(Oxandabaratz)
El pasado 27 de septiembre fascistas ucranianos (Sector Derecho/Praviy Sektor) derribaron la estatua de Lenin en Jarkov (la más grande de Europa) con la complicidad del ministro de Interior Arsen Avakov. No tuvieron en consideración ninguna precaución que debe tenerse al echar una estatua así, ni sobre los peligros que puede acarrear a edificios cercanos o al propio asfalto. Pero eso daba igual, puesto que querían una victoria política.
¿Pero quién es Lenin para los ucranianos? Lenin, en sus primeros escritos en el siglo XX ya defendía la nacionalidad de los ucranianos (cuando oficialmente no estaba reconocida), y también su derecho a la autodeterminación. A poco de consumarse la Revolución Socialista de Octubre se inauguró la primera estatal al poeta nacional ucraniano, Taras Shevchenko. Cuando la Revolución Socialista se extendió a Ucrania en 1918 fue Lenin (tanto contra los escépticos de su propio partido, como contra otras fuerzas) quien hizo posible una República Soviética Ucraniana independiente. Él fue quien materializó por primera vez en la historia un Estado “ucraniano”, con fronteras y dimensión estatal (no “nacionalistas” como Petliura, que en sus tratados con los imperialistas, sólo consiguió que se reconociese una mini-Ucrania, no viable, y que además era incapaz de controlar nada sin ayuda de polacos y alemanes, que tenía un proyecto sin base social). Lenin consiguió un Estado ucraniano viable, pese a enemigos (los blancos no reconocían la nacionalidad ucraniana), extranjeros (polacos) y una gran parte de la opinión pública rusa.
La República Socialista Soviética de Ucrania, en 1922, federándose con otra repúblicas soviéticas fundó la Unión Soviética. Allí se dio una política de “ucranización” (“ukrayinizatsiya”) o “indigenización” (“korenizatsiya”). El idioma ucraniano penetró en las ciudades, en las editoriales, en el libro, en la ópera, en el cine, en las instituciones oficiales; esto es, se convirtió en un idioma de cultura y superó es estereotipo de “dialecto rural”. Por primera vez, los escritores en ucraniano pudieron difundir y ver valorado su trabajo. Se pusieron las bases para hacer de Ucrania un país avanzado.
Y ahora, esos “patriotas ucranianos”, fascistas del Sector Derecho, falsos patriotas en definitiva, con la ayuda del lacayo ministro de Interior Avakov, han derribado la estatua de quien hizo posible su nacionalidad y su Estado, sólo porque representa una realidad que odian (el socialismo y la hermandad entre los pueblos ucraniano y ruso). Vaya paradoja, los (falsos) patriotas ucranianos derribando la estatua del fundador práctico del Estado ucraniano: algo así como si los vascos derribásemos las estatuas de Etxepare, Axular, Iparragirre, Lauaxeta o Agirre; como si los españoles derribaran las estatuas de Daoiz y Velarde; como si los italianos derribaran las estatuas de Mazzini y Garibaldi; como si los serbios derribasen las estatuas de Karadjordje o Vuk Karadzic o como si los húngaros derribase estatuas de Istvan o Kossuth. Una tremenda absurdez; pero es que fascismo y sentido común nunca caminaron juntos.