El año pasado fue malo para el sector agrario de Ucrania. Pues este será aún peor. No la cosecha, que ésta se espera abundante. Pero el que, si no se venderá a nadie. A Rusia ahora imposible y Europa le vuelve la espalda, no quiere nada ucraniano.
De este modo las esperanzas de vender mucho y a buen precio se frustran. El deseo de librarse de las «esposas del vecino» se transformaron en otras esposas. La cuestión está en las cuotas europeas, que dicho de paso son muy molestas y que además ya se han agotado.
Europa ya está harta del «no estandar» del producto ucraniano y tienen demasiado serios problemas con sus agricultores.
¿Soluciones? ¿Echar el precioso trigo y maíz ucraniano al ganado? Pero todo el volumen es imposible digerir por el ganado, y tampoco toda la carne por el comensal ucraniano. Hay otra solución convertir los excedentes de grano en combustible. Un placer demasiado doloroso y caro, y además, tecnológicamente difícil para resolver de golpe.
Otro factor-consecuencia a pensar para los ucranianos. ¿Para qué tantas promesas de ventajas de integración en Europa? ¿Tanto deseo de entrar en la «gran familia europea»?
(RRR)