*Recuperamos este articulo de Carlos Martinez publicado en la web Nueva Revolucion (nuevarevolucion.es) el 21 de marzo de 2017
Existe un rosario de afirmaciones sobre Rusia que solo son un cúmulo de mentiras y de las llamadas ahora “posverdades”, repetidas tanto por los neoliberales puros como los neoliberales progresistas, si bien estos últimos lo aderezan lo de que “Rusia ya no es comunista”. Pues si, “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva y Rusia es capitalista”, parece que es la obviedad a partir de la cual todas sus afirmaciones son lógicas y contundentes. El objetivo de estos lugares comunes es trivializar el debate y obviar aquellas realidades que se desean ocultar y que no interesan al que las repite. Veamos los tópicos más recurridos por analistas y medios de comunicación.
“En Rusia sale gratis pegar a la mujer”
Se ha dicho por activa y por pasiva que, tras las últimas reformas legales, pegar a una mujer en Rusia no está castigado. Este titular saltó a las portadas tras la entrada en vigor de la ley sobre descriminalización de la violencia doméstica que modifica el Código Penal ruso, de tal forma que las agresiones en las que no se produzcan lesiones y en las que no haya habitualidad «contra los seres próximos» estarán sujetos a las leyes administrativas, en vez de a las leyes penales.
Esto no significa que se pueda pegar a la mujer o a los hijos sin castigo o sanción, lo que ha cambiado es que las conductas más leves y no habituales, en lugar de estar castigada como un delito de odio (así estaba tipificado antes de la reforma) serán sancionadas por la autoridad administrativa. Estos malos tratos leves están castigados con las siguientes penas administrativas: Una multa de entre 5.000 rublos (unos 80 dólares) y hasta 30.000 rublos (unos 500 dólares). Detención administrativa de entre 10 y 15 días y entre 60 y 120 horas de servicios comunitarios. De modo que gratis, gratis no es.
Veamos en España. La misma conducta estaría castigada en dos artículos diferentes. En el artículo 173 se castiga a “Quien cause injuria o vejación injusta de carácter leve, cuando el ofendido fuera una de las personas a las que se refiere el apartado 2 del artículo 173, será castigado con la pena de localización permanente de cinco a treinta días, siempre en domicilio diferente y alejado del de la víctima, o trabajos en beneficio de la comunidad de cinco a treinta días, o multa de uno a cuatro meses”. Y en el artículo 153 se castiga la agresión con una lesión de menor gravedad a la que “sea o haya sido esposa, o mujer que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad” con una pena de prisión de seis meses a un año o de trabajos en beneficios de la comunidad de treinta y uno a ochenta días.
Es decir, sólo en el supuesto de lesión de menor gravedad, es decir, de aquella lesión que no requiera tratamiento médico, son claramente superiores las sanciones penales españolas a las sanciones administrativas rusas. Si bien, en la práctica judicial española se impone con mucho más frecuencia los trabajos en beneficio de la comunidad en lugar de la prisión, con lo cual la penalidad, de hecho, en España suele más leve.
Si algo cabe criticar a la legislación sancionadora administrativa rusa (al igual que la norteamericana donde el impago de multas de tráfico puede derivar en prisión) es la posibilidad de imponer penas privativas de libertad. Por tanto, la reforma rusa es censurable desde un punto de vista jurídico al imponerse una sanción en vía administrativa que goza de menos salvaguardas procesales que la judicial para el presunto maltratador.
Por supuesto que Rusia tiene un problema con el machismo, como lo tienen también, por ejemplo, los estados nórdicos, que están entre los más ricos, y por tanto más avanzados del planeta. El machismo es difícil de erradicar y el mejor camino es construir una sociedad igualitaria. Si la solución a la violencia que sufren las mujeres fuera, simplemente, aumentar las penas, todos los parlamentos iniciarían ese camino. Pero no, la realidad es mucho más compleja que todo eso. La vía penal no soluciona y ni previene casi nada, solo impone un castigo. En la violencia machista se unen factores de desigualdad económica, física, una cultura atávica, unas religiones en manos de hombres, educación, unos infravalores dominantes difundidos a través de las televisiones, las obras de ficción y el entretenimiento, la militarización, la sociedad basada en la competitividad y el individualismo…. Muchos de los que se están escandalizando por la reforma de Rusia no admitirían que en España se utilizase la violencia machista contra las mujeres como moneda de cambio en trifulcas partidistas, que es lo que se está haciendo con Rusia.
“Está castigada la homosexualidad”
Otro motivo de ataques contra Rusia es la homofobia. Es cierto que es un problema ese país, un problema que junto al machismo, se ha agravado con la llegada de un sistema económico capitalista y el abandono del socialismo. La URSS fue uno de los países que primero despenalizó la homosexualidad, aunque posteriormente, como en muchos aspectos, se retrocedió en la fase estalinista.
Una sociedad capitalista, y por ende más desigual y más competitiva, necesariamente tiene como víctimas propiciatorias a los niños, los ancianos, las personas con alguna discapacidad, las mujeres y colectivos minoritarios y simplemente diferentes, como el colectivo LGTB. Pero es falso que la homosexualidad está penada en Rusia. El Código Penal Ruso castiga la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales a menores” con multas de hasta 5.000 rublos (80 euros) y en el caso de los funcionarios públicos, grupo que incluye a los profesores y educadores públicos, las multas son de hasta 50.000 rublos (800 euros). Organizaciones y negocios podrán ser multados con hasta un millón de rublos y se les puede prohibir el funcionamiento hasta 90 días. Los extranjeros pueden ser arrestados y detenidos hasta 15 días, y posteriormente deportados, así como multados con hasta 100.000 rublos (1.616 euros) 57.
Cierto es que la ley rusa adolece de indeterminación (eso de “relaciones sexuales no tradicionales”), pero cabe recordar que en España está castigada una conducta muy parecida, en cuanto ambas castigan que se dirija la conducta hacia menores. El artículo 186 del Código Penal español castiga “El que, por cualquier medio directo, vendiere, difundiere o exhibiere material pornográfico entre menores de edad o personas con discapacidad necesitadas de especial protección, será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses”.
Es decir, una conducta similar puede estar castigada más duramente en España que en Rusia, eso sí, el texto español es más preciso al referirse a pornografía mientras que la redacción rusa puede dar a equívocos y castigar conductas que no deberían serlo.
Sí que sería más reaccionario, en este ámbito, el código ruso cuando castiga determinadas conductas a través de internet. Aunque el título de la ley refiere a la “protección de los menores”, la ley no hace distingos cuando la “propaganda” se realiza en internet. Los ciudadanos rusos que empleen Internet u otros medios de comunicación masiva para promocionar “relaciones no tradicionales” pueden ser multados con hasta 100.000 rublos. Es decir, podemos reconocer que la legislación rusa sanciona administrativamente la promoción de las relaciones homosexuales en internet en la medida en que las podemos considerar no tradicionales (aunque habría que ver cómo interpretan los jueces esa ambigüedad de “no tradicionales”). También, el gobierno ruso ha bloqueado sitios porno como YouPorn o PornHub, por considerar que eran accesibles por los niños. Sin duda, todo lo anterior eso es censurable, pero no es perseguir penalmente a los homosexuales por el mero hecho de serlo.
Cualquiera que conozca la realidad rusa sabrá que el problema del colectivo LGTB son las agresiones que sufren en la calle por grupos fascistas. Agresiones que sí son perseguidas por el gobierno ruso solicitando la extradición de los agresores homófobos que se han refugiado en España o Cuba.
En este campo, también podemos criticar a Rusia por la prohibición de la adopción internacional a parejas homosexuales, pero seguidamente hay que recordar que la gran mayoría de legislaciones lo prohíben. Tristemente esto es la norma y no la excepción en las legislaciones. Por ejemplo, en Grecia, con el gobierno de Syriza, se ha aprobado una ley de “maternidad subrogada”, neologismo utilizado para referirse al alquiler de úteros, mediante la cual se permite esta forma de gestación en favor de matrimonios extranjeros siempre que no sea un matrimonio homosexual. Por no hablar de la situación de este colectivo en Polonia y Hungría (miembros de la UE y la OTAN), o del régimen pro-occidental de Ucrania. La situación de la comunidad LGTB en Rusia es mala, pero la imagen que se intenta transmitir es que Rusia es el peor país para los gays, y no es así ni de lejos. Hay nueve países donde la homosexualidad está castigada con la pena de muerte, por ejemplo Arabia Saudí y los Emiratos Árabes. Hay más países que castigan con la cárcel a los homosexuales que estados que permiten su matrimonio. En diferentes estados de EEUU existen leyes contra la “sodomía”, nunca derogadas pero que se declararon inaplicables por el Tribunal Supremo en el año 2003. A pesar de esa jurisprudencia, en el estado de Michigan (EEUU) se aprobó en febrero de 2016 una ley que castiga la sodomía y el sexo oral con una pena de hasta 15 años de prisión. De todos estos países que sí que castigan penalmente al colectivo LGTB tenemos menos noticias sobre la homofobia que de las que provienen de Rusia.
Las Pussy Riot
Otras estrellas de los medios occidentales son el grupo de “punk”, Pussy Riot. En resumidas palabras, este grupo cometió en un mismo hecho dos delitos, los equivalentes en España de “profanación”, por cual fue juzgada Rita Maestre y otro delito de “injurias y/o calumnias” como el que ha sido castigado en España el rapero Valtonic a tres años y medio de prisión. Por supuesto, que esas actitudes se persigan en España no justifica que se haga en Rusia. Pero aplicar el doble rasero de escandalizarse más por Rusia que por otros países que atentan más y de forma más contundente contra la libertad de expresión es también injusticia.
“Rusia es un imperio como EEUU”
La tesis de que algunos defienden el nuevo papel del estado ruso en el orden mundial por confrontar un imperio (el ruso) contra otro (USA) es mendaz y simple. Es verdad que hay una nueva guerra fría, pero no son equiparables ambas potencias, la realidad es que solo hay un imperio, el usamericano, el más grande, potente y violador de los derechos humanos de toda la historia de la humanidad. El presupuesto militar norteamericano es tan elevado como el de la suma del resto de las naciones del mundo. Estados Unidos tienen 587 bases militares en 42 países del mundo, gran parte de ellas en las fronteras con Rusia. Francia tiene bases militares en 11 países, Gran Bretaña en 11 países (sin contar Gibraltar y otras colonias de la corona británica), Rusia en 9 países y China en un país. Estados Unidos ha intervenido militarmente en 54 países, especialmente en América Latina, y ha lanzado dos bombas atómicas contra población civil indefensa.
La moneda común en el comercio mundial es el dólar, con las ventajas de financiación que ello le supone. La deuda pública de EEUU es la más elevada de todo el planeta. De las cincuenta empresas más grandes del mundo, 34 son estadounidenses y las 11 empresas más grandes del mundo tienen sello estadounidense, eso sin tener en cuenta que otras muchas, aunque domiciliadas en Alemania, Japón o China, tienen mayoría de capital proveniente de EEUU.
La industria audiovisual que se consume en todo el mundo proviene de Hollywood, que juega un doble papel, generadora de ingresos mediante los royalties y, de paso, adoctrinan a la población mundial. Rara es la película o documental en la que los rusos o los comunistas no son los malos. También, las agencias de noticias y cadenas de información radicadas en EEUU tienen un total de dominio sobre la información.
En conclusión, con los datos en la mano, no hay otra potencia equiparable, ni de lejos, a USA. Los que hablan de la vuelta del “imperio ruso, falsean la historia pues desde el imperio zarista, Rusia ha perdido progresivamente terreno e influencia en su entorno.
“Rusia interviene ilegalmente en Siria”
Si el objeto de la polémica es la ayuda de Rusia a Siria en su lucha contra el terrorismo, habrá que partir de que no se trata de una intervención “a la occidental”. Habrá que hacer constar que ambos estados contaban con un tratado de carácter militar y que en base a él, el gobierno legítimo de Siria solicitó el auxilio de Rusia frente a una invasión de terroristas extranjeros. Resulta paradójico que los mismos que critican la situación de mujeres o del colectivo LGTB en Rusia, critiquen a su vez a Rusia por defender al gobierno del partido Baaz, que, dada su laicidad, es mucho más garante de los derechos de estos colectivos que el fascismo que allí representado por la oposición armada, mal llamada yihaidista. Basta con observar las violaciones de los derechos humanos en la Siria ocupada o en la Libia post-Gadafi, especialmente en el caso de mujeres u homosexuales. Es indudable que, tanto en Libia como en Siria la situación de la mujer antes de la intervención occidental era sustancialmente mejor que en los países de su entorno. No es precisamente Rusia quien está favoreciendo retrocesos en los derechos de las mujeres y los homosexuales en los países árabes.
“El enemigo de mi enemigo no es mi amigo”
Los defensores de la anterior tesis de “lucha entre imperios”, afirman que quienes defienden el cambio de política en Rusia son unos rancios y añoran la guerra fría. Por mucho que insistan nunca he escuchado o leído a nadie que dijera que “Putin es un comunista”. Pero tan obvio es eso como que Rusia es un aliado de los países con gobiernos de izquierda de todo el mundo. Por ejemplo, condonó el 90% de la gran deuda que tenía Cuba con la URSS. Entre sus países amigos se encuentra también Venezuela, con la que mantiene una alianza estratégica en materia económica, militar y agrícola. Y goza también de unas excelentes relaciones con Bolivia y Ecuador.
El actual gobierno ruso ha dado voz a los movimientos de liberación de todo el mundo a través de su cadena de televisión Rusia Today, que tiene emisiones en ruso, inglés, árabe y español. Si bien, como cualquier medio, no es ajena a determinados intereses geoestratégicos, permite que nos expresemos a las gentes de izquierda que estábamos silenciados en nuestros países. Por ejemplo, acaba de fallecer la comunista histórica Alejandra Soler, la que durante su vida no tuvo ni un minuto en las televisiones de su patria pero que fue entrevistada extensamente por RT.
Se contra argumenta que todo esto es “por interés”. Pues sí, como que la lucha de clases se desata por intereses contrapuestos de trabajadores y propietarios de los medios de producción. Bendito interés aquél que refuerza al cambio por un mundo más justo.
Por otra parte, si la aspiración de muchos pueblos es romper las relaciones de subordinación con EEUU o la UE, Rusia puede convertirse en un aliado imprescindible. Sería más sencillo establecer con este país unas relaciones económicas basadas en los principios de igualdad y cooperación que con EEUU, Alemania o Reino Unido.
Por último, es de justicia histórica, hay que recordar que solo dos gobiernos prestaron ayuda a la República Española en su guerra contra el fascismo. Fueron México y Rusia. Otros gobiernos socialdemócratas, como los de Francia e Inglaterra, apoyaron de facto la victoria franquista.
¿Cuál es la causa de que Rusia sea el enemigo?
Cuando Gorbachov disolvió el Pacto de Varsovia y puso en marcha el proceso que acabaría con la URSS y el socialismo, recibió de los líderes occidentales Ronald Reagan y Margaret Thatcher, la promesa, nunca escrita pero reconocida por ambas partes, de que sería respetado su espacio de influencia y que nunca la OTAN se instalaría en las fronteras de la antigua URSS. Igualmente se le dijo que Rusia formaría parte de todos los grandes centros de decisión mundial, e incluso, que podría formar parte de la OTAN pues, desaparecido el comunismo, ya no serían enemigos.
Desde su inocencia, Mijaíl Gorbachov creyó que estaba inaugurando un nuevo orden mundial de coexistencia pacífica entre las grandes potencias. Casi automáticamente, gran parte de los estados, otrora en el espacio de la URSS, pasaron a formar parte de la OTAN. El imperialismo apoyó la caída del líder de la Perestroika y sustitución por el gran liquidador, Boris Yeltsin. En esos momentos, no solo parecía acabado el comunismo y el bloque soviético sino que Rusia estaba próxima a convertirse un estado fallido más. Se corría el peligro de que sus inmensas riquezas naturales, especialmente las energéticas (petróleo, gas y uranio) pasarían a manos de las empresas transnacionales del sector.
Ante esa situación de inestabilidad, la nueva jerarquía rusa, formada por antiguos dirigentes comunistas que se habían hecho con la propiedad de los medios de producción y con las concesiones de los recursos naturales, eligieron a Vladimir Putin, no con la intención de una vuelta al socialismo, sino para evitar que el país cayera en manos del agresivo imperialismo estadounidense. Como dicen en Rusia con Putin “volvió el orden”, reforzó a la policía en su lucha contra la delincuencia organizada y el terrorismo checheno, a la Fiscalía para que persiguiera la corrupción galopante y la fuga de capitales, y modernizó el ejército.
El Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid, Augusto Zamora, describe a la perfección este cambio radical en el rumbo del gran país eslavo en su libro “Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos”: “El resurgimiento de Rusia, a partir del año 2000, es tan fuerte e inesperado que, en EEUU, se lamentan por no haberle dado «la puntilla» a Rusia en los años 90, es decir, por no haber aprovechado el periodo del dipsómano Yeltsin para desmantelar todo lo que hubiera sido posible de desmantelar de Rusia (lo que da medida de los niveles de destrucción causados por el infausto Boris).
Resuelta la crisis chechena, con un altísimo costo humano y material (Grozni fue devastada y las víctimas civiles oscilan entre 40.000 y 60.000 muertos), el proceso de resurgimiento ruso se pone en marcha, desde lo económico a lo militar. La recuperación de la economía es espectacular. El PIB de Rusia pasa de 183.636 millones de euros en 1999 a 1.578.711 millones en 2013, con un crecimiento promedio en ese periodo del 4,8%. El PIB per cápita pasa de 1.250 euros a 10.986, con un crecimiento medio del 17,66%. Era posible hablar de un «milagro económico» ruso”.
Esta reacción nacionalista y de autoafirmación de la soberanía rusa ha tenido también su traslado a la escena internacional. A Rusia la engañaron y ningunearon en las intervenciones bélicas en Yugoslavia y Libia. Esas dos intervenciones ilegales ya que no contaban con el mandato de la ONU (Yugoslavia) o lo sobrepasan ampliamente (Libia), enojaron a los gobiernos rusos pero no provocaron una respuesta contundente del Kremlin.
La parálisis rusa en el escenario internacional acabó tras el golpe de estado de Ucrania que atrajo a la antigua república soviética al bando occidental. El gobierno ruso dijo “basta”, ya hubo señales previas cuando Moscú concedió asilo a Edward Snowden,disidente perseguido por el régimen norteamericano. Tras la invasión de Siria (histórico aliado ruso) por terroristas de AlQaeda y Daesh y cuando la OTAN se preparaba a intervenir para hacer caer al gobierno del partido Baaz, la diplomacia y el ejército ruso se interpusieron y evitaron que la historia se repitiera como en Irak o Libia.
Cuando la OTAN desaparezca –o sea derrotada– Rusia
seguirá allí. Y China al lado.
Augusto Zamora
La guerra de Siria ha sido el escenario más mediático de esta lucha geopolítica pero quizás no el más decisivo. Augusto Zamora, en el libro citado opina que “No obstante, el hecho más importante de los últimos años es la alianza, cada vez más estrecha, entre Rusia y China, simbolizada con la asistencia, el 9 de mayo de 2015, el presidente chino Xi Jinping, al majestuoso y espectacular desfile militar, en la Plaza Roja de Moscú, por el 70 Aniversario del fin de la II Guerra Mundial. A su llegada a Moscú, Xi Jinping declaró que «los pueblos de China y de Rusia defenderán el mundo hombro con hombro», manifestación inconfundible tanto en sus propósitos, como en cuanto a los países y alianzas militares hacia los que iban dirigidas esas palabras. Cuando la OTAN desaparezca –o sea derrotada– Rusia seguirá allí. Y China al lado”.
Este refuerzo de la soberanía estatal rusa, la nueva alianza ruso-china y el apoyo ruso a gobiernos que estaban en el punto de mira del imperio, es lo que tanto ha molestado al gran capital. Lo que a su vez ha generado la campaña de los grandes medios de comunicación, siguiendo las órdenes de sus amos.
Es curiosa e irritante la manipulación de la opinión pública española mediante la cual la población identifica como enemigo a Vladimir Putin y, en cambio, considera héroes a los llamados “rebeldes moderados”. Estos últimos son miembros de la misma organización terrorista, AlQaeda, que asesinó en Madrid a 191 civiles inocentes. Sin embargo, cualquier español no sabría enumerar ni una sola acción de Rusia o su gobierno que haya perjudicado a los españoles, vascos o catalanes. En España tenemos bases militares USA y un territorio ocupado por el Reino Unido. Nunca Rusia ha sido una amenaza para el Reino de España ni para sus habitantes.
Más bien la realidad es totalmente diferentes a como nos la cuentan, las sanciones que EEUU promovió tras la secesión de tres territorios de Ucrania, sólo ha servido para que agricultores españoles no puedan vender sus productos y que Rusia busque esos alimentos en nuevos mercados, con la pérdida irreparable que esto supone para el maltrecho sector agrícola español.
El temible terrorismo de la indignación.
Putin no será de izquierdas pero si hablamos de antiimperialismo, el presidente Ruso se sitúa a la izquierda o, si se prefiere, está menos a la derecha, que gran parte de la izquierda occidental. La cuestión del imperialismo no es baladí, sino que debería ser central para cualquier toma de posición desde la izquierda. Michael Collon dice, a propósito de la ayuda militar de Rusia a Siria: “De hecho, se puede instalar cualquier líder en Damasco, si los vínculos con el imperialismo no se rompen; las riquezas de su país serán expoliadas como en cualquier neo-colonia. Imposible desde entonces, incluso con la mejor voluntad del mundo, desarrollar el país, construir escuelas, hospitales… Será imposible implementar las bases de una economía soberana que se adapte a las necesidades de la población. El dinero irá a parar a los bolsillos de las multinacionales que no tienen intención de compartir el mercado con competidores locales. Obviamente, romper los lazos con el imperialismo no es suficiente. Antes que invertir las riquezas nacionales para el bien común de la población, un dirigente que se libre de la tutela imperialista puede monopolizar los recursos y hacer que sus próximos se aprovechen mediante la corrupción”.
Todo el revuelo mediático y político relativo a Rusia está provocado para la defensa de los intereses de esos que ahora se llaman el “uno por ciento”, que no son otros que los propietarios de las grandes empresas multinacionales y que acaparan el cincuenta por ciento de la riqueza global del planeta. Si se tratase de defender los derechos de las mujeres o del colectivo LGTB, las portadas de los diarios estarían dedicadas a otros países, que bien podrían ser algunos de nuestro entorno como Polonia, Irlanda, Hungría o Ucrania. O, si hablamos de las violaciones más graves, los titulares diarios se deberían dedicar a “países amigos” como Arabia Saudita y el resto de monarquías del Golfo.
No hay país perfecto y Rusia está todavía lejos de serlo. Sí, se violan los derechos humanos y hay deficiencias democráticas pero lo que no podemos permitir es que para defender intereses bastardos nos vendan el cliché de que Rusia es lo peor. Como dice Pascual Serrano a propósito de Cuba pero cuya conclusión sirve para Rusia: “Sí, es verdad, en Cuba no hay totalmente democracia ni se garantizan absolutamente los derechos humanos. Pero si el mundo fuese como Cuba, sería más democrático y se respetarían más los derechos humanos”.
Mucho me temo que el objetivo de satanizar a Rusia no es otro que sentar las bases de un estado de opinión occidental que pueda ser, una vez más, pasto de lo que podríamos llamar el terrorismo de la indignación. El terrorismo de la indignación ha sido bien explotado para lograr el apoyo o al menos el beneplácito de la opinión pública internacional a acciones armadas que, de otro modo, hubieran sido intolerables. Y no solamente eso, en muchas ocasiones ni siquiera eran verdaderos los acontecimientos con los que se provocó esa indignación.
Fue el terrorismo de la indignación por una limpieza étnica que no existió el que sembró el silencio internacional para bombardear Yugoslavia, el terrorismo de la indignación por la muerte de unos neonatos arrancados de sus incubadoras en Kuwait y un cormorán manchado de petróleo -y que tampoco sucedió- el que logró el apoyo internacional a Estados Unidos en la primera invasión a Irak, fue el terrorismo de la indignación despertada tras el desenterramiento de unos cadáveres para mutilarlos y presentarlos como un asesinato de Estado en Timisoara (Rumanía) lo que provocó que una turba asesinara al presidente del país y a su esposa.
El resultado salta a la vista. El terrorismo de la indignación por una mujer lapidada en Afganistán, unos opositores perseguidos en Siria o Libia y quizás mañana un homosexual ahorcado en Irán, termina provocando más mujeres, opositores y homosexuales asesinados por las intervenciones armadas legitimadas por el terrorismo de la indignación que todos los auténticos o supuestos sátrapas, que previamente los medios y quienes los dirigen consiguieron que nos indignaran. Por eso, estemos precavidos entre los que intentan a toda costa despertar la indignación contra Rusia, no en la búsqueda de una mayor justicia, sino llevarnos hacia el terrorismo de la indignación.