Se cumple el 100 aniversario de los progromos antijudios cometidos por el nacionalismo derechista en Ucrania

“…entre el 1 de enero y finales de mayo de 1919 hubo en Ucrania 120 pogromos antijudíos con un estimado número de 30.000 muertos, cifra que otras fuentes amplían hasta 60.000.”

*Con motivo del 100 aniversario de los progromos ocurridos en Ucrania en el invierno y la primavera de 1919, desde EH-Donbass Komitea reproducimos el articulo “La masacre de Proskurov” publicado por la gasteiztarra Nahia Sanzo en la web Slavyangrad (slavyangrad.es) el 20 de febrero de 2016.

El 14 de septiembre de 1919, The New York Times publicaba un artículo titulado Jews Slain in Ukraine [Judíos asesinados en Ucrania]. En aquel artículo, quien con anterioridad había ocupado el puesto de Ministro para Asuntos Judíos en el nuevo gobierno de Ucrania ofrecía un análisis de los pogromos antisemitas que habían abundado en aquel país desde primeros de año.

En noviembre de 1918, la población judía había apoyado masivamente el inicio de la revolución campesina contra el gobierno aristocrático de Pavlo Skoropadsky, apoyado en el ejército de ocupación alemán y Austria. Se perfilaba por ello como aliada del movimiento nacional ucraniano que desembocaría en la creación del Directorio revolucionario, incluida en su lucha contra el poder polaco en Galizia. En el primer decreto aprobado por el nuevo gobierno vinculado al Directorio se incluyó una cláusula específica llamando a no dañar a la población judía. El Decreto especial del 9 de diciembre restableció además la ley de autonomía personal-nacional para la población judía que Skoropadsky había suprimido seis meses antes.

Sin embargo, el día 1 de enero de 1919 ocurre un pogromo antijudío en la ciudad de Avrutch, en la región de Volinia. Le sucede un segundo pogromo apenas una semana después en Berditchev. Más que por el número de asesinatos, esta nueva acción anti-judía destacó por el hecho de que fue íntegramente llevada a cabo por soldados de los llamados “Clanes de la Muerte”, grupos vinculados al ejército del Directorio que reivindicaban una “misión sagrada”: combatir a los bolcheviques.

Unos pocos días después, la misma banda militar realizó una feroz masacre en Zhitomir para reprimir una revuelta pro-bolchevique lanzada el día anterior, no por la población judía local, sino por soldados de regimientos locales. 90 muertos y el robo, sistemático en las tiendas judías, fue el resultado de una acción que duró dos días.

El gobierno, entonces integrado enteramente por socialistas, se vio obligado a tomar medidas pero carecía de poder frente al Directorio militar. Formado por cincos miembros, los componentes del Directorio estaban fuertemente divididos entre sí, en particular sus dos principales líderes, Symon Petliura y Vinichenko. Mientras el segundo era partidario del acuerdo con los bolcheviques, Petliura buscaba la ayuda de la Entente contra los revolucionarios. Por eso, dividido por las luchas internas y dependiente de líderes militares reaccionarios y antisemitas, el Directorio fue incapaz de acabar con las masacres.

Symon Petliura uno de los lideres del directorio de la Republica Popular de Ucrania (UPR) y a quien, contrariamente a lo que defiende el nacionalismo derechista ucraniano, se responsabiliza de los progromos contra los judios ocurridos durante la Guerra Civil rusa en territorio de Ucrania

De hecho, la proclamación del 10 de enero de 1919 que realizó el Directorio contra los pogromos no llegó a satisfacer a la opinión pública judía. Su última cláusula era un llamamiento a los Demócratas Judíos a “aplastar a los Judíos Anarquistas-Bolcheviques, que son antagónicos con el pueblo trabajador ucraniano y con el gobierno ucraniano, dando así al Hetman [Skoropadsky] y a los provocadores una oportunidad de agitar con la raza judía amante de la paz, y causando falta de comprensión entre los ucranianos, los verdaderos defensores del pueblo trabajador, y los Judíos Demócratas, que no son Anarquistas-Bolcheviques y son leales al gobierno ucraniano”. El temor en los círculos judíos era que esta cláusula final pudiera servir a los líderes militares locales para justificar su habitual indiferencia ante los ultrajes cometidos contra la población judía.

Sin embargo, la declaración vino acompañada por un número de otras medidas del gobierno para controlar la ola de pogromos. Durante un tiempo, estas acciones parecieron resultar efectivas, con pogromos menos frecuentes y menos sangrientos aunque persistieron ataques contra la población judía. En particular en las estaciones de trenes, se observó una persecución regular y sistemática de población judía, sacándola de los coches para robarles, pegarles y a menudo dispararles. El 10 de febrero de ese año, ya habían muerto de esta manera unos 200 judíos.

Las acciones violentas contra la población judía continuaron, ya fuera en pequeñas ciudades o pueblos sospechosos de bolchevismo o en aquellos que no facilitaban los suministros solicitados a las tropas que se desplazaban. A finales de enero y de febrero varios pogromos menores tuvieron lugar, a menudo poco tiempo antes de que esas localidades se rindieran ante los bolcheviques.

Pero entonces, como señala el dirigente judío en su artículo del The New York Times, apareció el primero de una nueva serie de acontecimientos que supera lo que era hasta entonces el alcance habitual de los pogromos antijudíos para convertirse en masacre “en una ciudad que se escribirá para siempre en letras de sangre en las páginas de la historia judía”: Proskurov, la actual Jmelnitskiy.

El día 15 de febrero de 1919 Proskurov vive un intento de rebelión bolchevique que dura varias horas pero que es finalmente aplastada por las fuerzas del Directorio. A pesar de que la población judía local no desempeña un papel importante en el levantamiento, sufrirá las consecuencias de una acción de revancha de carácter no solo antisemita sino también ideológica que parecía planeada de antemano.

El Hetman Ivan Semesenko (o Semosenko), a la cabeza de varios cientos de cosacos, marchó victoriosamente y lanzó de inmediato a sus fuerzas contra la población judía. Como se lee en el artículo de The New York Times, el asesinato quedó “marcado por la terrible ferocidad y la inusual rapidez”. En unas cuatro horas, unas 2.500 personas, hombres, mujeres, niños y ancianos sufrieron las consecuencias del ataque, según líderes de la comunidad judía local. De ellas, unas 1.500 fueron asesinadas. Para ahorrar munición, se pidió a la tropa que mataran a sus víctimas con lanzas y bayonetas.

Tal y como habían acordado, y en contra de la costumbre de estas bandas militares asesinas, no hubo pillaje, tampoco destrozo de viviendas o de tiendas judías, sólo la masacre de población judía indefensa. En cambio, como también era su costumbre, algunas fuentes señalaron que la acción se realizó bajo el lema: ‘Matad a los judíos y salvad a Ucrania’. Alegando que los judíos eran aliados de los bolcheviques, debían ser perseguidos sin piedad.

La destrucción de la población judía de Proskurov podría haber sido mayor. Como revelan fuentes judías de la época, el completo exterminio fue evitado por autoridades ucranianas de Proskurov como el concejal Verkhola o el comisario Taranovich.

Después del sangriento espectáculo, las tropas permanecieron otra semana en Proskurov antes de abandonar la ciudad. En su desplazamiento, acabaron con otros 600 miembros de la comunidad judía en Felshtin, una ciudad vecina a Proskurov. Los pogromos siguieron en Balta, Golta, Vasilkoff y Christinowka. A partir de abril, la acción antijudía se extendió de la soldadesca a las masas de campesinos ucranianos, radicalmente opuestos a los bolcheviques, con los que identificaban a la población judía.

En conjunto, entre el 1 de enero y finales de mayo de 1919 hubo 120 pogromos antijudíos con un estimado número de 30.000 muertos, cifra que otras fuentes amplían hasta 60.000.

Ficha policial de Samuel Sholom Schwartzbard

Ficha policial de Samuel Sholom Schwartzbard

¿Quién fue el responsable político de pogromos y masacres como los de Proskurov? Para Samuel (Shalom) Schwartzbard, un relojero judío de orientación izquierdista, anarquista o comunista según las fuentes, la respuesta era clara. La responsabilidad última era de Symon Petliura, el jefe del Ejército Republicano Ucraniano. Fue durante el periodo de poder de Petliura en el Directorio, antes de su derrota a cargo del Ejército Rojo en 1920, cuando los judíos en Ucrania sufrieron pogromos y asesinatos masivos. Schwartzbard se tomó la justicia por su mano y asesinó el 25 de mayo de 1926 a Petliura en París.

Sin embargo, a pesar de muchos elementos circunstanciales que parecían acreditar la responsabilidad directa de Petliura en los asesinatos, ninguna evidencia material llegó a acreditarlo por completo. La defensa de Petliura por el nacionalismo ucraniano sería a partir de entonces, y sigue siendo hoy, uno de los rasgos esenciales en su interpretación de la historia del movimiento a favor de la independencia ucraniana.

En su artículo de 1919, el ministro de Asuntos Judíos señalaba por su parte que cuando llegó en marzo a Proskurov, un mes después del pogromo, se le enseñó una orden escrita de Semesenko de 7 de febrero, una semana antes de los acontecimientos. Esta orden contenía un punto especial en el que se advertía a los judíos a “no incitar al populacho cristiano; tan miserable nación y buscar tirar abajo el conjunto del mundo. ¿Por qué no valoráis vuestras vidas?”. Esta orden y las amenazas verbales del comandante crearon gran desasosiego entre la población judía. Semesenko habría rechazado por dos veces obedecer órdenes de arriba para desplazarse con sus tropas hacia el frente bajo el pretexto de que se esperaba una revuelta bolchevique en Proskurov.

En su libro sobre las acciones anti-judías de la época, The Slaughter of the Jews in the Ukraine in 1919 [El Exterminio de los Judíos en Ucrania en 1919], Elias Heifetz precisaba con toda claridad el contexto de la actuación.

Los soldados de Semesenko pertenecían a los Haidamacks, las fuerzas de choque que conformaban el núcleo del ejército de Petliura. El superior de Semesenko era una figura que sería clave en la historia de la extrema derecha ucraniana, Yevhen Konovalets, jefe de un ejército que recogía a los grupos armados más reaccionarios de Ucrania. Petliura, Hrekov y Konovalets eran las principales figuras del partido militar que llegó a controlar el Directorio en el periodo en el que ocurrieron los sucesos. A este grupo militar pertenecía también Mykhailo Kovenko, principal líder militar de los llamados Clanes de la Muerte (Kureni Smerti). Kovenko es precisamente considerado por Heifetz y por los representantes judíos de Proskurov como el principal responsable de la masacre.

En su libro, Heifetz señala que Proskurov marca un cambio en los rasgos de los pogromos anti-judíos en Ucrania. A diferencia de la acción contra la población judía en otros periodos de la historia ucraniana, los sucesos de 1919 introducen una novedad esencial: la voluntad de aniquilación total de esa población.

Heifetz estaba en lo cierto en su apreciación. Las acciones desarrolladas en lugares como Proskurov iniciaron una forma de abordar los dos principales peligros que percibía el nacionalismo derechista en países como Ucrania, el que representaban los bolcheviques y el asociado a la población judía. Era fácil combinar, en el caso de esta población, los dos peligros, asimilando a todo el colectivo judío como partidarios de los revolucionarios o, más adelante, de la Unión Soviética.

Esa forma de interpretar los hechos significaba para algunos sectores radicales una condena a muerte, ejemplarizante en la Ucrania de 1919 pero sistemática y universal en esos mismos lugares, y en otros muchos territorios vecinos, a partir de 1941. Ahí y entonces, el nazismo globalizante y los nacionalismos parafascistas locales confluyeron en un proyecto conjunto de liquidación del peligro judío y de lucha contra la URSS. La solución final, como el propio término indica, no fue sino el paso final de un instinto asesino universal que se empezó a hacer presente en algunos lugares de la Ucrania del Directorio en 1919.

Monumento en memoria de los asesinados en Proskurov junto a la fosa común donde fueron enterrados.

Placa conmemorativa en ucraniano y en inglés, que recuerda que “1600 habitantes judíos de Proskurov fueron enterrados en esta fosa común. Fueron asesinados el 15 de febrero de 1919 durante los trágicos eventos de la guerra civil”. Esta realidad choca con el actual revisionismo ucraniano, que pretende reescribir la guerra civil como una agresión extranjera.

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