Rusia sigue siendo culpable

SLAVYANGRAD.es

Ya es de sobra conocido el incidente en el que un grupo de partidarios del partido nacionalista de extrema de recha Svoboda trataron de interrumpir un acto sobre la masacre de Odessa en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense. La respuesta ucraniana a los hechos, por vía de la embajada, cuyo personal se había desplazado junto con los jóvenes. En esos días, Red Roja explicaba así los hechos y exigía una rectificación por parte de la embajada de Ucrania:

“Cuando se iba a dar comienzo al acto y los asistentes entraban en la sala observaron cómo seis militantes del partido nazi ucraniano Svoboda estaban presentes en el aula para reventarlo. Éstos comenzaron increpando a los asistentes para posteriormente agredir a varios, entre ellos a algunos profesores participantes y al Decano y Vicedecano de la Facultad, que acudieron al lugar al darse la voz de alarma. Finalmente, los asistentes plantaron cara a los fascistas respondiendo a sus agresiones, quienes huyeron del campus en una furgoneta con matrícula oficial de la Embajada de Ucrania en Madrid. El siguiente día, 9 de octubre, se celebraba otro acto con la misma temática en el mismo lugar y también se pudieron ver coches oficiales de la Embajada de Ucrania en el Campus, aunque esta vez no hubo ninguna agresión”.

comucucraniaucm3

Nazis en Madrid utilizando coches oficiales de la embajada de Ucrania

La defensa de Ucrania para justificar su intento de sabotear no solo un acto sino un ciclo completo por considerarlo crítico con su Gobierno pasa por dos ideas claras. El embajador ucraniano se dirige a la población a través de una carta abierta publicada en El País, en la que utiliza, sin argumento alguno, las mismas ideas que se vienen repitiendo desde que se iniciara la crisis ucraniana. Pese a toda evidencia que dice lo contrario, el ascenso del fascismo no es más que propaganda rusa. El embajador no trata, en ningún momento, de rebatir la presencia de ideología neonazi en los batallones que han combatido durante meses en Donbass, la quema de libros rusos, la demolición de monumentos rusos o la aprobación de una ley que pretende vetar de todo servicio público a quienes formaran parte de los gobiernos de Yanukovych (en realidad solo a algunos, ya que nadie espera que Poroshenko o Yatseniuk, que formaron parte de ese Gobierno, sufran represalia alguna). Quizá el desmantelamiento del grupo parlamentario comunista en el Parlamento también es signo de la nueva democracia ucraniana.

bz6gyv8cyaah2wn

Nazis en las calles de Kiev

Por supuesto, la otra idea de la carta del embajador ucraniano es la amenaza exterior. Pese a que no hay evidencia alguna, es Rusia quien lucha en Donbass. Pese a la preocupación de los representantes de Svoboda por la propaganda a la que está sometida la juventud española, con una prensa generalista que apoyó sin reticencias a los manifestantes de Maidan y que ha condenado repetidamente la intervención rusa, que han llegado a calificar de invasión, la juventud española no lo ha tenido fácil a la hora de informarse sobre los hechos ocurridos en Ucrania. Los informativos han evitado emitir imágenes de los bombardeos y durante meses ni siquiera se han mencionado en la mayor parte de ellos, así como en la prensa escrita, que ha seguido informando esporádicamente, sin prestar la atención que requería una guerra en plena Europa.

En términos de la historia, los argumentos de Radio Svoboda recuerdan a lo que defendía hace meses Ignacio Ruiz-Quintano en su columna de ABC en el momento en que se empezaba a hablar de la preparación del referéndum de Crimea que en unas semanas daría lugar a la secesión de la península. En aquel caso, el columnista utilizaba el punto de vista histórico para ilustrar el desconocimiento a la realidad rusa, que por historia y geografía es también extensible a la realidad ucraniana. Sin argumento alguno para comprender la realidad de Crimea, entonces todavía Ucrania, el periodista matizaba algo la postura española. Si Vovk o Yakubuv únicamente ven en España la tendencia de odiar a Ucrania por influencia de Moscú, Ruiz-Quintano consigue, con una sola frase, matizar la postura más allá de cualquier argumento de Radio Svoboda.

“Con Rusia, el español solo se mueve entre el “¡Viva Rusia!” del rojo Pablo Iglesias y el “Rusia es culpable” del facha de Serrano Suñer”, sentencia ABC en una idea tan simple como cargada de ideología. La diferencia es que eso mismo que Vovk y Yakubuv utilizan como argumentos se utiliza aquí para ilustrar precisamente lo contrario: la falta de argumentos para defender o atacar a Rusia. El que se mencione la atracción hacia la ideología antifascista o izquierdista para justificar el porqué de la supuesta atracción de los jóvenes a Rusia, algo que con la única evidencia de un acto en que no se habían reunido más que unas docenas de estudiantes es, cuando menos, cuestionable, quizá diga más de Ucrania que de España.

Es curioso que de los nombres que utiliza Radio Svoboda para justificar lo expuesta que está la juventud española a la propaganda rusa (aunque no queda claro dónde está la propaganda rusa en la prensa española) uno de ellos sea el de Pablo Iglesias. A tono con la tendencia nacional, Radio Svoboda incluye a Podemos en una conversación en la que apenas ha participado. Pese a que finalmente los diputados de Podemos, igual que los de Izquierda Unida, votaron en contra del acuerdo de asociación de Ucrania con la Unión Europea, el silencio de Pablo Iglesias, una de las caras conocidas de la izquierda española, ha sido ensordecedor durante meses. No hubo comunicado de Podemos tras, por ejemplo, la maacre de Odessa. Hay que esperar a septiembre para ver unas declaraciones relevantes del líder de Podemos criticando la deriva fascista de algunos partidos del Gobierno ucraniano o la ilegalización del Partido Comunista. Si la juventud española ha estado expuesta a la propaganda rusa en estos últimos meses, difícilmente habrá sido por parte de Podemos.

La mención a Santiago Carrillo es, como es obvio, predecible. Pese a que no se dice abiertamente, José Carrillo, como hijo del histórico líder del Partido Comunista de España (que por supuesto, al contrario de lo dicho por Radio Svoboda, no ha sido ilegalizado), Carrillo da su aprobación a la propaganda rusa. Lo que olvida es que se trata de la misma Universidad Complutense y del mismo rector que hace unos meses aprobó una exposición “¡Gloria a Ucrania!, ¡Gloia a los héroes!” sobre la revolución de Maidan que la misma embajada destacaba en su página web. Y Santiago Carrillo es la figura más reconocible de la relación de la izquierda española, en realidad solo la izquierda comunista, con la Unión Soviética, aunque convenientemente se olvida aquí que fue bajo el liderazgo de Carrilllo cuando se produjo la ruptura del PCE con Moscú.

Llegaba así al final la historia común de esa parte de la izquierda española, el resto había renegado del comunismo desde la misma revolución Bolchevique, y la Unión Soviética.

El miedo de la derecha a todo lo que significaba la Unión Soviética es sorprendentemente similar al discurso ucraniano en relación a Rusia hoy. Un año después de que España enviara a los primeros voluntarios de la División Azul al frente ruso, ABC describía la guerra como “el trascendental acontecimiento europeo, que colocó frente a frente los principios cristianos y básicos de una civilización imprescriptible y el ansia nihilista de un sistema que solo atiende, con olvido de cuanto elevado y noble hay en el hombre, a la satisfacción de los instintos materiales más bajos”.

La cruzada religiosa, por el catolicismo entonces y contra todo lo ortodoxo hoy, y el supuesto expansionismo de Moscú son recurrentes a lo largo de la historia. Desaparecido el comunismo, Rusia vuelve a ser el peligro del que toda Europa debe protegerse, al menos según afirmaba Poroshenko en ante el Congreso de Estados Unidos, en un discurso tan belicista como el famoso discurso de Serrano Suñer en 1941:

“Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria. ¡Rusia es culpable! (Grandes aclamaciones y gritos de ¡muera el comunismo!) Culpable de nuestra guerra civil (Se producen las aclamaciones con vivas a España). Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador (José Antonio, ¡Presente!, grita la multitud). Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados en aquella guerra por la agresión del comunismo (Grandes ovaciones).

El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa”

Como entonces, Rusia también es culpable de la agresión y de la guerra civil en Ucrania. Como entonces, hoy también Rusia es el mayor de los peligros. Ni rastro queda ya del comunismo ni Rusia representa una ideología diferente a la del resto de países de su entorno, pero el culpable sigue siendo el mismo. Y hoy, como entonces, no son necesarios ni pruebas ni argumentos. Rusia sigue siendo culpable.

culpable

Hoy, que las calles de Kiev se llenan de partidarios de Svoboda y otros partidos nacionalistas que exigen que se declaren como héroes nacionales a figuras como Stepan Bandera o el Ejército Insurgente Ucraniano (aunque como es habitual, Ucrania niega la mayor y acusa a Moscú), colaboradores de la barbarie nazi igual que lo fuera la División Azul, merece la pena recordar las palabras de Miguel de Unamuno, que en 1936, cuando era ya evidente que Europa no había reaccionado a tiempo ante la amenaza del fascismo, decía en el Paraninfo de la Universidad Salamanca:

“Este es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir, necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”.

“Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. Callar, a veces, significa mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco; pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo he hecho otras veces. Pero no, la nuestra solo es una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer y hay que convencer sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión; el odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva, mas no de inquisición”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *