El olimpismo definitivamente ha perdido su esencia. En el siglo XXI ya no detienen las guerras durante los Juegos, sino que las desencadenan, opina Dimitri Steshin, corresponsal especial del departamento de política de la revista Komsomolskaya Pravda.

En vísperas de los nuevos Juegos Olímpicos, esta vez en Río, Steshin leyó en el blog de un residente de Donbás: «Ahora la artillería ucraniana está atacando el cadáver de los acuerdos de Minsk. Los bombardeos de Donbás llevan dos semanas cobrando fuerza».
El corresponsal asegura que «en Kiev están esperando cuando se encienda la antorcha olímpica y a los todopoderosos les deje de importar la destrucción de las casitas y la muerte de la gente. Entonces será posible dar una paliza al Donbás desobediente sin ser castigados y pasar por alto los acuerdos de Minsk».Según Steshin, las señales de una guerra cercana inundan el espacio mediático. Además, sostiene que la oposición ucraniana grita sobre el inicio de una guerra. Y por fin, el autor cita a Denís Pushilin, representante de la autoproclamada república de Donetsk: «El ambiente sigue siendo tenso, en cualquier momento la situación puede estallar y convertirse en un conflicto armado de pleno valor».