a ganar dinero. La mayoría vinieron a Donetsk por una mezcla de motivaciones políticas y personales. Sin duda, movidos por el deseo de ayudar a esta gente a la que consideran víctimas de un conflicto iniciado en los despachos de Washington”

El grupo que ha entrado en el Don Kalyan es, sin duda, bastante pintoresco y viene a representar muy bien esa un tanto exótica alianza que se ha formado aquí en el Donbass entre personas que proceden de distintas tradiciones políticas y con trayectorias vitales y formas de interpretar el mundo y de entender la vida también muy diferentes. Ninguno de ellos ha venido al Donbass a ganar dinero. No he conocido a nadie que haya venido a Donetsk a hacerse rico. La mayoría vinieron a Donetsk por una mezcla de motivaciones políticas y personales. Vinieron, sin duda, movidos por el deseo de ayudar a esta gente a la que consideran víctimas de un conflicto iniciado en los despachos de Washington.

Un conflicto que ha destruido a la Ucrania que conocíamos. Y que ha transformado el país en un Estado fallido. Una bomba de relojería instalada por la administración Obama en el Este de Europa. Y que puede estallar en una guerra termonuclear y llevárselo todo por delante. Todos los extranjeros que he conocido en Donetsk piensan así. Están aquí para evitar una nueva Gran Guerra en Europa. Sin embargo, algunos de esos voluntarios extranjeros que llegaron a Donetsk lo hicieron también movidos por distintos motivos personales. Para buscar aventuras, para buscarse a sí mismos, para huir de algo o de alguien, para reinventarse. Aunque no seamos conscientes de ello, todos los que estamos aquí hemos venido un poco para reinventarnos y reconstruir, de alguna manera, nuestra propia identidad. Todos tenemos algún estigma que nos ha empujado a venir hasta aquí. Para convivir con personas estigmatizadas como nosotros. Los ucranianos «separatistas pro-rusos», la gente más estigmatizada de Europa. Parecemos todos sacados de un estudio de caso del sociólogo Erving Goffman.

“Todos tenemos algún estigma que nos ha empujado a venir hasta aquí. Para convivir con personas estigmatizadas como nosotros. Los ucranianos «separatistas pro-rusos», la gente más estigmatizada de Europa”

Aquí, bajo las bombas pro-europeas que no cesan de machacar los barrios residenciales de Donetsk o Gorlovka, en una república paria que nadie reconoce, aislados casi completamente del mundo, ninguno de nosotros tiene más pasado que el que dice tener. Te puedes incluso inventar un pasado que nadie va a preguntarte nada. Por aquí hay una chica que se llama Emily. Una mujer joven que apareció un día por el «Centro Miguel de Cervantes». Un club social que cuenta con apoyo institucional de la universidad y donde nos encontramos periódicamente una veintena de españoles, latinoamericanos y estudiantes de español de la ciudad de Donetsk. Y que tiene por director a Luís, un empresario colombiano importador de café que lleva viviendo en esta ciudad desde que vino a estudiar ingeniería mecánica. En los últimos años de la Unión Soviética. En pleno colapso de aquel mundo. Emily vino un día a una de nuestras barbacoas que organizábamos en una de las playitas del río Kalmius. Era verano y hacía un calor sofocante. Vestía una camiseta azul y unos shorts bien shorts de color negro. Y cubría su cabeza con una pamela blanca. Emily se quedó con nosotros. Aunque no habla ni una palabra en español la hemos adoptado como un miembro más de nuestro colectivo. Dice ser escritora y vivir en Hungría. Se trata de una húngara de origen judío y que, curiosamente, tiene pasaporte de Israel e hizo el servicio militar en Tel Aviv. Hay que creerse que se trata simplemente de una escritora que vino a Donetsk a vivir por un tiempo y a recopilar material para la novela que dice estar escribiendo. A nadie se le ocurriría pensar que tal vez trabaja para el Mossad. Si está aquí es porque el MGB, el servicio de inteligencia de Donetsk, le ha autorizado a cruzar la frontera y porque, en principio, no es percibida como una persona hostil a los intereses del gobierno de Zakharchenko (7), el carismático líder de la DNR (8).

Lo mismo me ocurrió a mi. Antes de venir a Donetsk le hicieron un escrutinio a mi perfil de Facebook para saber quién era yo. Las redes sociales son, de hecho, una de las principales fuentes de información que utilizan las autoridades de la república rebelde. Una tarde Toni, un miliciano español que conduce un camión militar en el batallón Sparta, una de las unidades de élite de la DNR, y yo mismo, fuimos retenidos por un grupo de milicianos. Les dimos la documentación que teníamos. Mi carnet que acreditaba mi condición de profesor en la DonNTU y una cartilla militar que acreditaba la pertenencia de Toni al batallón Sparta. Los milicianos nos pidieron que les diésemos nuestros perfiles en Facebook. Y así lo hicimos. Mejor no discutir con tipos armados con viejos AK-74 y con cara de pocos amigos. Estuvieron analizando detenidamente lo que teníamos publicado en nuestros perfiles de Facebook. Utilizaban para ello sus propios smartphones. Uno de los milicianos hablaba inglés con cierta fluidez. Y Toni hablaba un poco de ruso. Luego recibieron una llamada y nos dejaron marchar. Y nos pidieron excusas por habernos retenido más de una hora en plena calle.

«Ese ha caído cerca» dice Txema. Y suelta una sonora carcajada. Y es cierto. Se ha escuchado una explosión enorme. «Debe ser un Tochka-U» dice Adolfo. Se trata de un misil balístico táctico de fabricación soviética. «Debe haber caído por la zona del parque Shcherbakova» vuelve a espetar Adolfo mientras sorbe muy despacio su segundo capuccino de la tarde. Dicen que los Tochka, al menos en teoría, podrían llevar una cabeza con material nuclear o químico. El miedo a un ataque químico siempre ha estado presente aquí. Sin embago, la presencia de la OSCE, de la Cruz Roja Internacional y de alguna otra agencia dependiente de Naciones Unidas hace bastante improbable ese hipotético ataque químico. Aunque es verdad que, en algún momento, las fuerzas del Régimen del Maidan han utilizado Willy Pete, bombas de fósforo blanco, contra áreas pobladas de Donetsk y Lugansk. El Tochka ha caído a unos dos kilómetros de donde estamos. En un parque de recreo muy concurrido a estas horas. Por la noche, en el parte de guerra diario que emite la cadena de televisión local OPLOT (9), sabremos el número de muertos causados por ese misil. Veremos, como cada noche, a Eduard Basurin (10) con su rostro taciturno y su voz grave. Ofreciendo una relación detallada de las bombas caídas, edificios destruídos y de los muertos y heridos habidos en las últimas veinticuatro horas. «Igual hoy se cortará nuevamente el agua» dice Alexis y, con rostro preocupado, telefonea a su mujer con su pequeño Nokia.

«Esto sólo se acabará cuando el régimen nazi de Kiev sea destruído. Los rusos deberían enviar tropas aquí» dice Edy con el ceño fruncido

Se hace difícil vivir aquí en Donetsk sin agua corriente. En el apartamento donde vivo siempre tengo llenas seis garrafas de cinco litros de agua por lo que pueda ocurrir. Hay zonas de la ciudad que llevan sin agua desde hace meses. Pero en el centro de la ciudad el agua va y viene. Desde que vivo en Donetsk el suministro de agua nunca se interrumpió más de tres días seguidos. Excepto una vez que se interrumpió una semana. Las fuerzas del Régimen del Maidan atacan con frecuencia las instalaciones eléctricas y también la depuradora y otras instalaciones que hacen posible el suministro de agua a la ciudad. A fecha de hoy habrán muerto una veintena de empleados de los servicios de mantenimiento municipales. Es el coste humano que tiene mantener en funcionamiento el suministro de agua, gas y electricidad en una ciudad casi sitiada. Martirizada todos estos años por no querer pertenecer a la Ucrania pro-Europea, próspera y democrática que dicen estar construyendo en Kiev. «Esto sólo se acabará cuando el régimen nazi de Kiev sea destruído. Los rusos deberían enviar tropas aquí» dice Edy con el ceño fruncido. Se toma un trago de la Sarmat que tiene entre las manos y dice: «Pero Putin es un  burgués cobarde, non ha le palle. Es un traidor, ci ha venduti ».

Recibo una llamada. Veo que es Margarita. Mantengo una relación con ella desde hace unos meses. La conocí una noche de intensos bombardeos pro-europeos contra los suburbios del norte de Donetsk. La artillería pesada de Petro Poroshenko machacaba aquella noche los distritos residenciales de Kalininsky y Kirovsky. Desde entonces estamos juntos. Me la ligué jugando un poco con su nombre y el título de una conocida novela de Bulgakov. «Tú eres Margarita y yo soy el maestro», le dije. Y se echó a reír. Y así fue cómo me la metí en el bote. Tan fácil y tan difícil como eso. Margarita me pregunta sobre los dos paquetes de cincuenta kilos de ropa que deben llegarnos desde Italia a través de Mariupol. Una pequeña ONG italiana recogió ropa y la envió a Donetsk. Nada menos que dos bultos de 50 kilos. Los italianos contactaron con el «Centro Miguel de Cervantes » para que les echáramos una mano en eso. Por algún motivo confiaron en la capacidad de nuestro colectivo.

“Hay cientos de niños en Donetsk que se quedaron sin padres. Niños atrapados en una ciudad medio sitiada y que no pueden ir a ningún sitio. Por no hablar de los niños muertos como consecuencia de los bombardeos pro-europeos”

Como no funciona el servicio de correos, la manera más sencilla de hacer llegar las cartas y paquetes desde la Unión Europea a esta ciudad es a través de Mariupol. La ciudad portuaria del Donbass desde donde antes de la guerra salían el acero, el carbón, la maquinaria y las manufacturas producidos en Donetsk. Para pasar paquetes de Mariupol a Donetsk se suelen utilizar a contrabandistas, familiares o a personas que colaboran en secreto con la DNR. Entre Mariupol y Donetsk, en la denominada «zona gris» o «línea de contacto», hay numerosos checkpoints. Unos controlados por los militantes neonazis del batallón Azov y, en el otro lado, por milicianos de la DNR. Dicen que untando a unos y otros se puede pasar casi de todo entre las dos zonas. Ya veremos si conseguimos que esa ropa que nos envían los italianos acabe llegando a Donetsk. Ya les dije que lo más eficiente hubiera sido enviar dinero. Nosotros hubiéramos comprado aquí la ropa y se la habríamos hecho llegar a los orfanatos con los que colaboramos. Pero se trata de una ONG caritativa de las antiguas. Que envía paquetes de arroz y botes de leche condensada y cosas así. No envían dinero. La verdad es que el humanitarismo y buen corazón de esos italianos nos están generando un montón de problemas logísticos por aquí. Y muchos quebraderos de cabeza.

Hay cientos de niños en Donetsk que se quedaron sin padres. Niños atrapados en una ciudad medio sitiada y que no pueden ir a ningún sitio. Por no hablar de los niños muertos como consecuencia de los bombardeos pro-europeos. Hay un monumento por aquí en Donetsk dedicado a la memoria del centenar de niños muertos por la bombas lanzadas por el régimen de Kiev. He estado delante de ese monumento varias veces. Se trata de una placa de granito rojo con un montón de nombres de niños muertos grabados sobre ella. Una piedra de granito rojo instalada en un parque al otro lado del río Kalmius. Y bajo un arco de hierro fundido. Un arco con rosas y palomas de hierro. Las rosas representan a Donetsk y las palomas son el símbolo de la paz. El arco fue realizado por un escultor local, un tal Viktor Mikhalev. Y se construyó con restos de cohetes y bombas. La gente de por aquí suele depositar juguetes y muñecos de peluche en ese monumento. «Alleya angelov» se llama el memorial. Podría traducirse como el «paseo de los ángeles» o algo así. La verdad es que impresiona un poco. Hay grafitis y pintadas en Donetsk con el hashtag #101 y la silueta de la cabeza de una niña. Son grafitis que están por todos lados. Es el número de niños muertos hasta ahora. Víctimas de la agresión del régimen pro-europeo de Kiev contra la población ucraniana del Donbass. Los denominados «separatistas pro-rusos». Los otros ucranianos. Los parias de Europa.

 

Monumento en Donetsk dedicado a la memoria del centenar de niños muertos por la bombas lanzadas por el régimen de Kiev

Margarita me dice por teléfono que está muy preocupada por esos bultos de ropa que no acaban de llegar. Ella es modista y, de manera altruista, lleva años colaborando con varios orfanatos de la ciudad. A los niños huérfanos les teje gorros, bufandas y guantes de lana. Y les hace chaquetitas en su pequeño atelier. Margarita se gana la vida haciendo vestidos de novia, trajes a medida y ropa de atrezzo para el teatro y la ópera locales. «Esa ropa les vendría muy bien a los niños huérfanos», me dice. Le pregunto a Alexis si sabe algo de la ropa. Me dice que no sabe todavía nada. Le digo a Margarita que todavía no hay noticias y que probablemente los bultos de ropa todavía no llegaron a Mariupol. Le pregunto si le apetece quedar luego en el Ten Eleven, una pizzería de ambiente familiar situada muy cerca del apartamento donde vivía Motorola (11) con su mujer. Motorola, el icónico comandante rebelde del batallón Sparta. La noche en que murió por un atentado con bomba estuve cenando en esa pizzería con Adolfo, el teniente brasileño. Eso ocurrió a mediados de octubre del 2016. Esa noche, mientras cenábamos, pudimos escuchar una fuerte explosión. La bomba la colocaron en el ascensor del bloque de apartamentos donde vivía Motorola. Y allí murió destrozado. Fue un trabajo profesional y muy limpio. Cuando Adolfo y yo salimos del Ten Eleven y subimos la empinada cuesta de la calle 50 aniversario de la URSS vimos una columna de camiones perteneciente al batallón Sparta. Pero en aquel momento desconocíamos lo que había ocurrido. Y no asociamos el sonido de la explosión con la muerte de una de las figuras más carismáticas de la rebelión en el Donbass.

Homenaje a Motorola. Se puede leer: “Los héroes no mueren”

 

Oficialmente Motorola fue liquidado por individuos que trabajaban para el régimen de Kiev. Aunque corren por la ciudad todo tipo de rumores y de teorías. Algunas de ellas apuntan a Rinat Akhmetov, el gran oligarca del Donbass, propietario de las gigantescas acerías Azovstal en Mariupol y de las minas más productivas y rentables de Donetsk. Y propietario también del Shaktar Donetsk, el mejor equipo de la liga de fútbol ucraniana. Akhmetov es uno de los hombres más ricos del Este de Europa. Empezó su carrera en los salvajes años 90 como un pequeño gangster local. Su grupo criminal acabó barriendo a la mafia georgiana con la que matuvo durante años una dura y sangrienta pugna por el control de Donetsk. Después acabó dominando los resortes del poder económico y político en la región. Compró medios de comunicación, bancos, empresas y financió a casi todos los partidos políticos. Y se hizo un hombre de negocios decente. Hay un montón de tipos por aquí que le deben mucho a Akhmetov. Están unidos a él por vínculos de fidelidad como ocurre con la camorra napolitana. La rebelión en el Donbass no ha eliminado por completo la presencia de Akhmetov en esta zona. Y eso lo vemos, por ejemplo, en sus minas o en sus actividades caritativas. Las minas propiedad de Akhmetov nunca han sido seriamente bombardeadas. Y una ONG financiada directamente por Akhmetov reparte todos los martes paquetes de comida y productos higiénicos a ancianos y gente necesitada. El reparto se efectúa en el Donbass Arena, el moderno estadio del Shaktar Donetsk. Un campo de fútbol ultramoderno que, desde que se inició la guerra civil, permanece medio cerrado. Yanukovich era, por cierto, uno de los hombres de Akhmetov. Aunque parece que la relación entre ambos acabó bastante mal.

Margarita me dice que no quiere ir a la pizzería Ten Eleven y que prefiere quedar en el Banana, un café-club situado frente al hotel de lujo donde residen los observadores de la OSCE. Se trata de una de las áreas más seguras de la ciudad. Le digo que me parece bien quedar allí. La comida en el Banana no está mal del todo, aunque la música que pinchan en el local es demasiado comercial para mi gusto. Mucho pop ruso y éxitos internacionales como el «Despacito» de Fonsi o el hit «Heroina mea» de los moldavos Carla´s Dream. Este último hit es muy popular por aquí. Se escucha en casi todas partes. Y el DJ del Banana machaca la dichosa canción todas las noches. La verdad es que me ralla un poco ya. La música empieza a sonar sobre las 6 de la tarde. De 6 de la tarde hasta las 10 de la noche. A esa hora el Banana cierra porque a las 11 de la noche se inicia el toque de queda militar que dura hasta la 5 de la mañana. Todavía se me hace raro ir a una discoteca a bailar a las 6 de la tarde. A partir de las 11 de la noche está prohibido moverse por la calle excepto si tienes alguna razón importante para hacerlo o vas acompañado de algún miliciano. Yo me he saltado varias veces el toque de queda y, de momento, no he tenido problemas. Aunque Txema, el punkie navarro, una noche acabó en los calabozos por deambular por la calle a las 3 de la madrugada. Iba bastante bebido y sin la documentación encima.

«Me tengo que ir» les digo a Alexis, Bozambo (12) y Txema que todavía están en el Don Kalyan hablando de política y tomando su tercera o cuarta Sarmat. Renaud y Adolfo se fueron ya hace un rato. «Quédate con nosotros y tómate otra» me espeta Txema con voz socarrona. «Ya he pasado toda la tarde con vosotros, tío», le digo. Al salir del Don Kalyan voy caminando hacia la calle Artioma. Camino con paso rápido por la acera calle abajo. La calle Artioma es una de las arterias de Donetsk y conecta el centro de la ciudad con el aeropuerto. Por aquí deberían pasar los tanques de Poroshenko si un día sus tropas pudieran tomar la ciudad. Un escenario que nunca se va a producir. Paso por delante del Sobor de la Transfiguración del Salvador, el templo de la Iglesia ortodoxa rusa más importante de Donetsk. Allá, frente a la puerta del templo, se encuentra plantada sobre un pilar de granito blanco la figura de San Miguel Arcángel, patrón protector de Donetsk. Blande una espada y un escudo dorados. Se trata de una estatua pequeña y austera, sin ornamentos innecesarios. Por ironías de la vida, esa estatua del arcángel estuvo   instalada hace años en las inmediaciones de la plaza de la Independencia de Kiev, en el «Maidan». La estatua del arcángel fue donada a Donetsk y su lugar lo ocupó otra estatua mucho más imponente. Una figura del Arcángel San Miguel de mayores dimensiones, una estatua enorme de bronce, de estilo neobarroco. Y con las alas totalmente desplegadas y cubiertas de oropel. Dos ciudades que están en guerra la una contra la otra comparten el mismo santo patrón. Al menos esto es lo que me contó un día un profesor que vive en Makeevka. Un viejo hippy que da clases de lengua española en una de las universidades de por aquí. No he comprobado si esa historia es totalmente cierta, pero suena fascinante. Y la cuento aquí tal como me la contaron a mí.

Me dirijo hacia el Banana donde me espera Margarita. El Banana es uno de los pocos sitios en esta ciudad donde se puede ir a bailar. Ha permanecido abierto incluso en los momentos más duros de la guerra civil cuando Donetsk parecía que iba a ser tomada al asalto por las fuerzas de Poroshenko. Pasa por delante mío un pequeño convoy de carros blindados y viejos camiones Kamaz de transporte de tropas. Parecen milicianos del batallón Somalia que se dirigen hacia la zona del aeropuerto. Se escucha crascitar a los cuervos desde unos árboles cercanos. Y el sordo tableteo de unas ametralladoras en el área de la estación central de trenes. La calle está húmeda por la llovizna persistente que cayó esta tarde y todo huele a mojado. La tarde pasó y la noche cae sobre Donetsk. Pero eso es ya otra historia.

Notas:

1.-El oligarca Petro Poroshenko fue hombre fuerte del Régimen del Maidan desde el 7 de junio de 2014 hasta el 20 de mayo de 2019. Y es uno de los principales artífices de la denominada «Operación Antiterrorista» (ATO) contra los más de cuatro millones de ucranianos residentes en las poblaciones donde triunfó la rebelión contra el régimen surgido del sangriento golpe de Estado del Maidan. Es conocido como el «rey del chocolate» porque hizo su fortuna con la corporación Roshen, una de las empresas chocolateras más importantes del Este de Europa.

2.-El texto se refiere al «Aeropuerto Internacional Serguei Prokofiev» donde se libraron durísimos combates en los primeros años de la guerra civil en el Donbass. El aeropuerto fue finalmente controlado por las milicias de Donetsk a mediados del año 2015. El control del aeropuerto y la voladura de los puentes que lo conectaban a la ciudad permitió a las milicias rebeldes cortar el acceso al centro de Donetsk de los vehículos mecanizados del ejército ucraniano. La batalla por el control del aeropuerto de Donetsk fue una de las operaciones militares más significativas en los 8 años de guerra civil en el Donbass.

3.-Se conoce como «Maidan», «Euromaidan» o «Revolución de la Dignidad» al putsch contra el Presidente de Ucrania Viktor Yanukovich y contra el gobierno del Primer Ministro Mikola Azarov. El putsch fue esponsorizado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y por determinadas cancillerías occidentales. El término «maidan» significa «plaza» en lengua ucraniana. Una palabra que la tomó prestada del turco. El principal foco de ese movimiento. que depuso violentamente a Viktor Yanukovich en febrero del año 2014, se encontraba en la plaza Independencia (Maidan Nezalezhnosti ), en pleno centro de Kiev.

4.-El Ejército Insurgente Ucraniano (UPA-Ukrayinska Povstanska Armiya) fue el brazo armado de la OUN-B (Organización de Nacionalistas Ucranianos, facción Bandera). Su jefe militar fue Roman Shujevych y su líder político Stepan Bandera. Esta fuerza armada colaboró con el ejército del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial y se destacó por su extrema crueldad en la masacre de más de 100.000 polacos y judíos cometida en las regiones de Volinia y la Galitzia oriental entre 1943 y 1945. La bandera roja y negra que exhiben muchos militantes «pro-europeos» en la Ucrania post-Maidan es la bandera del UPA y de la OUN-B. La organización de la masacre de Volinia debe atribuirse principalmente a la facción más extremista del nacionalismo ucraniano representada por la OUN-B, no a otros grupos políticos más moderados como la facción de la OUN liderada por Andriy Melnyk. La OUN-B pretendía crear un estado nacional puro, glorificaba la violencia y la lucha armada de nación contra nación, y buscaba construir un estado totalitario gobernado por una sola persona y un solo partido político. Mientras que la facción más moderada de la OUN, liderada por Melnyk, admiraba aspectos del fascismo de Mussolini, la facción más radical dirigida por Bandera, conocida como OUN-B, se inspiraba en el nazismo alemán.

5.- La 14.ª División de Granaderos Waffen-SS Galizien fue una unidad militar creada por los nazis e integrada por combatientes procedentes fundamentalmente de la región de la Galitzia ucraniana cuya capital era Lemberg (Leópolis en español, Lvov en ruso, Lviv en ucraniano). Los juicios de Nuremberg declararon organización criminal a las Waffen-SS .

6.- El euroasianismo es un movimiento político y cultural que nació a principios del siglo XX en Rusia y que tiene en el filósofo y politólogo Alexander Dugin a uno de sus representantes contemporáneos más conocidos. Los euroasianistas creen que Europa debería desprenderse de la dependencia que tiene de Estados Unidos y del mundo anglosajón y apuestan por crear una unidad intercontinental que vaya de Algeciras a Vladivostok. No se trata de un movimiento con una ideología claramente definida y con una serie de dogmas inamovibles y predeterminados. Existen numerosos grupos y grupúsculos en todo el mundo que se definen euroasianistas o que reconocen estar influenciados por este movimiento. Algunos grupúsculos euroasianistas podrían ubicarse en la derecha o extrema derecha del espectro político. Pero hay otros que mantienen posturas claramente anti-imperialistas y que defienden posiciones muy similares a las que sostienen grupos o partidos políticos de izquierda.

7.- Alexander Zakarchenko, nacido en la ciudad de Donetsk, fue Primer Ministro de la DNR entre agosto de 2014 y el 31 de agosto de 2018, día en que murió en un atentado terrorista en un café de la ciudad. Era ingeniero eléctrico de minas. Durante los eventos del Maidan, Zakarchenko formaba parte de una organización creada en Kharkov denominada Oplot (Fortaleza) que daba apoyo al gobierno de Yanukovich. Oplot se convirtió en una de las milicias armadas de Donetsk bajo el liderazgo de Zakarchenko. Con el paso del tiempo llegó a tener un brazo político en forma de movimiento social con el mismo nombre. De hecho, durante el tiempo en que Zakarchenko permaneció en el poder, Oplot ha sido algo así como el partido político del gobierno de la DNR.

8.-DNR y LNR son las abreviaturas en lengua rusa de la República Popular de Donetsk (Donetskaya Narodnaya Respublika) y la República Popular de Lugansk (Luganskaya Narodnaya Respublika). En Donetsk y Lugansk es común referirse a las repúblicas por sus siglas. También los extranjeros que residen allá suelen utilizar esas siglas, que proceden del ruso, cuando se refieren a dichas entidades políticas. En este trabajo, los milicianos que aparecen dicen «DNR» y no RPD (República Popular de Donetsk) o DPR (Donetsk People´s Republic) porque es así como se habla allá. El autor de este trabajo ha intentado ser fiel a la manera de hablar de los milicianos que conoció durante su estancia en Donetsk.

9.- Se trata del canal de televisión «Oplot TV». «Oplot» puede traducirse como «fortaleza». En Donetsk existen distintos canales de televisión. Algunos son privados y otros vinculados a partidos o movimientos políticos. El canal «Oplot» es un canal público vinculado al gobierno de la República Popular de Donetsk.

10.- El Coronel Eduard Basurin, comandante de la brigada Kalmius, ocupa el cargo de portavoz oficial o secretario de prensa de las fuerzas armadas de la DNR. Se trata de una figura muy conocida en Donetsk porque aparece frecuentemente en televisión donde se encarga de leer los partes de guerra y analizar los últimas operaciones militares.

11.-Arsen Pavlov, alias «Motorola», fue el primer comandante del batallón Sparta y uno de los líderes más carismáticos de las milicias de la República Popular de Donetsk. Murió en Donetsk el 16 de octubre de 2016 tras la explosión de un artefacto en el ascensor del bloque de apartamentos donde vivía.

12.- Alexis Castillo utilizaba el nombre de guerra de «Alfonso» en honor al guerrillero colombiano Alfonso Cano, uno de los líderes de las FARC. Edy Ongaro usaba el apodo de «Bozambo» como el legendario partisano antifascista italiano Pietro Barberis.