Genocidio de Donbass, para qué preocuparnos

Artículo de Aitor Saiz Lasheras, Metodólogo e Historiador. 

En relación al grave asunto de si existe o no un genocidio en Donbass, he leído con mucho interés este artículo de Chernayakobra el 24/02/2022. Remembering the White Book of Crimes in Donbass

He traducido algunos fragmentos que me parecen relevantes a día de hoy, ya que preguntarse si existe o no un genocidio en Donbass es clave tanto para comprender las motivaciones de la intervención armada rusa en Ucrania, como para valorar la violenta respuesta de Occidente a dicha agresión (por si no lo saben, los bloqueos navales o aéreos, las sanciones económicas y el suministro de armas a un bando son cassus belli de manual, alguno de los cuales queda recogido en el derecho internacional).

“El 22 de febrero, después de que V. Putin se dirigiera al pueblo, el secretario general de la ONU, A. Guterres, entró en una discusión con él: “El genocidio es un delito que tiene una definición clara, y hay que utilizarlo [этот термин] de acuerdo con el derecho internacional. No creo que sea el caso”.

El comentario de labios de un funcionario internacional se hizo en respuesta a la declaración del presidente ruso sobre el reconocimiento de Rusia de la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Putin dijo: “Y el autoproclamado mundo civilizado, cuyos únicos representantes son nuestros colegas occidentales, prefiere no darse cuenta de esto (de lo que ocurre en el Donbass.) Como si no hubiera nada, todo este horror, el genocidio al que están sometidos casi 4 millones de personas”.

S. Lavrov respondió a Guterres en una reunión con el enviado especial de la ONU, Geir Pedersen: “Para nuestro gran pesar, el Secretario General de la ONU, cuyo representante es usted, fue objeto de presiones por parte de Occidente e hizo varias declaraciones el otro día sobre lo que está ocurriendo en el este de Ucrania que no corresponden a su estatus y a sus poderes según la Carta de la ONU”

Y unos días antes, durante una reunión con el canciller alemán Olaf Scholz, V. Putin dijo sobre lo que estaba ocurriendo “Según nuestras estimaciones, lo que está ocurriendo hoy en el Donbás es un genocidio”.

Scholz pensó durante mucho tiempo qué responder, y lo hizo en la Conferencia de Múnich: “Él [Путин] se mueve con el argumento de que en el Donbass está ocurriendo algo parecido a un genocidio, lo cual es realmente gracioso (ridículo), digámoslo directamente”.”

[…] Mientras tanto, los discursos de los políticos y publicistas ucranianos están constantemente llenos de declaraciones como: “Donbass es un tumor canceroso de Ucrania”, que “Donbass debería estar rodeado de alambre de espino”, etc.

Pues sí: el representante de la nación responsable de la muerte de 27 millones de personas (sólo en la URSS) durante la Gran Guerra Patria, pensó en calificar como ridícula la valoración del Presidente de la Federación Rusa de lo que está ocurriendo en el Donbass y ridículo su uso de la palabra genocidio…

Y no sólo eso: al contestar a Vladimir Putin sobre su mención a la ilegal y criminal agresión de la OTAN contra Yugoslavia, el canciller alemán tuvo la desfachatez de afirmar que la agresión contra los pueblos de Yugoslavia se trataba de un caso diferente, que estaba justificada porque allí si había genocidio. Es decir, volvió a utilizar algo que todos saben que fue una mentira preparada para agredir militarmente a Yugoslavia. Los propios estamentos oficiales y la prensa alemana han reconocido (ya hace años) de que el “inicio de un genocidio en Kosovo” se trataba de una manipulación, que el BND (los servicios de inteligencia alemanes) sabía que eso no estaba sucediendo, y que su ministro de Defensa, el primero en utilizar este término, simplemente mintió para llevar a su país a una guerra que su pueblo no quería. Y en este momento tan delicado sólo se le ocurre menospreciar al pueblo ruso con un tema como el del genocidio y volver a utilizar una mentira descarada para hacer apología, otra vez, de una violación del derecho internacional y de un crimen de lesa humanidad como lo fue la agresión de la OTAN a Yugoslavia.

Sin embargo, la cuestión del genocidio en Donbass es un tema muy serio que lleva ocho años sobre la mesa, y las primeras ediciones del Libro Blanco del que se habla en este artículo ya fue publicado por estos lares hace muchos años.

La valoración que repitió V. Putin hace tres días ya se escuchó en el Kremlin. El jefe de la administración presidencial de Rusia, Sergei Ivanov, dijo en el verano de 2014: “Lo que está ocurriendo allí -no quiero lanzar grandes palabras- pero, en mi opinión, se trata de una guerra civil, que seguramente se está convirtiendo en un genocidio contra su propio pueblo”.

Las “grandes palabras” no se quedaron en meras palabras.

En 2015, se publicó en Moscú un libro “La tragedia del sureste de Ucrania. Libro blanco de los crímenes”. Y en febrero de 2016, hace seis años (¡!), se llevó a cabo una presentación en la Academia del Comité de Investigación de la Federación Rusa de la versión en inglés de esta publicación “The Tragedy of Southeastern Ukraine”, preparada bajo la dirección del Presidente del Comité de Investigación de la Federación de Rusia Alexander Bastrykin. El libro contiene testimonios de participantes en los hechos, documentos fotográficos, materiales de organizaciones internacionales que registran pruebas de los crímenes de guerra cometidos en el sureste de Ucrania.

El libro cita la “Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio del 9 de diciembre de 1948”: Aquí están las definiciones de lo que es el genocidio de acuerdo con el derecho internacional, que Guterres mencionó:

“…los actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
– el asesinato de miembros de dicho grupo…
– la creación deliberada para cualquier grupo de condiciones de vida calculadas para la destrucción física total o parcial del mismo… “

Los actos criminales clasificados como “genocidio” se definen en la Convención de 1948 de la siguiente manera:

“a) el genocidio.
b) la conspiración para cometer genocidio.
c) la incitación directa y pública a cometer genocidio.
d) la tentativa de genocidio.
f) la complicidad en el genocidio”.

Estos párrafos de la Convención, según los datos documentados, son una descripción del estado de cosas en el Donbass, que comenzó a tomar forma hace 8 años.

A la presentación del Libro Blanco en 2015 asistieron representantes competentes de 14 estados extranjeros acreditados en misiones diplomáticas en Moscú, representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Organización Internacional para las Migraciones. Así que tanto António Guterres como Olaf Scholz deberían haber estado familiarizados con la situación en Donbass.

Todos los años siguientes, el Comité de Investigación de la Federación Rusa estuvo investigando los crímenes en el Donbass. En 2015, se trataba de 54 casos penales sobre los hechos de asesinatos y otros delitos. Recordatorio para los que se olvidaron: “En el proceso del trabajo de investigación realizado, se revelaron los hechos de la actividad criminal de personas de entre la cúpula política y militar de Ucrania, así como de formaciones armadas controladas por ellos, que, en el período comprendido entre el 12 de abril de 2014 y el presente, organizó el uso de armas pesadas ofensivas de acción indiscriminada durante el bombardeo de los asentamientos de la autoproclamada DPR y LPR, como resultado de lo cual los edificios residenciales, los hospitales, las escuelas y los jardines de infancia están siendo atacados…, en violación de las normas y principios generalmente reconocidos del derecho internacional, con el propósito de la destrucción completa del grupo nacional de personas de habla rusa (incluyendo mujeres, niños, ancianos) que viven en el sureste de Ucrania, matándolos, causando graves daños a su salud y creando de otro modo condiciones de vida destinadas a la eliminación física de los miembros de este grupo.

Al mismo tiempo, los líderes de la DPR y la LPR se dirigieron al Consejo de Seguridad de la ONU con una solicitud para establecer un tribunal internacional para el Donbass. Al mismo tiempo, 30 funcionarios de Ucrania fueron procesados por genocidio, asesinato y uso de medios y métodos de guerra prohibidos por el Comité de Investigación de la Federación Rusa. Entre ellos (ahora ex): “… Ministro del Interior de Ucrania Avakov A.B., Ministro de Defensa de Ucrania Geletey V.V., Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania V.N. batallones nacionalistas “Aidar”, “Donbass”, “Dnepr” Melnichuk S.P., Semenchenko S.I., Bereza Yu.N. y otros en virtud de los artículos 105, 356 y 357 del Código Penal de la Federación de Rusia, que prevén la responsabilidad por el asesinato, el uso de medios y métodos de guerra prohibidos y el genocidio”.

El material de la causa penal en ese momento ascendía a más de 2.500 volúmenes.”

Pero de todo esto, ni el canciller de Alemania ni el más alto responsable de la ONU saben nada. ¿Extraño, no? Típica Amnesia Occidental, un síndrome famoso en todo el mundo, conocido porque afecta a la autodenominada “comunidad internacional”, y uno de cuyos síntomas más característicos consiste en pensar que el resto del mundo también sufre de esa misma Amnesia.

Pero no es así, el resto del mundo tiene la mala costumbre de tirar de hemeroteca. En las cancillerías de Moscú y Pekín el deja vu de lo sucedido en Krajina, Kosovo y en el bombardeo de Belgrado (y de la embajada de la Republica Popular de China) es inevitable. Menciono la Krajina porque la reciente ofensiva de Kiev sobre Donbass fue la que encendió la chispa, con un plan militar calcado al de la Operación Oluja, que supuso la limpieza étnica de la Krajina por parte de Croacia, desplazando a 200.000 serbios de sus hogares ancestrales.

Una operación militar ucraniana que las fuerzas armadas de las Repúblicas de Donbass sabían que no podrían resistir por falta espacio y recursos para una defensa en profundidad y que ya estaba suponiendo la evacuación de 750.000 civiles, que serían refugiados en territorio de la Federación Rusa. Ver la entrevista al portavoz de la Unión de Voluntarios del Donbass realizada el 19 de febrero antes de que se desatara el incendio.

Pero es que además los crímenes que Occidente y sus proxies van cometiendo quedan registrados: los “White Books” de la Agresión de la OTAN a Yugoslavia son un buen ejemplo de ello. Pensemos, cae una bomba en una casa y mata a una señora de 70 años, con nombre, apellidos, cartilla de seguro, familia, propiedades… Judicatura ha de levantar el cadáver, fiscalía abrir un caso penal, el departamento forense dictaminar la hora y la causa de la muerte, la policía abrir una investigación criminal. Hay que dar forma legal a lo que sin duda es un asesinato, ¿quién es el culpable? ¿pagará por su crimen? ¿qué reparación tendrá su familia por parte de los criminales? y todo lo que conlleva un caso criminal. Además de la destrucción de infraestructuras vitales públicas y privadas, imaginen el problema con las aseguradoras, los presupuestos públicos, las cuentas de las empresas afectadas… Todo queda debidamente registrado a la espera de una solución o una reparación.

Estamos acostumbrados a bombardear países un poco más lejanos, incapaces de enviarnos un dossier judicial sobre varios miles de crímenes sin resolver, cuyos responsables penales viven entre nosotros. Hasta Amnistía Internacional habla de esos crímenes. No son propaganda proserbia.

Si quieren información directa y sin filtrar, aquí el enlace al Tomo I del Libro Blanco de los Crímenes de la OTAN en Yugoslavia. Aquí el Tomo II.

Parece que estos eslavos tiene la mala costumbre de apuntarlo todo, así que tenemos una gran cantidad de crímenes documentados en los que apoyan sus argumentaciones. Y no sólo los eslavos, también los sirios, los chinos… Es, desde esos desagradables recuerdos bien presentes, por lo que todas las alarmas rojas de Rusia y de China están encendidas: cada palabra malintencionada, cada gesto manipulador, cada mentira, cada falta de tacto o de respeto de Occidente se interpreta como otro acto de agresión o como la preparación de otra agresión. Es desde su experiencia histórica, llena de muertos encima de la mesa y de compromisos rotos, desde donde interpretan nuestro lenguaje. Y ya hemos sobrepasado todas sus líneas rojas, aunque nos habían avisado de cuáles eran, las hemos sobrepasado con arrogancia, acostumbrados a la impunidad y a hacer y deshacer (durante décadas) las cosas en el mundo de manera unilateral, sin respetar ni tener en cuenta a nadie que no se someta a nuestra hegemonía. Y sin pensar en las consecuencias.

Rusia y China están acostumbradas a nuestro doble rasero, pero que en la cara te condenen tu agresión militar desatada por un genocidio que sí es, mientras justifican su agresión militar por un genocidio que no fue, insistiendo encima en una mentira ya destapada por su propia gente, puede acabar con la paciencia de cualquiera. La impresentable actitud del canciller alemán ya ha sido calificada por Moscú como una actitud agresiva que deja poco margen a la esperanza en las relaciones con la UE.

De hecho ya no consideran posible tener relaciones mínimamente normalizadas con la UE, y pronto la ONU, por su falta de imparcialidad, no servirá para contener esta Tercera Guerra Mundial en ciernes. Como suele decirse, no les hemos echado, más bien se han ido ellos, y muchos (como Pakistán) se plantean si merece la pena seguir soportando la chulería y la violencia de Occidente.

Así que veremos quién es el que está realmente aislado, quién vive en una fantasía automasturbatoria de poder y quién se prepara para la realidad innegable de un Mundo Multipolar, del que, no, para nada, no vamos a ser el centro. Nunca más.

En cuanto a a Occidente, nos queda la cuestión ética de qué hemos hecho, qué estamos haciendo y qué haremos si es cierto que en Donbass estaban sufriendo un genocidio. La historia nos juzgará.

Aitor Saiz Lasheras
Metodólogo e Historiador.

 28/02/2022

Un comentario en «Genocidio de Donbass, para qué preocuparnos»

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