Sobre el mito del «Holodomor» y la propaganda fascista

*Boca de fusil / bocadefusil.wordpress.com

Luego de la derrota del Tercer Reich en 1945, muchos infames colaboradores nazis – miembros de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y su ala paramilitar, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) – huyeron a Europa Occidental y a Estados Unidos, escapando el castigo por sus crímenes, los cuales incluían terrorismo contra poblaciones civiles rusas, ucranianas y judías.

En 1949, la CIA y el Departamento de Estado de EEUU financiaron la migración de los líderes de la OUN-UPA a los EEUU, planeando usarlas como grupos de subversión y agentes de inteligencia en la Guerra Fría.

Uno de ellos, Mykola Lebed, era caracterizado como «un conocido sádico y colaborador de los alemanes» por la CIA, de acuerdo al historiador sueco-americano Per Anders Rudling en su libro «La OUN, la UPA y el Holocausto». Este hecho no evitó que la CIA lo reclute. La CIA creía que el nacionalismo ucraniano representaba un arma poderosa contra la URSS.

Mientras los nacionalistas ucranianos le proveían a EEUU información sobre sus rivales, el gobierno se encargaba de asegurarles posiciones de influencia y autoridad en universidades. Usando estas redes académicas formales e informales, los nacionalistas ucranianos diseminaron propaganda anti-rusa, crearon mitos y rescribieron la historia, simultáneamente borrando de la misma los crímenes de guerra de la OUN-UPA.

Uno de estos mitos fue el Holodomor, que alegaba que la URSS deliberadamente causó y promovió una hambruna que causó la muerte de entre tres y siete millones de ucranianos.

Grover Furr (conocido revisionista, encima), autor de «El Discurso Secreto», describe que la película de 1987 «Harvest of Despair». fue el inicio de «el movimiento Holodomor», y es hasta el día de hoy la fuente más citada por quienes defienden la teoría. La película fue financiada enteramente por nacionalistas ucranianos, y el académico canadiense Douglas Totte explica que utiliza fotografías de la hambruna del Volga (1921-1922) para ilustrar la hambruna ucraniana de 1932-1933.

Fue durante la presidencia de Viktor Yushchenko (el cual ganó poder tras el alzamiento Maidan del 2004, financiado por occidente) que el mito anti-ruso volvió a reflotar en Ucrania. Ahora mismo, las milicias fascistas ucranianas como el Batallón Azov sostienen la teoría del Holodomor.

El historiador norteamericano Mark Tauger investigó extensivamente la hambruna y llegó a la concluión de que el desastre fue debido a circunstancias ambientales y no estaba relacionado a la política soviética en la región. Tauger explica, «Los medios populares y la mayoría de los historiadores han descrito a la hambruna que afectó a la mayoría de la URSS a principios de la década del 30 como manufacturada, frecuentemente como un genocidio perpetrado por Stalin intencionalmente en contra del pueblo ucraniano y a veces en contra de otros grupos nacionales para destruirlos como naciones… esta perspectiva, sin embargo, es errónea. La hambruna que sucedió no estuvo limitada a Ucrania o siquiera a áreas rurales de la URSS, no fue fundamental o exclusivamente manufacturada, y estaba lejos de la intención del liderazgo soviético crear tal desastre. Un número reducido pero creciente de literatura que se basa en fuentes primarias, documentos de archivo y un enfoque crítico de otras fuentes ha demostrado los errores de la interpretación genocida o intencionalista de la hambruna.»

Los que apoyan esta teoría guardan silencio respecto del hecho de que Rusia (incluyendo el territorio de lo que hoy en día es Ucrania) sufrió de devastadoras hambrunas periódicas desde fines del siglo XIX, mucho antes de que los bolcheviques tomen el poder en 1917. También ignoran el hecho de que existieron hambrunas severas en 1920-1921, 1924, 1927 y 1928. Interesantemente, fuentes primaras ucranianas revelan que la hambruna de 1928, causada principalmente por sequía, fue extremadamente seria y Ucrania recibió más auxilio del gobierno soviético que cualquier otra región de la URSS. Como con muchas otras cifras infladas que se ven en el Libro Negro del Comunismo, las estimaciones de muertes en la URSS se basan en proyecciones de población de dudoso rigor («la población tendría que haber crecido X por ciento, así que se murieron Y cantidad de personas)

Incluso historiadores criptofascistas como Robert Conquest (cuyo libro «La Cosecha del Dolor» es otra de las fuentes más citadas por proponentes de la teoría del Holodomor) dieron vuelta atrás sus declaraciones y reconocieron, tras la apertura de los archivos soviéticos a principios de los noventas, que la evidencia a favor de la teoría del Holodomor era insuficiente.