“Respecto al uso de las elites políticas y militares de la RPD y RPL del término antifascista existen dos divisiones. Primero entre quienes entienden el antifascismo como un movimiento ideológico de transformación social, una minoría que afirma luchar por la construcción del socialismo en el Donbass, y una mayoría que le otorga el significado soberanista o nacional previamente definido.”
ANTIFA (Antifascistas) Al enmarcar la insurgencia en el este de Ucrania su lucha como una contra el fascismo, buena parte de las milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk se hacían llamar Antifa. Tanto en Rusia como en el resto del espacio post-soviético, a diferencia de Europa Occidental, el termino de antifascista no esta necesariamente ligado a la ideología de las izquierdas y los derechos de las minorías. La interpretación autóctona mayoritaria, heredada del vocabulario soviético, no se fundamenta en valores de transformación social sino en las relaciones de dominación de unos pueblos sobre otros. Es decir, prácticamente equivale al concepto de antiimperialismo, si bien es restringido a las relaciones de dominación en las que el pueblo ruso es el subordinado. Cuando la URSS fue atacada por Alemania en 1941, principal potencia fascista del siglo XX, la narrativa de la batalla contra el fascismo alemán se estableció, por encima de otros aspectos ideológicos, en torno a la defensa de Rusia, la nación rusa y el pueblo soviético, por ese orden. Así lo demuestran los discursos y la propaganda de guerra, la rehabilitación parcial de símbolos e instituciones tradicionales rusas como la Iglesia Ortodoxa o el dato de que en la URSS la contienda no se conozca como Segunda Guerra Mundial, sino como Gran Guerra Patriótica, evocando la Guerra Patria contra la invasión napoleónica.
Ya en la Guerra Fría, si EEUU sustituyo a Alemania como potencia imperialista antagónica, los nacionalismos de Europa Central y Oriental fueron equiparados al fascismo. Así, hoy, para un gran sector de la población, antifa es antes que nada quien se opone a las fuerzas exteriores que amenazan el denominado Russki mir (1). Aun cuando hay antifascistas que se perciben como izquierda en Ucrania y en Rusia, como antifas también se identifican ultranacionalistas rusos o los titushki (2). En Ucrania, la polarización de la campaña presidencial en 2004 respecto a la memoria histórica condujo a que Yanukovich etiquetase a Yushchenko y su coalición naranja como fascistas y a su partido como antifascistas.
Respecto al uso de las elites políticas y militares de la RPD y RPL del término antifascista existen dos divisiones. Primero entre quienes entienden el antifascismo como un movimiento ideológico de transformación social, una minoría que afirma luchar por la construcción del socialismo en el Donbass, y una mayoría que le otorga el significado soberanista o nacional previamente definido. Ejemplo de estos últimos es Vladimir Antiufeiev, ministro de seguridad de Transnistria entre 1992 y 2011-region separatista de Moldavia convertida en Estado independiente de facto- y hoy jefe de la seguridad del Estado en la RPD. Antiufeiev pretende sacar ganancia de la confusión que genera comparar un ejemplo histórico de antifascismo ideológico como España con Transnistria, donde no se ha construido precisamente el socialismo del siglo XXI: “Transnistria es un símbolo de la lucha del pueblo ruso contra el nacional fascismo. Transnistria es la España rusa”. Este tipo de discurso también ha sido utilizado por el Kremlin. Serguei Glaziev, influyente ideólogo y asesor presidencia de Integración Euroasiatica sintetizo así su posición sobre el fascismo en la UE: “el principal del eurofascismo moderno es la euroburocracia dirigida desde Washington”.
La segunda división separa a los que optan por acabar con el simulacro antifascista, y los que entienden que encuadrar la guerra y la construcción de Nueva Rusia como antifascista ayuda a su legitimación en el extranjero. Precisamente, quienes rechazan dar continuidad a la etiqueta antifascista-neoeuroasianistas partidarios de una Gran Rusia como Katejòn– argumentan que es un concepto difuso y cuyo significado en Occidente es ajeno a las aspiraciones de Rusia. De hecho, ven como “fenómenos positivos” organizaciones calificadas como fascistas en Europa, citando a Amanecer Dorado (Grecia), Frente Nacional (Francia) o Jobbik (Hungria).
*Este texto sobre el concepto Antifa en los paises post-sovieticos lo hemos extraido del libro “UCRANIA De la Revolucion del Maidan a la Guerra del Donbass” publicado en 2016 y que contiene trabajos de autores como el periodista freelance de Gara Pablo Gonzalez o la profesora de Ciencia Politica en la Universidad Complutense de Madrid Ruth Ferrero Turrion. Ruben Ruiz Ramas es quien se ha encargado de coordinar el libro. El mecanografiado del texto desde el libro a esta web ha corrido a cargo de EH-Donbass Komitea por lo tanto hasta ahora este era un texto inedito en internet.
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(1) Russki Mir (palabra transliterada del ruso) (Mundo Ruso o Civilización Rusa): Concepto con el que se identifica una civilización que traspasa las fronteras de los estados y cuyo principal nexo en común es la lengua, religión y culturas rusas. Algunos pensadores conciben el Russki Mir como una comunidad humana de carácter global sin espacio territorial adscrito; trescientos millones de ruso-hablantes tanto en Rusia como en el extranjero cercano – ex URSS – y lejano –diáspora rusa, por ejemplo en Argentina o EEUU-. Otros añaden a esta concepción cultural una dimensión territorial que, frecuentemente, se liga a aspiraciones expansionistas. Así, este espacio socio-cultural y supraestatal en su versión mas limitada incorpora la actual Federación Rusa, Bielorrusia y Ucrania, exceptuando a los territorios de la Galichina que pertenecieron al Imperio Habsburgo. Perspectivas abiertamente imperialistas entienden que el Russki Mir alcanza a todo territorio donde las minorías y diásporas rusas tienen una presencia relevante.
En la última década, el nacionalismo ruso, incluidos pilares de su expresión en el poder como el presidente Putin o el patriarca Kirill, se ha servido del concepto para argumentar una suerte de derecho histórico de Moscú para mantener bajo su influencia los territorios en su día pertenecientes al reino de Kiev-Rus. Las posiciones de la Iglesia Ortodoxa y del neoeuroasianismo imperialista convergen en cuatro pilares de Russki Mir: la fe cristiano-ortodoxa, la cultura e idiomas rusos, una memoria histórica común y un modelo de sociedad y familia tradicional.
Neoeuroasianistas como Aleksandr Borodai, quien fue líder político de la RPD, no duda en asimilar Russki Mir e Imperio Ruso al afirmar: “Las fronteras del Russki Mir son mucho mas amplias que las de la Federación Rusa. Estoy cumpliendo una misión histórica en el nombre de la nación rusa, del super-etnos ruso [noción ligada a la teoría de etnogenesis, ambas creadas por Lev Gumilev, autodenominado como “el ultimo eurasianista” y uno de los referentes teóricos principales de Duguin y su neuroasianismo], ambos reunidos por la Cristiandad Ortodoxa. En Ucrania, como en el Caucaso, lucho contra los separatistas, esta vez los ucranianos, antes los chechenos. Porque existe Rusia, la Gran Rusia, el Imperio Ruso. Y ahora los separatistas ucranianos en Kiev están luchando contra el Imperio Ruso.” Para desgracia de Borodai esta visión política del concepto es ciertamente minoritaria tanto entre la mayoría de las minorías rusas en el exterior, como entre los gobernantes de los Estados implicados, incluido Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, quien ve la idea de una unión política del Russki Mir como “un disparate”.
Por último cabe destacar a la Fundación Russki Mir, una de las herramientas mas importantes de poder blando de Rusia en la Europa Oriental. Esta fue creada en 2007 por los Ministerios de Cultura y Exteriores y realiza proyectos de promoción de la cultura y lengua rusas, difundiendo con ello también las narrativas de Rusia sobre la Segunda Guerra Mundial o la URSS.
(2)Titushki (palabra transliterada del ruso): Equivalente a matones contratados, son reclutados entre los ultras de equipos de futbol o en gimnasios donde se reúnen jóvenes lumpen. Su estética deportiva es similar a la de los chavs en Inglaterra o los canis en España. Fueron utilizados por Yanukovich para atemorizar a manifestantes de oposición y reventar los actos de estos. El termino hace referencia a Vadim Titushko, un luchador de artes marciales con cierta popularidad a nivel local, que fue uno de los primeros de estos matones detenidos y desenmascarado por los manifestantes. Las Autodefensas del Maidan y el Automaidan llegaron a organizar cazas de titushki. El salario por día de un titushki común oscila entre los 15€ y los 80€.
(3) Katejòn (palabra transliterada del ruso): proviene del griego, “el que retiene”, es un concepto bíblico introducido por San Pablo que hace referencia a un obstáculo que impide la aparición del anticristo. Utilizado por distintas tradiciones filosóficas, en origen la doctrina situó a Roma como el ultimo reino que protege al mundo del anticristo. Después los bizantinos señalaron al propio Imperio Romano como el katejon. La tradición rusa, que visualiza a Moscú como la tercera Roma tras la original y Bizancio, ya desde tiempos de Ivan el Terrible interpreta a Rusia como el katejon que ha de frenar a dos enemigos, el anticristo externo y el interno, que amenazan con sembrar el caos. A lo largo de los siglos, la idea de Rusia como escudo de protección del mundo se afianzo en su pensamiento con matices mesiánicos.
Ya en los noventa, Aleksandr Dugin (1997) apoyándose en Carl Schmitt (1950), aplico la noción mesiánica no ya no a Rusia sino al Estado ruso en “Katejon y Revolución”. Una lectura después popularizada por su discípulo Arkadi Maler. En ella, se hace explicita la necesidad de unir a rojos y blancos. De reconciliar a la tecnocracia soviética y a la espiritualidad del Cristianismo Ortodoxo, así como de retener a las fuerzas del caos que favorecen la llegada del anticristo: el decadente Occidente y el liberalismo ruso. Porque esa nueva ortodoxia política, que canoniza por igual a Stalin y a Nicolas II, no niega la identidad europea de Rusia, sino que sostiene que es Rusia quien mejor representa la verdadera identidad cristiana europea. En el tercer mandato de Putin, la esencia katejonica del Estado ruso ha impregnado el discurso y la doctrina de política exterior y de seguridad rusas. El propio Putin, sin llegar a mencionar el concepto, ha empleado en sus intervenciones una retorica katejonica con continuas referencias a la bancarrota moral de Occidente, el destino de Rusia como defensora de los valores cristianos, la defensa de Rusia frente a las injerencias extranjeras, y los ataques a la oposición como marionetas de agentes exteriores.