Belén MARTÍNEZ analista social (GARA 15-1-2019)
No me abandonaré a la resignación. No puede ser de otra manera, cuando el fascismo cabalga a sus anchas. En Italia, partidos, grupúsculos y fracciones nostálgicas de la República de Salò pretenden derogar la ley Fiano que criminaliza la propaganda fascista. Entretanto, Harnwell (Dignitatis humanae Instituti) y Stece Bannon (exjefe de estrategia de Trump) intentan consolidar una internacional populista de corte fascista en la cartuja de Trisulti.
Les cobijan: Liga Norte, Amanecer Dorado, ADF, Jobbik, Svoboda, FN-RN, FPÖ, Vlaams Belang, PVV y Vox. Son racistas, misoginos, xenofobos y negacionistas. Practican el relativismo gnoseologico y cultural. Se pueden declarar [anti]homófobos, antisemitas, islamófobos, eurófobos, antiliberales, antiamericanos, ultracatólicos o laicistas.
Cuando alguien dice que no le importaría hablar con Vox esta dando al fascismo apariencia de respetabilidad en el hábitat mediático, a la vez que otorga legitimidad a su discurso, marcando la agenda política y disertando ad nauseam sobre cuestiones que interesan a aquel.
Decía Benjamín que cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fallida. Pound vislumbraba “una chusma de hijos de la miseria, inextinguibles”, augurando que heredarían la tierra. Sigue siendo socialismo o barbarie