*Nahia Sanzo / Slavyangrad (slavyangrad.es)
Más estable en términos de avances y retrocesos militares y cambios políticos que en los primeros meses de la intervención rusa, la guerra en Ucrania ha vuelto a sufrir en los últimos días cambios relevantes. Con un frente consolidado a lo largo de cientos de kilómetros, los ataques y contraataques de estas semanas han producido cambios ligeros tanto en la zona de la región de Járkov, donde las tropas rusas han recuperado el terreno perdido en la anterior contraofensiva ucraniana, como en la zona de Jerson, donde Ucrania anuncia repetidamente grandes avances que nunca han producido éxitos consolidados.
Sin embargo, este es el teatro de operaciones en el que Ucrania espera conseguir más rédito militar de las recién llegadas armas occidentales, de ahí la insistencia en buscar la atención mediática a una zona en la que la prensa escasea, por lo que es posible conseguir que se publique como hechos informaciones filtradas con el único objetivo de crear una imagen alterada de la realidad. La semana pasada, se llegó incluso a hablar de que las tropas ucranianas no solo habían llegado a la ciudad sino que habían capturado ya varias calles, información refutada por la población de la ciudad, que negó combate urbano alguno.
En términos militares, el escenario de Donbass y la continuación de los ataques rusos con misiles siguen siendo la base de la guerra. El lanzamiento de miles rusos continúa a pesar de que, ya en marzo, toda la prensa internacional dio por cierta la versión ucraniana, que afirmaba que Rusia disponía de recursos para luchar apenas unas semanas más. Ese discurso ha continuado a lo largo de los cuatro meses que dura ya la intervención rusa y esta misma semana, Boris Johnson afirmó que espera que el ritmo de la intervención rusa baje, aunque sus palabras parecen basarse más a sus deseos que en los datos de inteligencia.
Los ataques con misiles se han producido prácticamente a diario en estos meses, pero han aumentado en intensidad en los últimos días, no solo en las zonas cercanas al frente, por ejemplo Nikolaev, donde el alcalde llamaba a la evacuación de la ciudad, sino también en algunas tan lejanas como Kiev. Este fin de semana, en el que por primera vez las fuerzas rusas han utilizado el territorio de Bielorrusia en los ataques, han sido atacados objetivos en la ciudad de Kiev, que desde la retirada rusa había quedado en un segundo plano. Uno de los misiles, ya fuera porque no alcanzó su destino o porque fue derribado por la defensa antiaérea ucraniana, impactó contra un edificio de apartamentos matando a una persona. Anton Gerashenko, asesor del Ministerio del Interior y a quien se vincula a la web Mirotvorets, que costó la vida al periodista Oles Buzina, mostraba ayer el pasaporte ruso de la mujer, una nacionalidad relevante a la hora de condenar los ataques rusos, pero que no lo es en el caso contrario.
Condenando también el ataque ruso, cuyo objetivo era la cercana fábrica Artyom, el mediático Oleskiy Arestovich, asesor de la Oficina del Presidente y principal valedor de la teoría de que Rusia está a punto de quedarse sin recursos con los que luchar, afirmaba en las redes sociales que habrá respuesta. “Pero no contra los civiles, como hacéis vosotros”. Un discurso similar al utilizado estos días por Volodymyr Zelensky, que en la lucha entre orcos y elfos, colocaba a Ucrania en los ilustrados elfos frente a los salvajes orcos.
A cientos de kilómetros de Kiev, al otro lado de la línea del frente, que en esa zona apenas se ha movido desde el inicio de la intervención rusa, los ciudadanos ucranianos de Donetsk continúan bajo el fuego diario de los Grad ucranianos, a los que en las últimas semanas se ha unido la munición de 155 mm entregada a Ucrania por los países de la OTAN. Desde que la escalada comenzara el 29 de mayo, la capital de la RPD ha vivido las peores semanas, con ataques indiscriminados en barrios cercanos al frente, pero también en el centro de la ciudad, durante años seguro ante unos bombardeos ucranianos que se limitaban a la línea de separación. El peligro para la población civil de una ciudad hasta ahora considerada segura como Donetsk ha aumentado notablemente en las últimas semanas.
La voluntad de disparar de forma indiscriminada contra la una ciudad perdida hace ocho años es un buen indicio de la estrategia ucraniana en Donbass, región que ha sufrido daños militares importantes y cuya industria se encuentra en gran parte destruida o detenida a causa del bloqueo económico que Ucrania impuso a partir de 2015. Al contrario que en zonas que Kiev espera recuperar, como Jerson, donde la retirada ucraniana fue prácticamente inmediata, lo que ha limitado los daños, Ucrania ha optado en Donbass por la táctica de luchar por cada localidad, garantizando así la completa destrucción de las ciudades.
Repitiendo la estrategia que ya se probó infructuosa y destructiva en Mariupol, Volodymyr Zelensky optó por negar la retirada estratégica que solicitaban las autoridades militares y personalmente dio la orden de luchar por mantener Severodonetsk, ciudad en la que Ucrania había instalado su administración civil-militar regional tras la pérdida de la ciudad de Lugansk. “En Severodonetsk se juega el destino de Donbass”, afirmó el presidente ucraniano según recogía la prensa ucraniana el pasado 8 de junio. En esos momentos, las tropas ucranianas mantenían el control de la zona industrial y las zonas aledañas. Una semana antes, un artículo publicado en la prensa francesa citaba a soldados ucranianos sobre el terreno afirmando que la ciudad ya estaba perdida para Ucrania, que había iniciado una retirada parcial a la cercana Lisichansk, una posición más ventajosa para defender Severodonetsk y, sobre todo, la ruta entre Lisicahsnk y Arytomovsk, ahora mismo uno de los focos importantes de la guerra. Es posible que Ucrania esté realizando ya una retirada parcial de Lisichansk en busca de un frente que sí pueda defender de forma más eficiente.
El jueves, iniciando una fase en la que la derrota ha de convertirse en victoria y Severodonetsk ha de pasar a ser a una localidad destruida y no merece la pena defender, el gobernador de la parte de Lugansk aún bajo control ucraniano (actualmente Lisichansk y algunas localidades de sus alrededores, todas ellas en la margen derecha del Severskiy Donets), Serhiy Haidai anunciaba prematuramente que las tropas ucranianas se verían obligadas a abandonar la ciudad. Yury Butusov, periodista de Tsensor.net que en estas últimas semanas se ha ganado el odio de las autoridades por revelar datos incómodos para Ucrania, dio la noticia. Ambos recibieron los reproches de Hanna Malyar, viceministra de Defensa, que les acusó de poner en riesgo una retirada que, en realidad, no implicaba las complicaciones que implicó, por ejemplo, la retirada ordenada y planificada de Debaltsevo en 2015. Una parte de las tropas ucranianas ya se habían retirado y el contingente ucraniano en Azot era escaso, por lo que, pese a la ausencia de puentes hacia Lisichansk, la escasa distancia entre ambas localidades ha facilitado la labor. Frente al desastroso cerco de Azovstal, que costó a Ucrania centenares de soldados muertos y heridos y más de 2000 capturados por las fuerzas de la RPD, no ha habido en Severodonetsk ni una rendición masiva, ni una operación de extracción, sino que las circunstancias han marcado el único paso posible: la retirada.
La batalla se ha trasladado así a las afueras de Lisichasnk, hacia donde han avanzado las tropas rusas (entre las que se encuentran unidades chechenas) y de la RPL una vez cerrado el cerco de Gorskoe y Zolotoe. También allí se produjo una retirada parcial de tropas ucranianas, que iban a quedar completamente aisladas y sin posibilidad de recibir suministros. En Gorskoe, las tropas de la RPL izaron las banderas de la República, la de la Federación Rusa, y la de la Brigada Prizrak, que había quedado prácticamente en el olvido desde la muerte de su comandante Alexey Markov. Junto a las tropas rusas, los soldados de Prizrak avanzan hacia la última ciudad de Lugansk aún bajo control ucraniano, Lisichansk, defendida en 2014 por su primer comandante, Alexey Mozgovoy. Periodistas sobre el terreno afirman que ha comenzado ya la batalla por la ciudad, más propicia a la defensa al encontrarse en altura. También allí, periodistas occidentales, como los enviados de la cadena francesa France 24, han podido comprobar, para su sorpresa, que gran parte de la población que permanece en la ciudad rechaza la evacuación que ofrecen los voluntarios ucranianos y esperan que las tropas rusas salgan victoriosas en la batalla.
El destino de Donbass no se jugaba en Severodonetsk, una ciudad importante, pero cuya captura es insuficiente sin la vecina Lisichansk, a su vez clave para el avance hacia el nudo de comunicaciones de Artyomovsk y posteriormente hacia Kramatorsk-Slavyansk. El destino de Donbass se juega en cada ciudad por la que se lucha, en la posterior reconstrucción y en las intenciones de Ucrania ahora que ha recibido la artillería pesada de largo alcance que exigía de sus socios. “Recuperaremos todas las ciudades”, afirmó Zelensky, mencionando Severodonetsk, Lugansk y Donetsk (aunque no Sebastopol o Yalta, quizá por el compromiso adquirido con Estados Unidos de no atacar territorio ruso con las armas occidentales). En estas semanas, sus tropas han mostrado cómo Ucrania pretende recuperar el territorio perdido: además de la intensificación de los bombardeos sobre zonas civiles de Donetsk, también ciudades como Gorlovka continúan siendo blanco de la artillería ucraniana en bombardeos que no buscan avances territoriales sino castigar a la población. A esas ciudades se han sumado localidades de la retaguardia como Stajanov en Lugansk o Snezhnoe en Donetsk, localidad que no había sido atacada desde hacía varios años.
La derrota ucraniana en Severodonetsk se produce en una semana en la que se prevé que Ucrania reciba nuevamente el apoyo explícito de sus socios. El G7 ya ha anunciado que, en su reunión de esta semana en Elmau, Alemania, se introducirán nuevas sanciones contra Rusia, pese a las consecuencias que estas están teniendo en las economías occidentales y las dificultades que van a suponer en términos de suministro energético para países como Alemania. Se ha confirmado ya que los países miembros prohibirán la importación de oro ruso, lo que posiblemente suponga un aumento de su precio.
En términos militares, es previsible que la cumbre de la OTAN que se celebra esta semana en Madrid sirva de ocasión para el anuncio de más ayuda militar a Ucrania por parte de los países miembros, que, liderados por Estados Unidos y especialmente Gran Bretaña, siguen abogando por aumentar la asistencia militar a Ucrania en busca de una derrota militar rusa en el frente.
Es posible que el reciente aumento de los ataques con misiles en un momento en el que las tropas ucranianas están sufriendo en Donbass busque maximizar las victorias en Donbass y presionar a Kiev en busca de negociaciones. Sin embargo, la opción de la diplomacia sin esperar a una retirada rusa de Ucrania, en cierta forma defendida por Emmanuel Macron (que cree que Ucrania podría ahora negociar en posición de fuerza), es claramente minoritaria en Ucrania y especialmente entre sus socios occidentales. Como ya podía entreverse el pasado marzo, la posibilidad de una resolución negociada al conflicto es escasa en las actuales condiciones y la guerra continuará, por lo menos, hasta la finalización de la batalla por Donbass.