El día 11 de diciembre, un incidente entre aficionados del Saint Etienne francés y del Dnipro ucraniano se saldó con el traslado de once seguidores del equipo francés a un hospital de Kiev, dos de ellos con heridas graves en la cabeza. Cinco de estos seguidores tuvieron que pasar la noche en el hospital. Se prevé que los tres últimos heridos que aún continúan hospitalizados en Kiev puedan volver a Francia a partir del día 15. Según una portavoz de la policía de Kiev, Ioulia Moustach, dos ucranianos habrían sido detenidos (Sud-Ouest).
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El ataque se produjo a pesar de que los jugadores del Saint Étienne cumplieran adecuadamente con el ritual de la visita a Maidan, tal y como reflejan las fotos colgadas en la web.
En su edición en inglés del 12 de diciembre, el Kyiv Post resume la posición de la prensa ucraniana respecto a los incidentes ocurridos en Kiev. Según el periódico, el club francés habría mostrado su pesar por los hechos y habría admitido que sus aficionados habían iniciado la pelea.
Pero esa información no se corresponde con el comunicado oficial del A.S.S.E. Saint Etienne, que destaca precisamente lo contrario. Además de deplorar los actos de agresión del jueves 11 de diciembre a sus aficionados, el club señala que los graves incidentes del jueves por la tarde en Kiev se produjeron cuando un centenar de seguidores franceses fueron atacados en un bar por aficionados ucranianos, armados con cuchillos y pistolas de tiro.
La prensa francesa evita entrar en los detalles y se centra en la pelea. Aunque establece un link a un vídeo en el que habla de agresión por ultras del club ucraniano, según Sud-Ouest las heridas son resultados de enfrentamientos entre aficiones. Como Les Échos, Europe1 también destaca esos enfrentamientos entre aficionados. Por su parte, L’Express y Le Monde, en colaboración con AFP, hablan de reyerta y pelea entre las aficiones del Dnipro y del Saint Étienne. Pero mientras L’Express menciona en su titular que los franceses son objeto de una agresión, Le Monde se limita a señalar que once aficionados de la AS Saint Étienne son heridos en una reyerta en Kiev.
Varios de los medios señalados mencionan el contenido de la página de Facebook de Anton Gerashchenko, asesor del Ministerio del Interior ucraniano, donde se habla de una pelea entre aficionados. Europe1 menciona las dos partes más llamativas del texto del asesor. Por una parte, aquella en la que sostiene que estos aficionados “se acordarán de su visita de invierno a Kiev”; por otra, la que hacer referencia al asunto Mistral. “Creo que los abogados de los ucranianos pueden utilizar como defensa el hecho de que Francia todavía no haya aclarado a la comunidad internacional si venderá o no los buques Mistral a Rusia“, dice.
Aunque L’Express y Le Monde también citan a Gerashchenko, obvian estos dos aspectos clave en sus comentarios. No así Le Figaro que ve poca diplomacia en el político ucraniano, “sin duda no ha aprendido a manejar las pinzas”, dice el articulista en lo que probablemente sea la crítica de mayor dimensión política al Gobierno de Ucrania que pueda encontrarse en los periódicos franceses sobre el suceso.
Ante las críticas, Gerashchenko matiza posteriormente sus declaraciones. Haciendo referencia a la ironía en sus palabras, aclara lo que quería decir. Se opone, por una parte, a las agresiones a cualquier tipo de aficionados, franceses, italianos, alemanes, señalando que, como no es aficionado al fútbol, tiene derecho a mantener ese punto de vista. Y, en cuanto al tema Mistral, señala que se refería a que los agresores y alborotadores siempre culpan a todo el mundo menos a sí mismos.
Entre los pocos medios que recogen las circunstancias de la agresión, Europe1 recoge algunas declaraciones de testigos presenciales que afirman que, cuando los aficionados franceses se juntaron en la plaza principal de Kiev para dirigirse hacia el estadio, un número dos veces más numeroso de personas cayó sobre ellos, “armados hasta los dientes con pistolas, cuchillos, machetes” y empezaron a golpear. Según el entrevistado por Europe1, apenas salidos del lugar en el que se encontraban, los ucranianos se colocaron detrás de ellos: “Estaban ya todos agrupados. Sabían dónde estábamos, estaban bien preparados“.
En la misma línea, la radio france info señala que, al salir del bar en el que se encontraban, el grupo de aficionados franceses es objeto de “un ataque muy violento” por parte de los fans del Dnipro. La agresión “fue corta pero violenta”. Para Le Parisien parece claramente una emboscada.
Respecto al origen de la pelea, Europe1 hace referencia a la cuenta Twitter de los fans franceses del Dynamo de Kiev que hace referencia a la quema de una bandera ucraniana. La cuenta señala se limita sin embargo a mencionar esa posibilidad, sin mencionar ninguna fuente para la información.
Las declaraciones de diversos aficionados del Saint Etienne desmienten la versión de que una bandera de Ucrania hubiese sido quemada. No habría habido por parte de los aficionados franceses provocación alguna, tal y como se menciona en tweets de uno de los aficionados franceses presentes en Kiev.
Esta fuente es creíble, en especial a la vista de los antecedentes. En un incidente ocurrido en julio de 2004, también en Kiev, los aficionados del F.C. Copenhague ya sufrieron un ataque similar por parte de fanáticos del Dnipro, retrasándose en 15 minutos el comienzo de la segunda parte del partido entre los dos equipos. En este caso, la justificación de la agresión por parte de los seguidores del Dnipro hace mención al despliegue de una bandera rusa por los daneses, una bandera que ningún miembro de la seguridad en el campo ni vio ni encontró en los posteriores controles. El Dnipro fue condenado a pagar 50.000 euros de multa por estos incidentes, quedando apercibido del riesgo de jugar en un campo vacío en caso de reincidencia en los próximos dos años.
El componente superficial y en ocasiones distante con que la mayor parte de la prensa francesa trata el ataque a los aficionados franceses refleja su falta de interés por la violencia, social y no sólo militar, que impera en Ucrania y que se dirige contra cualquier objetivo opositor, por mínima importancia que éste tenga. También refleja su inclinación a obviar cualquier noticia que contradiga la imagen reformista y democratizadora de la Ucrania post-Maidan. Como ocurre con los medios de otros países europeos, son pocos los interesados en analizar la continuidad en la línea de violencia asociada a los fanáticos del fútbol ucraniano, tan perceptible en los acontecimientos de mayo en Odessa. Esto es incluso así cuando son los afectados son ciudadanos de sus propios países.
Como señala el comentario de un aficionado en la web de Le Figaro (mickismi2013), sólo Le Progrès de Lyon parece seguir interesado en la noticia, relacionando precisamente la acción de Kiev con los mismos grupos que intervinieron en Odessa.
De forma paradójica, Le Monde –uno de los medios que muestran menor interés por el asunto- dedica el 8 de diciembre a Saint Etienne un artículo sobre la pobreza de alguno de sus barrios, presentándola como un ejemplo de lo ocurrido con los centros urbanos pobres de Francia. El artículo empieza de la siguiente forma: “Las nubes están bajas pero la atmósfera grisácea, casi pegajosa, no viene de allí. En este barrio de Saint-Etienne, son los edificios en ruinas los que provocan pesadumbre. Las fachadas están como cubiertas de hollín. Ahí algunas cabañas sobresalen sobre el último piso de un edificio. Allí, es una pila de edificios derrumbados en torno a una escalera. Aquí, a pocos pasos del palacio de justicia… incluso los patios traseros albergan edificios que se caen a pedazos”. Según su autora, Sylvia Zappi, Saint Etienne “parece haberse quedado como ciudad pobre, la capital de los barrios bajos (taudis)”. En respuesta a la reacción de cierta indignación observada en la ciudad, Zappi aclararía después su interés por esta ciudad “con un cierto pasado industrial, obrero” y en cuyo corazón urbano “hay bolsas de pobreza que son francamente bastantes intolerables, verdaderos barrios bajos” a los que las instituciones olvidan en sus políticas de renovación urbana.