*Sergio Mario Guilli / Revista La Comuna (revistalacomuna.com)
Un run run mundial de cambio de orden mundial aparece en boca de analistas desde los más diversos ángulos ideológicos. La operación especial de Rusia en Ucrania es el detonante de una serie de eventos que es preciso seguir para comprender el mundo que se viene. Biden, del lado del imperialismo, toma nota y pretende surfear la ola: “la economía mundial está en un momento de inflexión (…) hay ahí un nuevo mundo y lo tenemos que liderar (…) unificando al mundo libre tras de nosotros”.
El poder mediático del capital concentrado en occidente sume a ese mundo, que por centurias logró ser vanguardia y centro económico y cultural del planeta, en un decadentismo ostensible. La difusión de las drogas, la perversión y el pasotismo y su expresión en política: el auge de la ultraderecha; son síntomas que se ven agravados por la actual histeria rusófoba con la cual la OTAN pretende alinear al planeta. Esta movida es parte y paso de la provocación que montó en Ucrania, alimentando el huevo de la serpiente del fascismo y utilizando a un actor apellidado Zelensky, un improvisado ungido presidente por la reaccionaria oligarquía ucraniana.
Las sanciones contra Rusia agudizan la crisis energética y exponen ahora un “déficit sistémico” en el abastecimiento mundial de diésel, que podría agravarse y conducir en el corto plazo al desabastecimiento global. Esto ocurre en un momento en el que las reservas en Estados Unidos están en un nivel un 20% menor al promedio existente en los cinco años anteriores a la pandemia y el nivel de reservas de diésel en Europa es el más bajo desde 2008, según informa oilprice.com. Rusia disminuye su producción de petróleo pero ni Arabia Saudita ni Emiratos Árabes Unidos suplirán esta falta. Esto refleja la creciente cooperación estratégica entre Rusia y la OPEP.
La reciente decisión de Putin de obligar a las “naciones hostiles” a pagar sus importaciones de gas ruso con rublos ha contribuido a reforzar el valor de la moneda rusa. Para colmo, china decide comprar con yuanes el petróleo que importa de Arabia Saudita y motiva el alerta financiera generalizada. Por estos días, Goldman Sachs, y luego el FMI, señalaron que como consecuencia de haber congelado las reservas de divisas de Rusia en los Bancos Centrales del mundo, la Reserva Federal norteamericana ha dejado entrever el peligro que corren las reservas en dólares y euros de otros países que pueden ser sujetos a sanciones similares y de una posible erosión del dólar como moneda internacional de reserva.
Los EE.UU. al comando exclusivo de la OTAN llevaron a Rusia al terreno que querían, tener que accionar bélicamente para desarticular una provocación que, ahora se sabe, contaba con laboratorios de guerra química y biológica. Pero la respuesta firme generó un campo de realineamientos internacionales: China, India, Pakistán, Indonesia e Irán no se sumaron a las sanciones, incorporando a esa postura más de la mitad de la población mundial. Mientras tanto, a la Europa Occidental se le hace cada vez más difícil seguir el ritmo que dicta Washington. Ya se venía viendo el desplante yanqui a Francia, que canceló un pedido de submarinos para pasar a pedírselos a Australia. Esta señal significaba la traslación del interés norteamericano de la OTAN a la recientemente creada alianza AUKUS (EE.UU, Reino Unido y Australia) con un fin ofensivo hacia China. La exigencia yanki del bloqueo a Rusia por parte de Europa es un punto central de la provocación que montó en Ucrania: no se trata solo del encarecimiento del gas, también se fragiliza el euro, crece la inflación mundial, se pone un freno a las cadenas logísticas y muchos otros cambios sistémicos que afectarán progresivamente a la vieja Europa que si no patea el tablero, será aún más sumisa de los caprichos norteamericanos.