Batallón Mackenzie-Papineau
“¡Madres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de estos días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar… hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales. Contadles cómo, atravesando mares y montañas… llegaron a vuestra patria, como cruzados de la libertad, a luchar y morir por la libertad y la independencia de España, amenazados por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos… y vinieron a nosotros a decirnos: ¡Aquí estamos!; vuestra causa, la causa de España, es nuestra misma causa, es la causa común de toda la humanidad avanzada y progresista. No os olvidaremos; y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!…”
Europa había perdido la primera batalla contra el fascismo muchos de esos nombres cayeron en el olvido. Solo en el cementerio de Fuencarral, en Madrid, se recuerda a los brigadistas soviéticos y a los brigadistas judíos. Enterradas en las fosas comunes aún sin exhumar o en décadas de fascismo, muchas de esas historias se han perdido.
Algunos de los que sobrevivieron a la primera batalla se enrolaron en la segunda. Al contrario que la guerra civil española, los caídos en la Segunda Guerra Mundial sí fueron recordados. Y gracias a la gran guerra europea, podemos recuperar algunas de esas historias perdidas de la guerra civil española. Una de esas historias es la de Muni Erlich, un judío de origen ucraniano afincado en Canadá que sobrevivió a la primera batalla y cuya historia, como las de otros muchos canadienses, se puede recuperar gracias a Peter Krawchuk.
En el obituario que le dedicaba en abril de 1997 en el Ukrainian Weekly, poco dado a reconocer la labor de izquierdistas o comunistas, no se abstenía de lanzar varios dardos críticos a Krawchuk, líder histórico de la izquierda ucraniano-canadiense pro-comunista. Pero, en uno de esos pequeños actos de reconocimiento del Otro que tanto escasean en la Ucrania oficial de 2014, reconocía que se había ganado el respeto de sus oponentes políticos por su amor y compromiso con la lengua y cultura ucranianas.
El principal legado de Peter Krawchuk son sus crónicas sobre la historia de la izquierda canadiense. Una de las partes más sorprendentes de esa historia refleja la decisiva importancia de la inmigración ucraniana y de otros países del este de Europa, muchos de ellos judíos, en la conformación del movimiento socialista y comunista de Canadá.
Panfleto publicado por Committee for the Release of Labor Prisoners. Disponible en http://www.socialisthistory.ca publicado en abril de 1941.
Encarcelados sin que mediara causa alguna contra ellos, muchos antifascistas canadienses, Erlick y Krawchuk entre ellos, acabarían en campos de concentración canadienses. En Interned Without Cause, Krawchuk relata la historia de algo más de un centenar de detenidos de forma arbitraria por las autoridades de Canadá en el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Poco después de la ilegalización las organizaciones comunistas en 1940, estas personas fueron arrestadas y retenidas en los campos de concentración de Petawawa (Ontario) y Kananaskis (Alberta) y posteriormente trasladadas a la prisión de Hull en Quebec antes de ser liberadas en 1942. La mayoría de los detenidos en Kananaskis, Krawchuk entre ellos, eran ucranianos. Nunca fueron acusados, llevados a juicio ante un tribunal y, como es evidente, nunca recibieron sentencia alguna. Las autoridades les consideraban enemigos en potencia, lo que en aquel momento resultó suficiente para justificar la detención. Un movimiento popular consiguió su que fueran liberados en 1942.
Internado primero en Petawawa y después trasladado a Hull, Muni Erlick (o Erlich), también conocido en Canadá como Jack Taylor, se enroló en su segunda batalla contra el fascismo nada más salir de prisión a finales de 1942. Como otros muchos judíos, cuya aportación a las Brigadas Internacionales se recuerda en una placa en el cementerio de Fuencarral, Erlick participó en la lucha contra el fascismo en la guerra civil española.
Nacido en la Besarabia ucraniana el 6 de septiembre de 1906. Después de emigrar a París, se incorpora en 1924 a las Juventudes Comunistas, viajando con posterioridad por diversos países antes de afincarse en Canadá. En 1927 se instala en Montreal donde trabaja como obrero y camionero, afiliándose al Partido Comunista de Canadá. Se encarga del semanario Judío del Partido, asumiendo también el secretariado nacional del Buró Judío del Partido. Objeto de seguimiento por parte de la Policía Montada de Canadá, ésta resalta como característica de Erlich su peculiar inglés de acento yiddish.
Tras el golpe de Estado de Franco en 1936, Erlich actúa de enlace entre las organizaciones de apoyo en Canadá y los voluntarios que se enrolan en el Batallón canadiense Mackenzie-Papineau de las Brigadas Internacionales, al que se incorporaría en 1937. Además de mantener sus funciones de enlace en España y de actuar como corresponsal del Daily Clarion, asume igualmente la representación del Partido Comunista de Canadá en España.
Erlich sale de España en julio de 1938. Según la nota que recoge su historia en la web de veteranos del ejército de Canadá, continúa participando activamente en el movimiento obrero en su país de acogida hasta que es detenido y encarcelado en el campo de Petawawa.
En noviembre de 1942, prácticamente en paralelo a su salida de la cárcel, Erlick se incorpora como soldado al ejército canadiense, y sirve en el Cuerpo de Blindados. Había sobrevivido a la guerra civil española, pero no podrá sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial. Erlick muere en combate contra las tropas de la Alemania nazi el 20 de agosto de 1944 a la edad de 38 años.
El Labor Progressive Party, LPP, rindió tributo al “camarada caído” “en la batalla contra la bestia Nazi”. Un periódico de la diáspora yugoslava en Canadá fue sin embargo el que mejor expresó el pesar de un sector de la izquierda por la pérdida del que otros habían definido como un hombre íntegro que iba de frente En su edición del 31 de agosto de 1944, Novosti recogía así la muerte honorable de dos líderes del movimiento obrero y combatiente contra el hitlerismo, Dick Steel y Jack Taylor.
Llega la noticia de que, en el frente francés, murieron honorablemente en la lucha por la destrucción del hitlerismo dos prominentes líderes obreristas y combatientes, Richard (Dick) Steel y Muni Erlick (Jack Taylor). Muni Erlick, conocido por muchos trabajadores en Canadá como Jack Taylor, es conocido en las filas de la clase trabajadora como uno de los líderes más destacados del movimiento progresista durante la guerra civil en España, siendo uno de los primeros en Canadá a apresurarse a ayudar a las tropas españolas y uno de los últimos en retornar. Desde su temprana juventud formó parte del movimiento laboral progresista y como miembro del Partido Comunista fue a menudo perseguido y encarcelado. Antes de su salida voluntaria para el ejército era organizador de distrito para el Partido Progresista de Trabajadores.
Con escaso reconocimiento por parte de las autoridades, que no concedieron beneficios como veteranos a los participantes en la guerra civil española, al menos 1.500 voluntarios procedentes de Canadá, muchos de ellos inmigrantes de Europa del este, participaron en la lucha contra el fascismo en las Brigadas Internacionales.