por Lur Gil, militante de Askapena y miembro de Euskal Herria-Donbas Elkartasun Komitea
El fascismo no fue debidamente enterrado en Europa. Quisieron hacernos creer que acabó al caer la Alemania nazi, asi como recuperamos la democracia al morir Franco. El fascismo, en cambio, nunca se ha ido, al fascismo alemán lo sustituyó el plan Marshall de los Estados Unidos; y desde entonces, en nombre de la democracia y la libertad, las zarpas siempre sucias del imperialismo yanqui inundan todas las esquinas de los pueblos y calles. Aunque unas veces toma forma de presidente negro progresista, o de esas camisetas de moda con la bandera yanqui que llevamos con tanta normalidad, o incluso se esconde entre las notas de las canciones que oímos sin parar; pero cuando le es necesario, el fascismo se protege tras fusiles y tanques, como ayer lo hacía, hoy también.
En Ucrania, el imperialismo también ha ido cambiándose de traje, los primeros días de las protestas en la plaza Maidan se disfrazó de estudiante, pero no tardo mucho en quitarse ese traje y sacar los primeros fusiles. No fueron pocas las armas que aparecieron de un día para otro en la plaza de Kiev, como tampoco fueron pocas las visitas que hicieron los grupos nazis Svodoba y Pravy Sektor (Sector Derecho), y tampoco fueron pocas las hechas por el golpista Turchinov y el nuevo presidente oligarca Poroshenko.
En el centro de Europa, santuario de la paz y la democracia, es llamada revolución democrática por los medios de comunicación masivos a un golpe de Estado armado financiado por la Unión Europea y los casualmente omnipresentes Estados Unidos. Son llamados demócratas los que apalean a comunistas, homosexuales y hablantes rusos en las calles de Kiev, defensores de la democracia los partidos alzados por las armas al poder, también el partido nazi Svodoba; patriotas los dirigentes que han condenado a la miseria a su pueblo realizando recortes ordenados por la Unión Europea; pacifistas los que utilizan las armas contra su propio pueblo sin ningún tipo de complejos; revolucionarios los que quemaron vivas a mas de cien personas, sin importar que fueran niños, jóvenes o ancianos, en la casa de los sindicatos en Odessa. En este circo mediático, en cambio, son terroristas los que han alzado su voz contra el régimen fascista impuesto en el golpe de Estado, y han querido ser protagonistas de su futuro, los que han ejercido su derecho de autodeterminación, defendiendo la decisión tomada por su pueblo, los que han liberado Crimea, Luhansk y Donetsk del fascismo.
El territorio de Donbass ha decidido ser libre, ese es el pecado que ha cometido y por el que esta pagando con sangre todo el pueblo. Ya son más de mil los muertos en el este de Ucrania desde que el gobierno golpista de Kiev iniciara la operación llamada antiterrorista, asesinados por un ejército con cada vez mas acento yanqui, entre masivas deserciones de militares ucranianos que se niegan a masacrar a su pueblo. Aun así, se empeñan en justificar la operación, buscando ocasiones para expandir e intensificar el ataque, todo esto con el empeño de los Estados Unidos y la Unión Europea, quienes nunca han tenido complejos para crear y subvencionar guerras en cualquier sitio: Afganistan, Irak, Libia, Siria, Ucrania… El imperialismo yanqui y europeo ha puesto en marcha toda su maquinaria contra la soberanía de los pueblos, con el objetivo claro de conseguir posiciones geoestratégicas al este de Europa, aplastando a cada pueblo que no se arrodilla ante el imperio; hoy, como también ayer, en nombre de de la democracia y la libertad.
La columna vertebral de esa macabra maquinaria es sin duda la guerra mediática, moldeando la realidad a su gusto, como muñeco de barro, convirtiendo en marionetas los y las trabajadoras de los pueblos de Europa, y en Ucrania, tristemente, también lo han conseguido. Los medios de comunicación masivos han dedicado gran parte de su trabajo a definir como prorusos a las milicias populares de resistencia antifascista, extendiendo el fantasma de la presencia rusa en Ucrania. No han tardado mucho en ponerles el adjetivo de terroristas a las autodefensas que han cogido las armas para defenderse del fascismo. Ante esta situación, es el trabajo de todo internacionalista solidarizarse con la resistencia, y obligación de todo el pueblo trabajador vasco percatarse de la realidad que azota las regiones del este de Ucrania, así como solidarizarse y aprender de su lucha.
También en nuestro pueblo, la lucha contra el fascismo ha dejado demasiadas vidas en las cunetas, en los cementerios, pero nuestros valles y montes han siempre han conocido revolucionarios y revolucionarias dispuestas a luchar contra el régimen. Pero hoy todavía sigue vivo el fascismo en Europa, sigue vivo en el Estado español.
La lucha contra el fascismo conoció una de las prácticas internacionalistas más bonitas y dignas en el 1936, cuando cientos de brigadistas internacionales dieron su vida por un pueblo que no era el suyo, pero cuya lucha sentían propia. Hoy también, varias generaciones después, la cara más rancia del fascismo está más presente que nunca, así como en Gaza, en el este de Europa. Y por la mera supervivencia de los pueblos trabajadores y oprimidos, es necesario luchar y vencer a este germen maligno, sea donde sea y de la manera que sea. Para ello, debemos convertir el internacionalismo en práctica diaria, ese debe ser nuestro desafío. Es el único camino para romper las cadenas que llevamos puestas todas las trabajadoras y trabajadores de Europa, y el este de Europa necesita del internacionalismo en Euskal Herria, es deber de todo revolucionario sentir suya la lucha de resistencia allá y aquí. Es necesario hacer llegar la solidaridad internacionalista desde Euskal Herria hasta el muro popular del Donbass, a la resistencia contra el fascismo.
Rumbo a la libertad de los pueblos, solidaridad internacionalista contra el fascismo y el imperialismo. No pasarán, ni en Ucrania ni en ningún lugar!