*Rafael Poch de Feliu (rafaelpoch.com)
Para el esperado incremento del hambre en el mundo, las sanciones occidentales contra Rusia son mucho más dañinas que el bloqueo ruso de puertos ucranianos.
“Para que el trigo valga dinero: agua, sol…. Y guerra en Sebastopol”, se decía en Castilla. Imagino que el dicho se estrenó a mediados del XIX, tras la guerra de Crimea, y recuerda el gran papel de las ricas llanuras ucranianas y sus tierras negras en la producción de cereal y la dinámica de los precios.
Hoy la guerra de Ucrania y las sanciones de respuesta que la invasión rusa ha recibido de parte de Estados Unidos y la Unión Europea, han creado una situación ejemplar. Hay un peligro de hambre en zonas del sur global sobre el que advierte el Programa Alimentario de la ONU (WFP).
Digo ejemplar por la evidente y conocida relación entre los desastres de la guerra y el hambre (según el WFP, el 60% de los hambrientos viven en zonas afectadas por la guerra y la violencia) que en el caso ucraniano incrementará el colectivo de los que sufren hambre aguda en el mundo en 47 millones. Es decir, el número de hambrientos pasará este año de 276 millones (nivel de preguerra) a 323 millones, según esa fuente. Pero ejemplar también por cómo se utiliza este problema con fines belicistas en un contexto de propaganda de guerra.
La guerra de Ucrania complica los impactos ya generados por otros conflictos, la pandemia, la crisis climática y los costes encarecidos por un incremento del precio del grano, que ya venía de antes, y por el transporte. El África subsahariana será el área más afectada. Egipto, Túnez, Turquía, Líbano, Siria, Argelia, Marruecos Somalia, Etiopía y Sudán), recibirán menos y además más caro.
Este informe del WFP se publicó en marzo, pero la mayoría de nuestros medios de comunicación solo se hicieron eco de él en junio. Y frecuentemente informaron mal.
Rusia y Ucrania responden del 30% de la exportación global de trigo. Ambas son también grandes exportadoras de cebada, maíz, semillas de girasol y aceite de girasol. Gran parte de esa exportación va al sur, en Asia, Oriente Medio, África del Norte y subsahariana, donde se localizan algunos de los países más pobres del mundo, que ya estaban al límite por los efectos de las subidas de precios, los estrés producidos por la pandemia y las habituales lacras; guerra, corrupción, desigualdad, mala administración…
Desde la OTAN se dice que el bloqueo ruso de los puertos ucranianos es el motivo del aumento cuantitativo del hambre que ONU y WFP anuncian y contabilizan. Pero Rusia exporta mucho más que Ucrania: el 20% del trigo, harinas y derivados, frente al 8,5% de Ucrania. Por eso, lo que no dice la OTAN, la UE y EE.UU -y con ellos el grueso de nuestros medios de comunicación- es que en la génesis de ese peligro las sanciones occidentales contra Rusia son mucho más significativas que el bloqueo ruso de puertos ucranianos.