*Miguel Molleda, periodista que ha desarrollado toda su carrera en la radio pública española. Especialista en información internacional, ha sido enviado especial a diferentes conflictos bélicos, además de corresponsal en Jerusalén / GLOBALTER (globalter.com)
El periodismo internacional debería estar escarmentado de lo ocurrido con la guerra de Irak en 2004. Las mentiras y la manipulación de las noticias por parte de Estados Unidos y su “coalición de voluntarios”, entre ellos España, alcanzaron niveles desconocidos desde la guerra de Vietnam en los años 60 del pasado siglo. Yo mismo sufrí en la radio estatal pública española, en la que estaba especializado en información internacional, la continua censura por parte de los “torquemadas” de turno, que me tuvieron postrado en un rincón de la redacción, tras regresar de Nueva York y haber cubierto el post 11S, donde fui testigo de la gran mentira que se preparaba para embarcarnos en una guerra contra un país que nada tenía que ver con los terroristas islámicos de Nueva York y Washington. Descubierta la gran falacia que ha costado tantas miles de víctimas inocentes, los grandes y pequeños manipuladores, desde el New York Times o la BBC, hasta la radio pública española, nunca pagaron las consecuencias de su irresponsabilidad por la tergiversación de las noticias que nos llevaron a una guerra criminal. Aún peor, verdaderos héroes de la información, como el periodista australiano, Julian Assange, que al frente de WikiLeaks destapó las miserias intervencionistas de las grandes potencias occidentales, sufre, por tal servicio ciudadano, pena de cárcel en el Reino Unido, con riesgo de ser extraditado a Estados Unidos, donde, sin duda, terminaría pereciendo entre cuatro paredes.
VUELTA A LAS ANDADAS
En la madrugada del 24 de febrero del 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunciaba a la nación y a todo el mundo lo que denominó “operación militar especial” en Ucrania, la invasión armada del país vecino para proteger a la población rusófona del este de Ucrania, amenazada desde hacía 8 años por su propio ejército ucraniano que la bombardeaba sin cesar tras el golpe de estado, orquestado por Estados Unidos. Golpe que expulsó violentamente del poder al presidente prorruso, Víktor Yanukóvich y supuso la matanza de Odessa de mayo de 2014 de población rusófila ucraniana, opuesta a la asonada del Maidán, aniquilada y quemada viva por grupos neonazis ucranianos armados por Washington.
A partir de la reacción rusa, una miríada de periodistas de todo el mundo se abalanzaron sobre Kiev para informar de los acontecimientos de una nueva guerra en Europa. ¿Una nueva guerra?, que duraba ya casi una década, pero que los grandes medios corporativos internacionales, públicos y privados, habían intencionadamente ignorado hasta entonces. La narrativa de todos estos grandes medios coincidió, punto por punto, con los argumentos del gobierno de Estados Unidos, la OTAN, y los belicistas ejecutivos de la Unión Europea, todos ellos volcados contra Moscú, haciendo a Rusia culpable en exclusiva de la guerra en Ucrania y tratando de llevar a la potencia del este de Europa al estatus de paria internacional.
Se ha escamoteado la cronología de los hechos sobre las causas de un conflicto que no había comenzado ese 24 de febrero con la invasión rusa. Tampoco ha sido tenida en cuenta la concatenación de acontecimientos desde la desaparición de la URSS en los años 90 del pasado siglo, ni las progresivas ampliaciones de la Alianza Atlántica, desoyendo y arrinconando a Rusia, cada vez más amenazada desde sus antiguos territorios desgajados (incumpliendo Washington la promesa no escrita de que la OTAN no se ampliaría al este, tras permitir Moscú la unificación de Alemania). Ni tan siquiera se han considerado tampoco las causas y consecuencias más cercanas de los frustrados Acuerdos de Paz de Minsk, que hubieran evitado la guerra. Todo esto ha sido intencionadamente ignorado por los gobiernos de Washington y de la Europa de Bruselas.
Todo este trasfondo, previo a la llegada de las tropas rusas a Ucrania, ha sido también desechado por los grandes medios de comunicación cuando es absolutamente imprescindible para contextualizar adecuadamente los motivos del conflicto. Una guerra ignorada durante años cuando quien caía bajo las bombas era la población rusófona del Donbás (14.000 muertos y tres millones de refugiados). Pero que a partir del 24 de febrero se hacía omnipresente, para una opinión pública desinformada, por el mero hecho de que las fuerzas rusas estaban a las puertas de Kiev. Los episodios desarrollados desde entonces en el campo de batalla han sido objeto de las más burda manipulación informativa, como las supuestas matanzas rusas en Bucha, extrarradio de Kiev, poniendo en escena los asesores anglosajones de los ucranianos una teatralización mediática ya ensayada por la OTAN y la OSCE en la guerra de Kosovo. Idéntica teatralización ha sido realizada en la localidad de Izium, coincidiendo con la retirada rusa este verano de una parte del sur de Ucrania
EL ANUNCIADO CONFLICTO GEOPOLÍTICO
Pocas guerras anteriores habían sido tan claramente anunciadas por representantes políticos, diplomáticos y destacados analistas internacionales como ha sido la intervención armada de Rusia en Ucrania. Resulta sorprendente que numerosos pensadores estratégicos advirtieran, durante años, del resultado que se produciría si la OTAN y Estados Unidos seguían el mismo agresivo camino de expansión hacia el este y de provocación a Moscú. Advertencias realizadas por George Kennan, Jack F. Matlock, William Perry, Noam Chomsky, Stephen Cohen, Vladimir Pozner, Jeffrey Sachs, Bill Burns, Malcolm Fraser, Paul Kesting, Paul Gates, Roderic Lyne, Pat Buchanam, Tim Marshall, George Beebe, Ted Galen Carpenter, Frank Blackaby, John Pilger, Shiping Tang, Olekiy Arestovych, Henry Kissinger o incluso el actual Papa Francisco, entre otros.
Frank Blackbaby, antiguo director del instituto sueco de investigación por la paz SIPRI, escribió en 1996 que cualquiera que fuera el que gobernara en Moscú, Rusia reaccionaría política y militarmente a la expansión de la OTAN y sumergiría a Europa en la Guerra Fría II.
El prestigioso profesor de Ciencia Política de la Universidad de Chicago, John Mearsheimer, predijo en 2015 exactamente lo que está ocurriendo en Ucrania por la provocativa expansión de la OTAN dirigida por Estados Unidos, tras inspirar el golpe de estado de 2014 en Kiev y la guerra del ejército ucraniano contra el Donbás: “Occidente está llevando a Ucrania por un camino que finalmente supondrá su destrucción. Y lo que de hecho estamos haciendo (EEUU, la OTAN y la Unión Europea), es alentar ese resultado”. Stephen Cohen, otro antiguo y respetado analista, experto en estudios rusos, advirtió en 2014, “si llevamos las fuerzas de la OTAN hasta las fronteras con Rusia…lo que estamos haciendo es militarizar la situación y Rusia no va a retroceder, es para ella una cuestión existencial”. El antiguo secretario de Defensa de Estados Unidos, Bob Gates, en sus memorias escritas en 2015 dijo: “Esta rápida expansión de la OTAN (al este de Europa) es un error…Tratar de meter a Georgia y Ucrania en la Alianza Atlántica es una exageración, y especialmente es una monumental provocación”. Y el Papa Francisco recientemente señaló que “la OTAN puede haber provocado la invasión rusa de Ucrania”. Incluso el famoso disidente de la antigua URSS, Alexander Solzhenitsyn afirmó en 2006 que la ampliación de la OTAN era “un esfuerzo para rodear a Rusia y destruir su soberanía…Rusia nunca renunciará a nuestra unidad con la población rusa de Ucrania”.
MEDIOS MUNDIALIZADOS O LA VOZ DE SU AMO
Pese a estos antecedentes y contexto de la intervención militar de Rusia en Ucrania, nunca como en esta ocasión los grandes medios de comunicación occidentales, públicos y privados, habían llevado y llevan a cabo una campaña semejante de manipulación y desinformación, con patológicas consecuencias sociales. Al mismo tiempo, las grandes corporaciones tecnológicas y los gobiernos de la Unión Europea y EEUU han impuesto la censura de los medios de comunicación rusos, y en las redes sociales de su propiedad cuando se informa a favor de Rusia. La mundialización de la información está siendo la mundialización de la mentira. Y hasta tal punto que este arriesgado y peligroso paso estratégico dado por Estados Unidos contra Rusia en Europa está teniendo consecuencias dramáticas, económicas, sociales, energéticas, para la población civil europea.
Europa nunca había estado tan desinformada por sus propios medios de comunicación como en estos momentos a causa de la guerra que Estados Unidos ha desencadenado contra Rusia en el territorio de Ucrania. Un conflicto de imprevisibles consecuencias geoestratégicas en un mundo multipolar, a pesar de Washington. Y que puede llevar, con el consentimiento de sus élites políticas y económicas, a la indigencia absoluta de amplias capas de la sociedad europea. La deriva de los medios de comunicación corporativos, que groseramente están incumpliendo la sagrada misión de informar con verosimilitud de lo que ocurre, será también responsable de arrastrar a la sociedad europea a la indigencia intelectual e informativa.